Nuestros hijos llegan al mundo sin saber de qué va todo esto. En cuanto nacen nos dejan ver sus primeros destellos de personalidad, pero esta se irá formando poco a poco con cada paso que den y nosotros, los padres, somos como «las baldosas» que dibujan su camino. Por eso no es bueno asustar a los niños para educarles.
Si tienes hijos, ya te habrás dado cuenta de lo importantes que son nuestras palabras para ellos. Tanto los hechos como las palabras, calan hondo en ellos y les acompañan en la creación de su propia personalidad.
Por eso debemos poner mucha atención a lo que les transmitimos. En este caso me voy a centrar en una práctica, todavía muy común: asustar a los niños para «educarles».
Asustar a los niños no es educarles
Existe la creencia de que asustar a los niños hace que nos obedezcan más, o eso es lo que me parece a mí cuando escucho frases como: «Si no dejas de llorar y caminas, vendrá la policía y te llevará a la cárcel» (ojito con asustar con la policía porque justamente son buenos aliados si se pierden), «Si no cenas bien, no crecerás», «Si no te duermes, vendrá el ogro de los sueños», etc. ¡Y así, puedes encontrar tantas frases como creatividad tengan los padres!
También puede transmitirse miedo de forma más directa mediante amenazas físicas del tipo: «Si sigues llorando te voy a dar un tortazo, verás como lloras con motivo». Castigos, rechazos, manipulaciones, chantajes, etc. Hay muchas maneras de asustar a los niños para intentar «controlarles».
Este tipo de frases o amenazas no ayudan a conseguir el objetivo y, además, tienen muchas consecuencias negativas a nivel psicológico. Debemos tener clara una cosa: ASUSTAR A LOS NIÑOS NO LES HACE MÁS OBEDIENTES, pero sí les hace:
- Desarrollar inseguridad.
- Que no confíen en sí mismos.
- Autoestima baja.
- Que se creen miedos o fobias, llevándole a situaciones de mucha angustia.
Intentar educar desde el miedo acaba anulando el criterio del niño sin darles opción ni posibilidad de que sientan por sí mismos la necesidad de hacer las cosas. Un niño educado con frases «terroríficas» tendrá miedo al mundo, a las personas y a las situaciones que deberá atravesar en su vida.
¿Por qué debemos evitar educar mediante el miedo?
Si educamos desde el miedo, es posible que en un futuro el miedo sea el que marque sus pasos y le costará mucho tomar decisiones. Además, cabe la posibilidad de que el niño, por miedo a lo que puedan decirle sus padres, empiece a utilizar las mentiras por temor o como mecanismo de defensa porque:
- El miedo nos debilita. Nos inhibe y provoca inseguridad.
- Esta dinámica genera desconfianza hacia el mundo que le rodea.
- Genera una dependencia de la persona que ejerce el miedo, por lo que ese niño pierde su autonomía.
- Daña la autoestima ya que no se sentirá capaz de afrontar situaciones de su vida en general.
- Desarrollará las obligaciones y acciones solo por evitar el daño o castigo, no porque crea que esas son importantes.
Por todo esto es importante observar los comentarios que les hacemos a los niños, aunque sea con la mejor voluntad del mundo. Nuestra actitud como padres debe ser la de adquirir recursos adecuados que no ayuden a enfocar los diferentes momentos por los que pasarán nuestros hijos en su desarrollo.
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