Seguro que alguna vez has escuchado hablar del famoso cesto de los tesoros, incluso a veces se confunde como si fuera una propuesta de la pedagogía Montessori, ya que se basa en la experimentación sensorial y se utiliza en muchos salones nido de las escuelas con este enfoque pedagógico.
Por qué es tan importante para nuestros niños y esencial para comprender su comportamiento
En realidad, el cesto de los tesoros es una propuesta de Elinor Goldschmied que podemos encontrar explicada en un capítulo entero de su libro La Educación Infantil de 0 a 3 años.
Basta con encontrar un cesto, a ser posible de mimbre, yute u otro material natural, y llenarlo de objetos cotidianos para que el bebé pueda explorar con sus manitas. Normalmente su uso se recomienda cuando el bebé comienza a sentarse.
En algunos lugares se ofrece una adaptación a una fase anterior, cuando empieza a mantenerse tumbado boca abajo elevando ligeramente la cabeza respecto al tronco, eligiendo un cesto bajito de altura; pero esta opción no me convence mucho ya que no hay mucho ángulo visual y me parece menos segura.
¿Cuál es su propósito educativo y cuáles sus beneficios?
La idea es colocar diversos objetos al alcance del bebé para que los pueda observar, tocar con sus manitas y explorar una y otra vez (muchas veces lo hará con su boca, ya que estará en la fase oral).
Una vez que el bebé empieza a sentarse, y cuando todavía no gatea, se sentirá muy atraído por el cesto, querrá agarrar los objetos y manipularlos de todas las formas posibles: tocándolos con manos, boca y pies, golpeándolos, lanzándolos, etc.
Al manipular cada uno de los objetos disfrutará de la experimentación sensorial e irá descubriendo diferentes cualidades como textura, tamaño, peso, color, forma…
Le encantará descubrir que algunos objetos hacen ruido cuando los agita, y que otros lo hacen cuando se tocan entre ellos; disfrutará con algunos colores que le llaman más la atención que otros, y alucinará con que a través del sentido del tacto pueda identificar diferentes temperaturas o incluso olores y sabores.
Además, el hecho de practicar la selección de objetos y discriminación entre categorías, hará fomentar su capacidad de elección (es importante resaltar que la libre elección es una de las bases científicas de la pedagogía Montessori, clave también en las bases del desarrollo del pensamiento lógico-matemático).
¿Cómo deben ser las cestas y qué objetos podemos introducir?
Las cestas que mejor funcionan son las de yute o mimbre, aquellas que teniendo cierta consistencia son “manejables” por el bebé. Respecto a las medidas, lo ideal sería que estuvieran en torno a 35 cm de diámetro y unos 12 cm de altura.
En cuanto a los objetos, mejor evitar el plástico, ya que es un material industrial y con poca riqueza sensorial. Trataremos de seleccionar objetos seguros, que en la medida de lo posible sean redondeados o no tengan aristas cortantes, ni sean muy duros (por si llegara a golpearse accidentalmente con ellos) y, por supuesto, que sean lo suficientemente grandes para que no se los pueda tragar ni que puedan tener piezas pequeñas por la misma razón.
Si introducimos algún alimento, seleccionaremos aquellos que ya haya probado y sepamos que no le causan ningún tipo de reacción alérgica.
Cómo seleccionar los objetos del cesto de los tesoros
A la hora de seleccionarlos, pensaremos en el objetivo final de estimular la mayor cantidad de sentidos posible:
- Tacto: a través de materiales de diferentes texturas, densidades, temperaturas (la piel es el órgano más grande del ser humano).
- Vista: con diferentes colores y formas (así trabajaremos la educación visual cromática y el sentido de la vista, al identificar diferentes volúmenes).
- Oído: podemos introducir objetos que emitan distintos sonidos al golpearlos o que emitan algún tipo de sonido, como por ejemplo, que incorporen unos cascabeles (como la pelota de gajos Montessori) o un pequeño timbre o cuerda musical, incluso una campana..
- Olfato: algunos objetos pueden tener diferentes olores, sobre todo si incluimos frutas como un limón o unas hojas de un limonero, de menta, de eucalipto…
- Gusto: podemos incluir algún objeto que tenga algún sabor, como alguna fruta que pueda chupar.
Los mejores materiales para llenar el cesto de los tesoros
Goldschmied recomienda una amplia lista de materiales que se pueden clasificar en diferentes categorías, veamos algunas ideas:
- Objetos cotidianos: una brocha de afeitar o de maquillaje que no suelte pelo, un peine, una esponja pequeña, un disco de algodón, un calcetín, un monedero…
- Objetos naturales: piñas, hojas, pequeños trozos gruesos de ramas de árboles, conchas…
- Telas de diferentes texturas: objetos de cuero, lana, raso, seda, algodón, una etiqueta..
- Objetos de madera: anillas, hueveras, rodaris, sonajeros de madera…
- Objetos de vidrio resistente: un bote de crema facial vacío, un tarro pequeño de mermelada…
- Objetos de materiales naturales: ovillo de lana, cepillo de dientes de madera o bambú, cepillo de pelo de los mismos materiales…
- Objetos de papel o cartón: una huevera, un cartón de papel higiénico, una caja pequeña, un libro pequeño con imágenes…
- Alimentos: un plátano, un limón, una manzana… (estos deben desecharse para la siguiente sesión).
También pueden añadirse objetos metálicos, como por ejemplo una cuchara, un llavero, un salero, una cadena, un tapón, un batidor de huevos, un masajeador de cabeza, papel de aluminio, una flanera, un molde de galletas, una tapa de conservas o incluso un pequeño espejo, etc.
Poco a poco el peque irá comprendiendo que el metal es un material frío, y se irá dando cuenta también de que algunos objetos son más pesados que otros.
¿Cuál debe ser el papel del adulto?
Por su puesto nunca dejaremos al peque solo mientras explora los objetos de la cesta, ya que podría golpearse la carita o introducir algo pequeño en la boca y debemos observar para mantener la seguridad de la actividad, tratando de no intervenir a no ser que sea necesario.
Una vez que el bebé ya haya experimentado con todos los objetos durante varios días y veamos que ya no llaman tanto su atención, será el momento de ir renovándolos para despertar de nuevo el interés.
Lo más importante de todo es disfrutar de observar a nuestro peque estando cerca, pero sin interrumpir sus periodos de concentración ni intentar explicarle para qué sirve cada cosa. ¿Te animas a probar y nos cuentas tu experiencia en los comentarios?
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Gran aportación a la infancia de
Elinor Goldschmied.
Interesante dar a conocer está propuesta para familias y centros educativos.
Yo cómo acompañante educativa y Madre de día, si me parece interesante ofrecerlo en la etapa motriz de reptar o gatear. Ya que tienen mucho interés por explotar objetivos con variedad de olores, texturas, temperaturas… con lengua y manos. Con cestos a baja altura cómo comentas suelen mostrar mucho interés siendo seguro.
Por contrapartida, he podido observar que cuando se ofrece en los hogares esperando a que consiga sentarse sin ayuda externa, en ocasiones se adelanta este ítem madurativo a sentarle precozmente al bebé para tenerlo «entretenido» con lo sensorial… privandole del motriz durante más tiempo de lo recomendado.
(No es el caso que comentáis para nada, pero quería comentarlo cómo observación personal).
Otra opción puede ser
tener el cesto preparando y ir ofreciendo en su campo visual, uno a uno algunos materiales o dejarlos cerca de los bebés, para los que todavía juegan boca arriba y no se desplazan.
SALUDOS
Enhorabuena por vuestros artículos y aportaciones a la infancia feliz y respetada.
Hola Silvia!
Muchísimas gracias, nos alegra que te haya gustado.
Muy interesantes tus observaciones, se nota tu vocación.
Un fuerte abrazo!