7 Motivos para no obligar a nuestros hijos a compartir

Lo suyo es suyo y ellos deben decidir cuándo y a quién prestarlo

Todas las mamás y papás del mundo nos hemos encontrado alguna vez en la vida con ese incómodo momento en que otro niño osa coger un juguete de nuestro hijo y la tormenta se desarma. Allá que va nuestra pequeña criatura dispuesta a defender con uñas y dientes su propiedad o, en el menos malo de los casos, a llorar como si le hubieran arrancado la vida para reclamar que le devuelvan lo que es suyo. Porque… ¡No quiere compartir! Y ante eso, ¿qué hacemos?

Es ese momento en que muchas madres y padres se debaten entre la pena de ver que su hijo lo está pasando mal y la presión social que sentimos por educar bien a nuestros hijos. Casi podemos sentir en la nuca el peso de las miradas de los demás padres esperando a ver qué hacemos.

Porque, se supone que los niños deben saber compartir, ¿no?

Pues no. No es algo natural en un niño tan pequeño ese nivel de desprendimiento y desapego que esperamos de ellos. Ni siquiera los adultos más empáticos que conozco alcanzan esos niveles de generosidad que, a menudo, esperamos de los niños.

 

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Entonces, ¿no les enseñamos a compartir?

Sí, enseñarles sí, desde el ejemplo; pero se me ocurren, al menos siete razones para no obligarles a compartir. Allá van:

1. Los niños pequeños no entienden el sentido de prestar o compartir como algo temporal

No saben que ese niño del parque va a jugar un rato con su bici y luego se la va a devolver; y si son muy pequeños no tienen capacidad para comprenderlo aunque se lo expliques, así que lo que él vive, su realidad, es que otro niño le está quitando su juguete y, encima, su mamá, su papá, se ponen de parte del «ladrón».

Del mismo modo que sufren angustia por separación porque no saben que vamos a volver cuando los dejamos en la escuela infantil, o con otra persona, sufren cuando otro niño coge su juguete porque no saben que lo recuperarán después.

2. Los desconocidos no son amigos

Los niños tienen una facilidad impresionante para jugar entre ellos sin conocerse de nada, pero eso no los convierte en amigos íntimos, de pronto. Además, si habitualmente les decimos que no hablen con desconocidos, ¿qué sentido tiene que les digamos que compartan su juguete con el «amiguito» de turno? No es su amigo, lo acaba de conocer. Y nosotros, los adultos, tampoco prestamos nuestros objetos de valor así, a la ligera, al primero que nos cruzamos por la calle.

 

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3. Para ti es sólo un juguete, para él es su mayor tesoro

En su escala de objetos valiosos, sus juguetes son lo máximo, equiparable quizás con lo que para nosotros sería nuestro coche; hasta ese punto valoran sus cosas, que es algo que, además, queremos para ellos: que sean cuidadosos con sus cosas, y que las valoren.

¿De verdad prestarías tu coche a un completo desconocido sin pensártelo dos veces? ¡Incluso a un amigo! Conozco a muchísimos adultos que no prestarían su coche a no ser que fuera una situación de emergencia extrema. ¿Por qué esperamos que nuestros hijos compartan sus juguetes sin tener derecho siquiera a protestar?

4. No se puede forzar la generosidad

Tenemos tendencia, socialmente, a «enseñar» ciertos valores a los niños forzándolos a actuar como se espera que lo hagan. La generosidad es uno de esos valores y la verdad es que no tiene sentido ninguno pensar que obligando a nuestros hijos a compartir estaremos fomentando que se conviertan en personas generosas.

Si mi jefe, por ejemplo, me presiona para que le preste el móvil y, bajo esa presión, se lo dejo, eso no me convierte en una persona generosa. Me convertirá, en todo caso, en una persona sumisa; me podré sentir avasallada, pero si no nace de mí misma, no es generosidad. Es más, puede que eso haga que quieran compartir aún menos, al sentirse forzados a hacerlo.

 

 

5. Es su decisión

Sí. Aunque nos cueste aceptarlo nuestros hijos tienen derecho a tomar decisiones y sus cosas son suyas. Está claro que somos sus padres, sus tutores legales, y como tales, debemos protegerlos y educarlos; y eso implica tomar decisiones por ellos. Pero hay ciertas cosas que deben decidir ellos mismos, es saludable que lo hagan; y si queremos que respeten nuestras cosas y no las cojan sin permiso, tendremos que aceptar el principio de reciprocidad: ellos también pueden decidir a quién y cuándo quieren prestar (o no) sus cosas.

6. Se sienten desprotegidos

Cuando otro niño coge su juguete nuestro hijo acude a nosotros en busca de ayuda porque se siente indefenso, le han quitado algo que es suyo. Viene en busca de nuestro apoyo como cuando se ha caído o le han dado un balonazo. Pero en lugar de encontrar nuestro apoyo, en esta ocasión, se encuentra con que reafirmamos que lo que está pasando está bien y lo que él siente está mal. Le decimos que debe compartir su juguete sin tener en cuenta lo que él quiere ni lo que siente; y eso los deja muy desamparados en un momento complicado para ellos.

 

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7. No somos coherentes

Si la norma fuera «los niños tienen que compartir» y la aplicáramos siempre, por más que no encaje en su naturaleza infantil, aún podría resultar razonable. Pero es que, el colmo de las incoherencias llega cuando es nuestro hijo el que coge el juguete de otro niño y entonces, como por arte de magia, le damos la vuelta a la tortilla y le explicamos que ese juguete es de otro nene y que no debe cogerlo. ¿Cómo? ¡Pero si él acaba de coger el mío y me has dicho que había que compartir! ¿En qué quedamos?

Y, entonces, ¿qué hacemos?

Pues para enseñarles a compartir y a ser generosos, nada como predicar con el ejemplo. Ya lo decía Teresa de Calcuta: «No te preocupes porque tus hijos no te escuchen, te observan todo el día». Ellos nos imitan en todo, así que si queremos que interioricen que la generosidad es un valor positivo tendremos que mostrarles lo generosos que somos.

Mientras tanto, para sobrevivir a esta etapa en la que nuestros hijos aún no están preparados para compartir podemos gestionar la situación de varias formas:

Si el niño que quiere el juguete es mayor y tiene ya edad de comprender, le podemos explicar que nuestro hijo es muy pequeño y aún no está preparado para prestarle ese juguete; y podemos ofrecerle una alternativa al mayor.

 

 

Si los dos niños son pequeños, toca distraer y redirigir la atención hacia otra cosa, porque ninguno de los dos tiene capacidad aún para entender por qué no le damos el juguete que quiere usar (sea suyo o no). Lo lógico es usar siempre el mismo razonamiento tanto si es nuestro hijo el que quiere un juguete ajeno como si es otro niño el que quiere usar un juguete de nuestro hijo; y como ya hemos visto que cuando son pequeños no suelen estar preparados para compartir, pues mejor no obligar ni forzar en ningún caso. Algunas cosas que sí pueden ser útiles son:

  1. Explicar que es su juguete «favorito» (o uno de ellos) y no le gusta compartirlo. O explicar a nuestro hijo que ese juguete no es suyo y su dueño no quiere dejárselo.
  2. Preguntar a nuestro hijo si quiere dejarle otro juguete distinto, siempre sin forzar.
  3. Preguntarles a los dos si les gustaría intercambiarse algún juguete por un rato, igualmente sin obligar.
  4. Preguntarle al dueño del juguete si le gustaría que jugaran los dos juntos con su juguete, en caso de que sea posible. Por ejemplo, con una pelota.
  5. Ofrecerles la alternativa de jugar juntos a algún juego sin usar el juguete en cuestión.

Si los dos están centrados en el juguete y no conseguimos redirigir la situación hacia ninguna solución respetuosa, tendremos que asumir que el dueño del juguete tiene derecho a decidir y validar las emociones de ambos para ayudarlos a pasar el mal rato.

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3 responses on "7 Motivos para no obligar a nuestros hijos a compartir"

  1. Me a gustado mucho el articulo. Me suele pasar mucho estas situaciones y suelo usar la tecnika de intercambiar lo juguetes pero a veces mi hijo enseguida se aburre y pide su juguete devuelta enseguida, que hacer en ese caso, a veces el otro niño no lo quiere devolver tan rapido.

  2. Pues vaya daño que le estás haciendo a la sociedad con tu artículo. Estoy pensando en separar a mi hijo pequeño de su mejor amigo ya que su madre después de leer este artículo toma bastante cuidado si su hijo presta algún juguete a mi hijo, y yo pienso, qué hay de malo en sugerir en que se lo preste?, ya que es su mejor amigo. Sugerir o enseñarle a compartir con su mejor amigo, es desde mi punto de vista fomentar una gran amistad que durará de por vida. Yo le doy a mi hijo sugerencias y le explico el por qué constantemente . Una vez en el parque le dije: si no compartes entonces no harás muchos amigos, a lo que una madre contestó si acaso compartía yo mi coche con ella o viceversa haciendo alusión al párrafo arriba mencionado, desde entonces nuestros hijos no volvieron a jugar, aunque debo decir que la razón fue por la diferencia de opiniones entre ella y yo. Los niños no nacen aprendidos, tenemos que enseñarle todo y guiarles con valores si queremos que sean felices. Si no entienden que acercarse al balcón es peligroso debemos hacer que lo entiendan, al igual que ir al colegio, o lavarse los dientes, sin obligarlos claro está,
    Muchos padres protectores a menudo interpretan o toman lo quieren de artículos como este y no hacen más que perjudicar la salud mental, emocional y el ámbito social de sus hijos, sin embargo debo decir que este tipo de artículo son en su mayoría la trampa para que dichos padres contraten sus servicios,

  3. En mi caso la prima de mi bebé que tienen la misma edad , no presta ninguno de sus juguetes y le quita los de mi hija , no la deja jugar con nada y llora mucho si mi hija ve que juega con algo .lo que sea , ella va y se lo quita.

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