Este post se publicó originalmente el 16/11/2021 y ha sido actualizado en fecha 20/11/2024
Muchas veces se considera que un peque que es ambidiestro tiene una aptitud por poder usar ambas manos indistintamente, pero es un pensamiento erróneo: en ocasiones esto puede generar problemas de aprendizaje y hay que valorar si existe lateralidad cruzada y ayudar a lateralizar al peque hacia la derecha o la izquierda en beneficio de su desarrollo.
Detectar la lateralidad cruzada
El cerebro tiene dos hemisferios unidos por una estructura que es el cuerpo calloso. El lado derecho del cerebro es el que está a cargo de los movimientos y funciones del lado izquierdo del cuerpo y viceversa, el hemisferio izquierdo controla los movimientos y acciones del lado derecho del cuerpo. Pero no imaginemos estas estructuras y su funcionamiento como algo separado, parcelado, porque no es así. Ese cuerpo calloso del que antes hablábamos se encarga de interconectar ambas partes del cerebro, pasando información de un lado a otro.
En relación a esto y, dependiendo de cómo se distribuyan las diferentes funciones y habilidades en uno u otro lado, seremos más o menos habilidosos a la hora de realizar tareas como utilizar los cubiertos, darle una patada a un balón, utilizar las tijeras o incluso colocar el objetivo de una cámara de fotos en un ojo u otro para hacer una fotografía. Generalmente solemos ser más habilidosos con un lado del cuerpo que con el otro, somos diestros o zurdos en función de cuál sea nuestro lado del cuerpo más hábil. Estamos lateralizados.
Pero, nuevamente, no todas estas funciones y habilidades van a estar siempre totalmente localizadas en un lado del cuerpo u otro, es bastante frecuente (hasta en un 25% de la población) que esta lateralidad no sea totalmente pura, sino que utilicemos la mano derecha para escribir, la pierna izquierda para chutar un balón y el ojo izquierdo para mirar a través de un objetivo o guiñar. Cuando esto ocurre hablamos de lateralidad cruzada.
En otras ocasiones, especialmente en la infancia, en donde todas las habilidades están en pleno desarrollo, podemos encontrarnos con peques que utilizan los cubiertos o los lápices con la misma habilidad y con la misma frecuencia, con una mano u otra. Entonces pensamos en que quizá puedan ser ambidiestros. Pero la realidad es que hay pocas personas verdaderamente ambidiestras.
Cuando se trata de nuestros peques, tenemos que ser muy prudentes, porque como hemos comentado, sus funciones cognitivas y sensoriomotoras están madurando, y esto implica también a la lateralidad, que no estará totalmente definida hasta los cinco o seis años de edad. Por eso es un error ofrecerles los cubiertos, lápices y otros útiles para que los manipulen con la mano derecha, ya que en esta etapa sí que es totalmente normal y forma parte del desarrollo, el uso de ambas manos y de las dos partes del cuerpo por igual. No obstante, siempre hay algún peque que desde bien pequeñito muestra una clara preferencia por el uso de una mano sobre la otra, y también es adecuado.
Pero entonces, ¿cómo sé si mi peque es ambidiestro, diestro o zurdo? ¿Podría tener lateralidad cruzada? Y en ese caso, ¿tengo que preocuparme?
Síntomas de lateralidad cruzada
Como venimos comentando, el que nuestro hijo o hija utilice ambas manos para realizar las diferentes actividades del día a día, incluso aquellas que requieren precisión, es algo normal durante el desarrollo, es una etapa más, incluso en los años de educación infantil. Pero poco a poco, a la par que va madurando, su preferencia manual se irá estableciendo y comenzará a definirse el uso de una mano sobre la otra.
Hablamos del uso de la mano porque es de lo que solemos darnos cuenta. Pero la lateralidad implica mucho más que el uso de la mano y, al igual que tenemos una mano preferida o que utilizamos con mayor precisión, también tenemos un pie que nos da mayor estabilidad o que utilizamos para dar una patada, comenzar a subir las escaleras o colocarnos a la pata coja; igual ocurre con el ojo, el oído e incluso dentro de la boca, teniendo preferencia por masticar más por un lado que por otro.
Si observamos que nuestro peque, cuando va siendo un poco más mayor (cuatro o cinco años) sigue sin definirse por el uso de una de las dos manos, cogiendo la cuchara con una mano a veces y con la otra en otras ocasiones, o el lápiz; si suele realizar los diferentes juegos o tareas que tiene colocados a su lado derecho con esa mano y los que tiene en el lado izquierdo con la mano izquierda, llegando incluso a cambiarse los colores de mano sin cruzar de un lado a otro de la superficie o papel. Si observamos dificultades a la hora de recortar con una mano y sostener el papel, girándolo adecuadamente; o que tareas como enroscar, colocar pinzas de la ropa sobre una cuerda o soporte, abrocharse los botones, etc. Tendríamos que investigar qué puede estar pasando, porque podríamos estar ante dificultades de lateralidad.
A veces, pueden pasar esta primera etapa sin mayores dificultades, y solo observaremos la peculiaridad de utilizar ambas manos indistintamente, o una mano para algunas cosas y la otra para otras tareas. Pero más adelante pueden aparecer problemas de aprendizaje como dificultades para adquirir la lectoescritura, dificultades en la lectura comprensiva, torpeza motora o dificultades de coordinación motora global.
Tratamiento de lateralidad cruzada
Si no aparece ningún signo que indique dificultad, no es necesario hacer nada, nuestro niño o niña por sí mismo ha desarrollado los mecanismos necesarios para compensar cualquier dificultad y se apaña solito perfectamente. Tener lateralidad cruzada o ser ambidiestro no implica siempre que haya una dificultad en el aprendizaje.
En cambio, si observamos algunos de los signos mencionados anteriormente, lo ideal es valorar bien la lateralidad de nuestro peque, observando cual es su mano, pie, ojo, oído… preferentes, para ver si realmente estamos ante una lateralidad cruzada que pueda estar dificultando el aprendizaje.
Pero esto, ¿por qué puede ocurrir?
¿Hemos pasado algo por alto o hemos hecho algo que haya provocado que el niño tenga una lateralidad cruzada? Como siempre solemos comentar, en el desarrollo de nuestros pequeños influye tanto la biología, su carga genética (es muy frecuente que si el peque es zurdo, alguno de sus familiares cercanos también lo sea), como el ambiente en el que se desarrolla.
Por tanto, en ocasiones esto surgirá de manera espontánea y en otras, por motivos externos al peque (siempre le damos las cosas para que las manipule por un lado, en el cole le obligan a coger el lápiz con la mano derecha, etc.) aparecerá una lateralidad “contrariada”, en la que puede que el peque sea zurdo de ojo, oreja, pie y musculatura de la zona cervical y mandibular, pero use la mano derecha.
¿Cómo mejorar la lateralidad cruzada?: Terapia para la lateralidad cruzada
En cualquier caso, y como hemos comentado, ante cualquier dificultad, lo adecuado es realizar una valoración completa de la lateralidad e intervenir pronto, ayudando a nuestro pequeño a homogeneizar su lateralidad hacia el lado más hábil, para facilitarle su desempeño en los diferentes aprendizajes.
Así, dependiendo de las áreas y funciones que presenten dificultad, se pueden proponer actividades para la lateralidad cruzada: juegos psicomotores que impliquen a todo el cuerpo para estimular la coordinación dinámica general y el uso de ambos lados del mismo (escalar, lanzar y recoger pelotas deportes como el tenis…), actividades como copia de construcciones para estimular las habilidades de organización espacial, juegos de fijación y seguimiento visual de estímulos o de localización de sonidos.
Pero lo ideal es que nos anticipemos a las dificultades y, desde que son bebés, pongamos a su disposición un ambiente lo más adecuado y estimulador posible, cuidando aspectos como de qué lado de la cama duermen o dónde está colocada la cuna, cambiándoles de lado frecuentemente para que reciban los estímulos de igual manera por un lado o por otro; que tengamos en cuenta el no cogerlos siempre con el mismo brazo si no que vayamos cambiando; permitiéndoles mucho suelo desde el principio, para que puedan moverse a placer, y voltear, girar sobre su abdomen, croquetear, reptar y gatear por igual hacia ambos lados de su cuerpo, animándoles un poquito a hacerlo en aquellos casos en los que muestran alguna dificultad. Trepar, gatear, subir y bajar, investigar con su cuerpo, con sus manos, etc.
Cuando son algo más mayores, podemos estimular su desarrollo mediante el juego. En este caso, los juegos de ensartar cuentas en un eje, enhebrar, los trasvases o introducir elementos con una mano en algún recipiente que se esté sosteniendo con la otra, las construcciones en las que hay que ensamblar piezas, la elaboración de puzles, etc., son actividades muy adecuadas. De esta forma estaremos sentando las bases más adecuadas para un desarrollo armónico.
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