El maltrato provoca alteraciones neurobiológicas en las etapas tempranas del desarrollo del cerebro de los menores que lo sufren. Es la principal conclusión de una investigación del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona.…
En los últimos años se ha generalizado el uso de la palabra empatía y, seguramente, a día de hoy, casi todos sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de que una persona es muy empática. Aunque hoy no nos vamos a ocupar de este término, sí vamos a refrescarlo puesto que lo necesitaremos para encajar el nuevo término: la ecpatía. ¿Qué es la ecpatía infantil?
¿Qué es ser ecpático?
Por empatía entendemos la “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro” (Diccionario de la RAE), es decir, lo que comúnmente llamamos “ponerse en el lugar del otro”. Seguramente, todos estamos de acuerdo en que, dado que somos seres sociales y que vivimos en comunidad, estamos ante una habilidad positiva que nos permite comprender a los demás y captar sus emociones y promueve la ayuda entre nosotros.
Empatía y ecpatía
Sin embargo, si la empatía fuera la única cara de la moneda, podría suceder que solo pensaríamos en lo que sienten los demás y daríamos respuestas exclusivamente a los deseos, necesidades, pensamientos y emociones de otros. Y, ¿qué ocurriría entonces con nuestros deseos, necesidades, pensamientos y emociones cuando muchas veces son distintas a las nuestras? ¿Cómo podríamos evitar el contagio emocional excesivo?
La solución radica en un nuevo término acuñado por el profesor Luis de Rivera (al que agradecemos su disposición como fuente de consulta para la redacción de este post. Es un privilegio poder contar con la fuente original), la ecpatía, que define como el “proceso mental de percepción y exclusión activa de los sentimientos inducidos por otros”. La ecpatía no sería un término opuesto a la empatía sino una acción mental compensatoria de la empatía.
¿Qué es ecpatía? Ejemplos
Esto que parece muy complejo, se comprende fácilmente con un ejemplo de ecpatía. Imaginemos una persona que trabaja cuidando personas con algún tipo de enfermedad. Resulta fácil intuir que la empatía sería la capacidad de ponernos en el lugar del otro, entender su sufrimiento, ser compasivos e intentar ayudar minimizando dicho sufrimiento en lo que esté en nuestra mano.
Pues bien, la empatía puede jugarnos una mala pasada y arrastrarnos en ese contagio emocional. Y es en ese momento en el que entra en juego la ecpatía como una serie de acciones mentales que contrarrestan ese contagio emocional y evita también que podamos ser manipulados.
Pero, ¿qué ocurre con los niños? ¿Cómo aparece esta capacidad a lo largo de los primeros años de vida?
Ecpatía infantil
Parece que los estudios nos llevan a pensar que la empatía aparece de manera natural en el desarrollo normal del ser humano. Las investigaciones sobre las neuronas espejo sugieren que en nuestro cerebro existe un tipo de neuronas especializadas en los procesos de imitación que serían la base de la empatía.
De ahí que, cuando un bebé llora en presencia de otro, el otro bebé suele llorar también. Así, la empatía se va desarrollando y perfeccionando desde el nacimiento influenciada también por el entorno en el que vivimos.
Sin embargo, la ecpatía, tal y como refiere Luis de Rivera, es una habilidad adquirida, aprendida. De hecho, es una herramienta utilizada en el ámbito de la psicoterapia dentro de la intervención en las simbiosis afectivas y en personas que sufren manipulación psicopática.
Nos detenemos en este punto para remarcar que la ecpatía no es en ningún caso egocentrismo ni egoísmo y tampoco indiferencia, desprecio o frialdad hacia el otro; sino algo así como un muro de contención de la empatía.
La educación en ecpatía incluiría ser capaces de detectar los sentimientos de la otra persona e interpretarlos adecuadamente, es decir, asumir que son de la otra persona y no nuestros, de forma que podamos actuar libres de la influencia excesiva de los mismos.
Por tanto, ser ecpáticos consistiría en poder poner límites a la empatía para que esta no se convierta en un problema por exceso. Este hecho resulta muy interesante porque actuaría como un elemento equilibrador.
Qué es la ecpatía infantil
Como decimos, el concepto surge en el contexto de la psicoterapia, pero parece que podría ser muy útil en la intervención con menores que sufren algún tipo de manipulación dentro del marco de una relación tóxica, por ejemplo, con alguno de sus progenitores. De este tema ya hablamos en un post anterior.
Parece fácil intuir lo valioso que pudiera llegar a ser el desarrollo de esta habilidad en niños y niñas que son utilizados como herramienta de manipulación de manera que fueran capaces de delimitar que el odio que uno de los progenitores intenta inculcar hacia el otro forma parte de los sentimientos de los progenitores y no de los suyos propios evitando que pudieran ser manipulados en este sentido.
Bien es cierto que, en palabras del profesor Luis de Rivera, “existe la necesidad de ampliar el concepto y sus aplicaciones, una de las cuales podría ser el tratamiento de niños/as sometidos a relaciones tóxicas”.
Aunque aún hay camino e investigaciones por hacer, parece muy interesante la puerta que abre este nuevo concepto no solo en el campo de la psicoterapia sino también en el educativo, como forma de complementar las acciones que realizamos en la familia y la escuela para fomentar la empatía.