Cerremos los ojos por un instante e intentemos proyectar una imagen mental de cómo nos gustaría que fuesen nuestros hijos e hijas el día de mañana. Seguramente la mayoría de nosotros nos los imaginamos felices, libres, seguros de sí mismos, capaces… Nuestros peques no van a convertirse de un día para otro en los adultos capacitados que deseamos que sean el día de mañana. Por eso es tan importante educar en autonomía desde que son bebés.
La autonomía en bebés y niños pequeños
Es importante educar en autonomía a nuestros hijos e hijas desde los primeros 3 años de vida. Se debe hacer siempre con cariño y con respeto, de forma serena y paciente, partiendo de la base de que, aunque ahora sean muy pequeños, ya son seres humanos capaces (de diferentes cosas según su etapa vital).
Durante los primeros años de vida, la autonomía se inculca prestando especial atención al sueño, el movimiento y juego libre, a la alimentación y el control de esfínteres.
Ayudar a nuestros hijos en estos hitos clave de su desarrollo nos ayudará a criar bebés sanos y felices, que se convertirán en adultos maduros y responsables.
Como beneficio colateral, entender bien cuáles son las necesidades de nuestros pequeños en cada fase de este periodo nos ahorrará muchas rabietas, ya que sus demandas estarán siendo atendidas y satisfechas debidamente.
El sueño del bebé
Respecto al sueño, por más que nos convenga, todavía no se ha inventado una fórmula mágica capaz de hacer dormir a un bebé más tiempo y en los momentos que más nos interesen a los padres y madres.
Tan difícil y contraproducente puede ser obligar a un bebé a dormir cuando no tiene sueño, como intentar que siga despierto si se cae redondo de cansancio. En este sentido, debemos confiar en la sabia naturaleza. Cada bebé es único y diferente.
Por otra parte, uno de los temas más controvertidos en esta fase suele ser el que respecta al colecho. Elegir colechar o no con nuestro bebé es una decisión muy personal que concierne exclusivamente a cada familia, pero tal vez nos convenga informarnos bien acerca del colecho y las premisas falsas que sobre él se suelen hacer, en base a prejuicios sin fundamento científico. Por ejemplo: dormir con nuestro bebé no le resta autonomía personal.
Hay bebés que se quedan muy tranquilos en sus cunas y otros con los que no hay manera, los hay que duermen varias horas seguidas y otros que se despiertan cada dos por tres. Por lo general, a los bebés les tranquiliza el contacto con sus padres y tienden a descansar más y mejor. Además, el colecho favorece la lactancia materna.
Es una fase infantil como cualquier otra y cada vez más estudios demuestran que el bebé que se siente acompañado y protegido por sus padres, desarrolla más adelante una sana autoestima. Todo lo cual favorece la formación de una personalidad segura, un factor clave en el desarrollo de la autonomía personal.
La alimentación del bebé
Otro mito muy común es que los bebés lactantes son más dependientes de sus madres. Dar el biberón a un bebé no le convierte en más autónomo, independiente, maduro o capaz. El biberón podría dar mayor libertad a las madres, no a sus bebés.
En cambio, entre los múltiples beneficios de la lactancia materna, está el de favorecer el vínculo y la confianza de los bebés con sus madres. Una buena base para desarrollar su independencia y autonomía personal adelante, en el momento apropiado.
Por otra parte (y por propia definición), la alimentación complementaria guiada por el bebé (Baby-Led Weaning o BLW) es el método de introducción de alimentos complementarios (a partir de los 6 meses de edad) que más favorece la autonomía de los pequeños. Sin olvidar que en esta etapa, la lactancia materna aún juega un papel protagonista.
Entre los recelos comunes a este método que suelen sentir las familias está el temor al atragantamiento, pero este riesgo existe incluso con purés y comida triturada, y podemos reducirlo al máximo sabiendo qué alimentos ofrecerle al bebé, en qué momento, de qué forma y en qué tamaño.
Movimiento libre
Muchas pedagogías alternativas respetuosas con la infancia (como Pikler o Montessori) defienden que el movimiento libre es un factor determinante para el crecimiento del bebé y evita problemas de desarrollo y aprendizaje. Pero ¿en qué consiste exactamente?
Pues consiste en que el bebé sea quien decida cuándo está preparado para descubrir por sí mismo los diferentes movimientos, y aprenda a controlar y dirigir su propio cuerpo, ganando así autonomía.
Para ello es importante que aprendamos a respetar el ritmo de desarrollo de cada niño y cada niña. Lo que implica, por una parte, no forzarles a gatear o caminar antes de tiempo y, por otra, no retenerles en contra de su voluntad.
Nuestro papel como adultos es el de observadores y acompañantes. Nuestra función es apoyarles y prestarles ayuda solo si realmente la necesitan. Así podemos estar tranquilos de que ninguna postura le perjudica y que no limitamos su capacidad de movimiento y su curiosidad innata. Las posturas no naturales y forzadas fomentan su dependencia y frenan su desarrollo.
También es importante no coartar, impedir, ni «corregir» los movimientos. Por ejemplo: si un niño prefiere reptar o rodar a gatear, no hay nada malo en ello. Los adultos debemos facilitar los movimientos, no provocarlos. Por eso es importante evitar métodos como el taca-taca o darles las manos para caminar. En cambio, debemos asegurarnos un espacio seguro y despejado, en el que pueda moverse a sus anchas sin peligro, como el que nos ofrece el ambiente preparado Montessori.
El juego libre
Jugar es la actividad más importante durante la primera infancia. A través del juego, los niños y las niñas aprenden cómo es y cómo funciona el mundo que les rodea y les ayuda a conocerse a sí mismos. En este contexto, el juego libre es el que más favorece el desarrollo y aprendizaje.
El juego libre es todo lo contrario al juego estructurado (con reglas) o juego dirigido (con pautas marcadas por un adulto). El propio peque es quien decide cómo, con qué y con quién quiere jugar, establece sus propias reglas, elige los materiales y decide la duración y el final del juego.
Jugar es aprender, por eso es esencial entender la importancia del juego libre para el desarrollo. Es totalmente espontáneo y en él los peques solo se guían por su propio cuerpo, manipulan objetos, obedecen a su propio instinto y a su curiosidad innata.
Esto no quiere decir que deban jugar siempre solos, ni mucho menos. La compañía de los padres en el juego, sin agobios y dejándoles a su ritmo, les proporciona un apoyo emocional fundamental para su desarrollo.
Control de esfínteres
El control de esfínteres no está asociado a la enseñanza familiar o escolar, sino que es un hito evolutivo, que depende del proceso madurativo de cada niño y cada niña. Obligarles a dejar el pañal antes de tiempo puede resultar tan contraproducente como no apoyar y demostrar nuestra confianza cuando deciden que ha llegado el momento y no quieren, por ejemplo, ponérselo para dormir o para salir a la calle.
Por eso es importante que las familias no cedamos ante la presión social y, en lugar de luchar contra la naturaleza de nuestros hijos, lo hagamos para conseguir que el sistema respete su infancia y sus procesos madurativos.
Aprender a identificar las señales de que ha llegado el momento de la retirada del pañal y saber cómo acompañar de forma respetuosa en esta importante etapa, es vital para no alterar su proceso evolutivo y perjudicar su autoestima.
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