Motricidad fina en el bebé: Cómo se desarrolla y ejercicios para estimularla

La motricidad fina es básica para el desarrollo de la inteligencia y se ejercita con tiempo, práctica y juegos

El desarrollo psicomotor es clave para el ser humano y constituye un aspecto evolutivo en los bebés y niños conforme crecen. Gracias a él adquirirán habilidades, conocimientos y experiencias de forma progresiva. Dentro del desarrollo psicomotor se encuentra la motricidad gruesa (movimientos amplios y coordinados) y la motricidad fina.

Esta hace referencia a la coordinación de músculos, huesos y nervios para producir movimientos pequeños y precisos. Permite, por ejemplo, que los niños puedan coger el lápiz para escribir y, además del uso de las manos o los dedos, también promueve el trabajo de la lengua, los labios y los pies.

La motricidad fina se desarrolla con el tiempo, la práctica y enseñando a los niños a ejercitarla; pero también hay actividades muy sencillas que se pueden practicar con los bebés y que les ayudarán en ese proceso.

 

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¿Cuándo aparece la motricidad fina?

La maduración del sistema nervioso tiene un orden preestablecido y una secuencia clara, aunque no sea exacta en cada niño. La motricidad fina aparece alrededor de los 4 meses (después de la gruesa) y se irá perfeccionando con los años. A esa edad el bebé se descubre las manos, las mueve y las observa e intenta coger objetos y manipular su entorno.

El desarrollo de la psicomotricidad fina es muy importante porque los logros en este ámbito permitirán al pequeño experimentar y aprender sobre lo que le rodea. En definitiva, es muy importante para el desarrollo de la inteligencia.

 

 

La psicomotrocidad depende de la genética, del nivel de maduración y del entrenamiento o aprendizaje. Un vínculo sólido con la madre, la estimulación sensorial oportuna e incluso la alimentación son factores que favorecen que sea óptima.

El primer hito, como hemos visto, es el descubrimiento de las manos; pero a este le seguirán otros: a los siete meses podrá dar palmadas, a partir de los ocho meses podrá realizar torres con piezas o pasarse objetos de una mano a otra mano, y a partir de los 12 podrá tocar el tambor. Con 3 años realizará actividades más complejas como recortar con unas tijeras, abrochar botones o elaborar collares. La motricidad fina es imprescindible para escribir.

Ejercicios para estimular la motricidad fina en el primer año

Hay ejercicios y actividades sencillas que podemos practicar con nuestro bebé para ayudarle a ejercitar la motricidad fina según su edad y nivel madurativo:

A partir de los cuatro meses

Para mejorar el tono muscular y la sensibilidad, hay que jugar con el bebé a abrir y cerrar las manos. También se le pueden dar papeles de diferente texturas para que los arrugue (poniendo atención en que no se los lleve a la boca). Para estimular la prensión voluntaria le podemos ofrecer un juguete para que lo siga con la mirada e intente agarrarlo.

 

 

Con dos juguetes le podemos poner uno en una mano para que lo sujete, y colocarle el otro rápidamente en la otra. Y, por supuesto, debemos animarle a que manipule objetos libremente. Para promover la coordinación visomanual podemos hacer pompas de jabón para que las siga con los ojos y trate de alcanzarlas.

De siete a nueve meses

Hay varios ejercicios para la coordinación de ambas manos. Por ejemplo, podemos ponerle un guante o una manopla en una mano y enseñarle a quitársela con la otra; ofrecerle al bebé un objeto para que lo agarre y luego darle otro para que haga lo mismo con la otra mano, sin que suelte el primero es otra forma de estimular esa coordinación.

Los discos de agarre interconectados Montessori son fantásticos para que el bebé aprenda a pasarse objetos de mano a mano. También lo es enseñarle a golpear o chocar los dos objetos, uno contra otro.

Para promover el uso del dedo índice de forma independiente podemos jugar con él a señalar o a hacer caricias a partes de nuestro cuerpo y del suyo utilizando solo ese dedo. Ojear un cuento y dirigirle la mano para que señale con el índice las imágenes que nombres, es otra forma de utilizar el uso de este dedo.

 

 

A esta edad también podemos enseñarle a dar palmadas, imitar animales con las manos o hacer gestos acompañados de canciones. Podemos animarle a separar y juntar los dedos de la mano o a imitar a un pajarito haciendo una pinza con el dedo índice y el pulgar.

También podemos tomar sus pies y llevarlos a su campo visual para que los toque y reconozca los dedos de las extremidades inferiores. Otra de las actividades más completas para el desarrollo de la coordinación visomanual en este periodo es lanzar una pelota por el suelo para que la agarre.

 

 

De 10 a 12 meses

En este momento podemos iniciar el uso del pulgar y el índice en la prensión para estimular el uso de la pinza digital. Para ello podemos colocar varios objetos delante de él y procurar que los coja con ambos dedos. Existe un juego muy divertido, también, que consiste en colocar figuras que floten en un bol con agua.

El niño tiene que «pescar» las figuras utilizando la pinza digital. Para desarrollar fuerza y coordinación manual, podemos darle papeles para que los arrugue y rompa; y jugar a juegos de ensartar aros en algún soporte.

Ejercicios a partir de los 12 meses

A partir del año se debe seguir estimulando la motricidad fina. Podemos, por ejemplo, animarle a que junte las palmas de las manos y choque cada dedo con la mano contraria. Al principio puede resultarle difícil, pero con la práctica conseguirá hacerlo de forma coordinada. Otros ejercicios sencillos pueden ser hacer bolitas de papel o pellizcar la plastilina; ofrecerle un tambor o animarle a teclear un piano.

A medida que vaya creciendo ya podrá jugar a encestar juguetes, a derribar bolos o a trasvasar objetos pequeños (arroz, garbanzos, botones) en distintos recipientes. Pasar las páginas de un libro, hacer torres de construcciones o manipular un puzzle también pueden ayudar al desarrollo de la motricidad fina.

 

 

A partir de los tres años su capacidad motriz habrá avanzado a pasos agigantados y será capaz de insertar cordones, atar y desatar lazos, abrochar botones, recortar con tijeras o elaborar collares y pulseras con bolitas. Luego, podrá dibujar, trazar formas y empezará a escribir. Y amará las manualidades. Los siguientes años le servirán para mejorar la precisión, coordinación, resistencia, fuerza y rapidez de su psicomotricidad.

Algunos últimos consejos

El desarrollo de la motricidad fina está preestablecido y no hay que forzar a los pequeños. Es muy importante tener en cuenta la maduración del niño. Si vemos que se resiste, es mejor dejar las actividades para otra ocasión. Mostrarnos siempre afectuosos le estimulará a la hora de participar en los juegos.

 

El juego está íntimamente relacionado con el desarrollo motor del bebé, sus habilidades manuales, su capacidad de aprendizaje e incluso con la comunicación y el lenguaje. Aprende a proporcionarle el espacio y los objetos o juguetes más adecuados con el Seminario Online «Desarrollo, juego y estimulación (6-12 meses)»

 

También es importante verbalizar todas las acciones que realicemos. Las actividades de las distintas fases se pueden repetir a medida que crezca para consolidar lo que vaya aprendiendo. ¡La repetición de las actividades es de hecho necesaria para que las interiorice!

Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la pediatra Gloria Colli y la terapeuta ocupacional pediátrica experta en desarrollo infantil Jessica Romero.

 

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