Los peluches son compañeros inseparables de los niños más pequeños, siendo de gran importancia para su desarrollo emocional y cognitivo. Pero ¿por qué les gustan tanto? ¿Qué beneficios tienen los peluches?
¿Qué beneficios tienen los peluches?
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad UV de Ámsterdam demostró que, incluso para las personas adultas, el contacto con un animal de peluche tiene beneficios para la salud, y hasta puede ayudar a aliviar la angustia.
Los peluches son importantes objetos de apego o de transición para los bebés y niños pequeños, para quienes sus beneficios son tan evidentes como importantes, convirtiéndose así en un artículo que siempre acompaña a muchos niños y niñas, que los consideran casi imprescindibles en muchos momentos de su vida.
9 Beneficios de los peluches para los niños
1. Reduce los niveles de estrés y ansiedad
Tener un peluche puede ayudar a los más peques de la casa a reducir sus niveles de estrés y nerviosismo causados por alguna circunstancia vital o condición personal (inicio o cambio de colegio, miedo a la oscuridad, timidez o inseguridad, angustia por separación de los progenitores cuando estos se van a trabajar, una nueva situación, un divorcio o separación familiar, una visita al pediatra, la enfermedad o fallecimiento de su animal de compañía o la ausencia de un ser querido, etc.) En cualquier caso, tener cerca a su peluche favorito reduce los niveles de ansiedad del peque, aportándole sensación de confort, paz y seguridad.
Los peluches son blanditos y agradables, tienen una estética amable (generalmente la de un simpático animalito) y su suave tacto tiene el poder de regular la presión arterial, proporcionar tranquilidad y estimular la producción de endorfinas. Concretamente, la conocida como la hormona de la felicidad.
Los peluches reconfortan a los peques hasta el punto de que investigadores de la Universidad Estatal de Dakota del Norte sostienen que abrazar a un animal de peluche ayuda a los niños pequeños a confiar en su propia capacidad para buscar consuelo. Otros estudios y experiencias han evidenciado que los peluches incluso pueden ayudar a aliviar el trauma en niños expuestos a la guerra y al terror.
2. Les ayudan a expresar sus sentimientos
Jugar con peluches ayuda a los más pequeños a aceptar y comprender las emociones mas complejas mediante la interacción y el juego simbólico con ellos.
Esta actividad les permite conversar o trasladar al peluche sus preocupaciones, emociones y sentimientos, de forma que se abren nuevos canales de comunicación a edades a las que les resulta difícil entender y expresar todo lo que sienten. Así, de forma lúdica, natural y relajada, los niños pueden expresar mediante el juego con peluches fastidio, miedo, cariño, cansancio, enfado, ansiedad, preocupación, felicidad, etc.
3. Dormir con peluches
Muchas familias se preguntan si es bueno dormir con peluches cuando ven que no hay forma de que sus pequeños se metan en la cama sin ellos. Y es que los peluches son grandes infalibles a la hora de dormir, momento en el que se convierten en compañeros inseparables que ayudan a los niños y niñas a conciliar el sueño con tranquilidad. ¡Abrazados a su peluche favorito los peques se sienten mucho más seguros!
Aquí la recomendación es tener cuidado con la edad a la que ofrecemos peluches a nuestros hijos e hijas, porque meter peluches en la cuna del bebé es peligroso y está absolutamente desaconsejado por aumentar la probabilidad de asfixia durante el sueño.
4. Jugar con peluches facilita el desarrollo de las habilidades sociales
Los peluches ayudan a las niñas y a los niños a aumentar la confianza en sí mismos, la base para desarrollar y mostrar sus emociones y fomentar los primeros vínculos sociales mediante el juego. Este tipo de juguete ayuda especialmente a sentar las bases para las habilidades sociales fundamentales.
Los niños pequeños ensayan las habilidades sociales mediante juegos de simulación con otros niños, lo cual es sumamente importante para su desarrollo social. Asimismo, participar en actividades de cooperación con otros peques o con sus progenitores o hermanos, refuerza sus aptitudes sociales.
5. Fomentan el desarrollo de la imaginación
Hablar con los peluches, simular situaciones con ellos, inventar juegos, actividades y conversaciones, imaginar quiénes son, qué cosas les gustan, dotarles de atributos e interactuar de forma lúdica con sus peluches desarrolla enormemente la creatividad e imaginación de nuestros peques.
6. Les ayudan a interiorizar hábitos y rutinas, haciéndoles más autónomos
Hacerles partícipes de la realidad cotidiana (llevarles a comer o a la cama cuando ellos lo hacen, darles «clases» o llevarles al médico) ayuda a los más pequeños a interiorizar rutinas y acostumbrarse a los horarios, actividades, etc.
Asimismo, al ser ellos quienes asumen el papel de mando, adquieren mayor autonomía con el peluche como compañero de actividades (a la hora de dormir solos, superar el miedo a la oscuridad, etc.)
Al jugar con ellos a imitar las actividades cotidianas familiares que forman parte de sus rutinas regulares (darles de comer o beber, cuidarles, sacarles de paseo o ponerles a dormir, por ejemplo) los pequeños van asumiendo cuáles son sus quehaceres diarios y los de su familia.
7. Ayudan a sobrellevar la separación entre [p]madre e hijo/a
Con la ayuda de un peluche, los niños son más capaces de afrontar la separación de su figura de cuidado principal de forma más serena y agradable. Esto sucede cuando la madre, el padre o quien cumpla esta función se aleja o se ausenta por cortos períodos de tiempo dejando a los niños al cuidado de otra persona.
Esta angustia, aunque a menudo es percibida como angustiante para los más pequeños, es también esencial para su desarrollo emocional, psíquico y social (siempre que se realice de forma amable y respetuosa).
8. Fomentan el desarrollo del lenguaje
Participar en juegos de simulación favorece el desarrollo del habla y las habilidades del lenguaje. Los niños y niñas necesitan practicar mediante el juego sus habilidades de comunicación. Al participar con nuestros hijos e hijas en la representación de escenas lúdicas de juego simbólico, estamos fomentando su desarrollo lingüístico y ayudándoles a practicar, ya que hablar es una parte natural del juego. Para ello, es conveniente promover los turnos conversacionales. Es decir, motivar a los peques a que ellos también participen del juego hablando.
Si quieres saber más sobre juego y desarrollo o sobre cómo fomentar la regulación emocional de tus peques a través del juego, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentran la terapeuta ocupacional pediátrica Jéssica Romero y la psicóloga y logopeda infantil Elena Mesonero.
9. Fomentan el desarrollo de la responsabilidad, la compasión y la empatía
Al jugar a cuidar a un animal de peluche, los peques están asumiendo el rol o papel de cuidador, lo que les resulta útil para despertar el deseo natural de conectar y comprender a los demás. El juego de simulación en grupo exige a los niños y niñas que consideren a otras personas.
Por otra parte, cuidar de un peluche les enseña a ser responsables y cuidar de otros, lo que a su vez refuerza tanto la empatía como la compasión.
Peluches y bebés: ¿Cuándo se puede dar un peluche a un bebé?
Muchos padres y madres se plantean cuándo darle peluches a un bebé. Aunque es muy probable que formen parte de su entorno antes, los expertos recomiendan la edad comprendida entre los 12 y 18 meses como el momento idóneo para empezar a usar juguetes como muñecos, muñecas o peluches para animar a los niños y niñas a aprender jugando.
A partir de este momento los peques empiezan a encariñarse con sus juguetes y es muy normal en esta etapa que elijan un favorito, lo que jugará un papel importante en sus sentimientos, ya que les aportará sensación de confort y seguridad.
Los peluches forman parte de la vida de nuestros hijos hasta aproximadamente los 6 años (o incluso más), aunque el momento en que les pueden resultar imprescindibles y convertirse en sus juguetes de apego acaba hacia los 2 años y medio, aproximadamente (aunque en algunos casos pueden cumplir la función de apego hasta los 6 o 7 años). En el caso de los niños, suelen pasar más rápidamente de los peluches a los juguetes rígidos, como muñecos o coches de juguete, mientras que las niñas suelen tardar un poco más en hacer esta transición.
Cómo elegir los peluches
En el mercado hay multitud de peluches de todos los tipos, texturas, tamaños y colores; pero lo ideal es que sea el niño o la niña quien elija el que se convertirá en su inseparable compañero.
Por lo general, los peques eligen peluches con la forma de su animal favorito y texturas y colores suaves, aunque esto dependerá mucho de los gustos personales de cada niño o niña. El tamaño de los peluches puede variar, pero en la mayoría de los casos será de tamaño mediano.
Aunque cada peque elegirá el peluche que más le guste, debemos tener en cuenta ciertas características:
- Los ojos y la nariz deben estar cosidos o incrustados, nunca pegados. De esta forma evitaremos accidentes domésticos si se sueltan y los peques se los llevan a la boca. Asimismo, no debe tener piezas susceptibles de desprenderse, como pequeños botones.
- Es conveniente evitar los peluches con purpurina, brillo, lentejuelas o cualquier otro material que aunque sea llamativo también pueda desprenderse fácilmente.
- Si el peluche elegido contiene pilas, estas deben estar en un compartimento seguro e inaccesible para los niños. Es importante asegurarse de que no se encuentren ni extraigan fácilmente, sobre todo si se trata de pilas de botón, para evitar envenenamientos y atragantamientos.
Lavar los peluches
Puesto que los peluches acompañan a los niños y niñas pequeños a todas partes (siendo tirados al suelo, arrastrados, pisados y luego metidos en su cama) es conveniente preservar su higiene. Hay dos maneras de lavar los peluches de los niños:
- Lavado manual. Es el lavado preferible. Se hace con agua fría y detergente para prendas delicadas, frotando suavemente el peluche en las zonas manchadas. Después se deja en remojo unos minutos, se aclara, se escurre bien y se deja secar.
- Lavado en la lavadora. La opción favorita de todas las familias. Se puede utilizar un jabón y programa para prendas delicadas y colocar el peluche en una red de lavado o funda de almohada. De este modo, nos aseguraremos de que no se deforma.
En ambos casos es importante secarlos al aire y en sombra (¡nada de meterlos en la secadora!). También es recomendable que el lavado no se haga a la vista de nuestros peques, ya que para ellos el olor forma parte del vínculo de apego con el juguete.
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