¡Muy buenas queridas familias! Hoy venimos a intentar desterrar el mito de que la cocina es un “lugar prohibido” para los más peques de la casa. Está claro que inevitablemente pasamos mucho tiempo en esta estancia del hogar, normalmente casi todas las tardes, ya sea para preparar la cena o la comida del día siguiente. Por eso en este post os vamos a explicar cómo crear una cocina Montessori en el hogar. Es decir: un espacio en el que poder compartir tiempo y experiencias con los niños y las niñas.
Niños pequeños y cocina. ¿Y si la “Montessorizamos”?
¿Y si en lugar de estar haciendo las cosas rápido porque hemos dejado al peque jugando y no sabemos qué está haciendo (especialmente cuando están callados que es cuando hacen cosas que pueden ser peligrosas) lo incluimos en nuestras actividades?
Podemos replantearnos el enfoque para tratar de diseñar un ambiente preparado. Tal y como dice la filosofía Montessori, lo único importante es prestar especial atención a la seguridad (¡obviamente!). ¡Vamos allá!
Razones para cocinar con nuestros peques
La cocina es un lugar maravilloso para aprender y compartir tiempo de calidad en familia. ¿Alguna vez te has parado a pensar que ahí dentro podemos potenciar la adquisición de múltiples conocimientos como el lenguaje, las matemáticas, la física, la química, las emociones o el autocontrol? ¡Todas las inteligencias múltiples!
Juntos aprendemos a cultivar la paciencia cuando observamos cómo se hornea un bizcocho o cuando entendemos que las legumbres necesitan horas de empaparse de agua para ablandarse antes de ser cocinadas. Integrar a nuestros peques en la cocina nos permite estar más relajados, es una forma estupenda de educar en la corresponsabilidad y de conciliar con nuestras actividades del día a día.
Además, potenciamos el sentido de la pertenencia de los peques, al mismo tiempo que están más dispuestos a comer lo que preparan, y por tanto, fomentamos una nutrición saludable. ¿Sabías que, por todo esto, en las escuelas Montessori la preparación de alimentos forma parte del currículo educativo? De hecho, lo hacen desde la primera infancia. ¡Y es un placer ver cómo niños muy pequeños colaboran en preparar el desayuno o la comida que luego comparten juntos!
Durante este tipo de actividades se trabajan sobre todo dos de las principales áreas de aprendizaje del método Montessori: vida práctica y sensorial. Dentro de la vida práctica se engloban tareas como limpiar, ordenar, clasificar, realizar trasvases, mezclar, cortar, pelar, batir.. etc.
Además, los peques pueden probar y saborear los diferentes ingredientes que utilizamos, identificar sus colores, sus aromas, escuchar el chisporroteo de la cocción de alimentos, hundir las manos en la masa y sentir su textura y temperatura… ¡La cocina es un gran laboratorio sensorial!
No solo estimulamos los cinco sentidos (gusto, oído, vista, tacto y olfato), podemos incluso jugar a degustar alimentos con los ojos tapados con un pañuelo o antifaz, intentando adivinar cuáles son o diferenciar los sabores (dulce, salado, amargo, ácido).
Somos lo que comemos
Al ayudarnos en la cocina, los peques se interesan por el origen de los alimentos. Es un momento fantástico para explicar que el tomate viene de una mata y no de una lata, ya que con esto de vivir en las ciudades hemos perdido mucha “cultura de campo”.
Incluso podemos plantearos la idea de tener un pequeño huerto urbano o en macetas, con todo lo que conlleva: explicarles en qué consiste la siembra y en qué épocas se realiza según los diferentes cultivos, el abono, la cosecha, podemos preparar compost…
Los más mayores pueden aprender que aquello con lo que se alimentan ellos y sus familias forma parte de un entramado de vida y cultura que se remonta a sus antepasados más remotos y que se proyecta en el futuro a todas las generaciones por venir. Incluso podemos introducir algunas nociones de educación cósmica, al entender que todos formamos parte de un todo y que, por ejemplo, tenemos miel gracias al gran trabajo de las abejas.
Beneficios añadidos de la cocina Montessori
Estas son algunas de las habilidades que potenciamos con los peques en la cocina:
- Motricidad: el niño va perfeccionando el control sobre el propio cuerpo.
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- Motricidad gruesa: engloba el control y coordinación de movimientos que abarcan el tamaño del propio cuerpo o superior. Pueden trabajarla al ayudarnos a transportar utensilios, llevar el menaje de un sitio a otro, poner o quitar la mesa, meter los platos en el lavavajillas…
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- Motricidad fina: abarca el control y coordinación de movimientos de un tamaño inferior al del propio cuerpo, (especialmente los de las manos, pies y dedos). Una de las destrezas más importantes en esta área es el desarrollo de la coordinación óculo-manual, una habilidad cognitiva muy compleja que es importante desarrollar desde una edad temprana. En la cocina se puede practicar con casi todas las actividades, (como por ejemplo: pelar una fruta, retirar la cáscara de un huevo cocido, cortar, untar, amasar, mezclar…). Se desarrolla especialmente bien cuando se practica el método Baby-led Weaning o alimentación complementaria dirigida por el bebé del que hemos hablado muchas veces en el blog.
- Independencia y autonomía: es maravilloso ver cómo los peques se desenvuelven por sí mismos desde una edad temprana. En realidad, ellos pueden hacer muchas más cosas de las que a priori imaginamos. Se trata de cambiar un poco el enfoque, explicarles el cómo y confiar en ellos (por supuesto, siempre con supervisión). A ningún ser humano le gusta sentirse dependiente. ¡A ellos tampoco! Un peque debería poder servirse un vaso de agua cuando tenga sed sin necesidad de tener que pedírselo a un adulto. Para ello, podemos tener una jarra a su alcance o incluso una pequeña fuente de las que se instalan con un bidón y vasitos (lo mismo con snacks saludables como piezas de fruta).
- Disciplina: los peques aprenden a respetar el orden necesario para poder llevar a cabo un aprendizaje, y lo hacen con gusto, porque saben que el resultado merece la pena. Eso sí, aunque adaptemos el ambiente para crear una cocina Montessori en el hogar, hay que prestar atención especial a todas las cuestiones relativas a la seguridad (por ejemplo: no acercarse al fuego, que la puerta del horno puede estar caliente, etc.).
“Libertad y límites son dos caras de una misma moneda: no puede haber una sin la otra”
Además, al compartir en familia la actividad en la cocina Montessori, potenciamos vínculos afectivos de seguridad. Fomentamos la comunicación familiar, la escucha activa, les invitamos a tomar decisiones y a adquirir pequeñas responsabilidades, los acompañamos a manejar su frustración cuando el resultado no es el esperado…
En definitiva, en una cocina Montessori hacemos sentir a los niños y las niñas que siempre estaremos junto a ellos pase lo que pase, recordándoles una y otra vez nuestro amor incondicional. ¿Te animas a probar y nos cuentas? ¡En el libro «Grandes aprendizajes Montessori para pequeñas manos» puedes encontrar muchas ideas! ¡Te leemos en comentarios!
Excelente escrito mil gracias por compartir sus conocimientos. Desde Venezuela saludos
Muchas gracias, un abrazo fuerte para tu país.