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El embarazo conlleva toda una serie de cambios en el cuerpo de la mujer. Más allá del aumento de peso y las habituales náuseas, hay otros trastornos menos conocidos, pero también habituales. En el caso de la vista, es posible que algunas mujeres vean puntos negros o lucecitas en el embarazo. En caso de que estas se produzcan de forma repetida o aparezcan sin realizar un esfuerzo previo o por un cambio de posición repentino, habría que consultar al médico.
¿Qué pasa si veo lucecitas en el embarazo?
Es frecuente que las mujeres embarazadas sufran molestias en los ojos, alteraciones de la vista o cambios en la graduación durante la gestación. Aunque la mayoría de ellos suelen revestir poca importancia y desaparecer una vez se da a luz, hay algunos que sí pueden indicar que algo no va del todo bien.
Ocurre, por ejemplo, cuando vemos puntos brillantes o negros (escotomas) y lucecitas en el embarazo ya que pueden estar asociadas a hipertensión ocular, desprendimiento de retina e hipertensión arterial.
Es cierto que por sí solos, no son indicativos de que algo vaya mal. De hecho, los cambios de presión y la falta de hierro pueden estresar la retina provocando la aparición de chispas, manchas o destellos cortos.
Según explica la matrona del equipo de Criar con Sentido Común, Sara Caamaño, «lo primero que hay que descubrir es cuál es el origen de esas lucecitas». Así, en caso de sospechar un origen patológico se derivará al obstetra o especialista de referencia para que lo valore. Aunque lo más habitual es que no sea nada, en algunas ocasiones esas lucecitas en el embarazo se asocian a trastornos hipertensivos del embarazo como la preeclampsia o la eclampsia, por lo que es importante acudir al especialista cuanto antes.
Trastornos hipertensivos del embarazo
Alrededor de un cinco por ciento de las mujeres embarazadas sufre preeclampsia, una enfermedad que aparece únicamente en el embarazo (a partir de la semana 20) y que puede tener consecuencias graves para la madre y el bebé ya que puede provocar que no llegue suficiente sangre a la placenta y, con ello, una disminución de oxígeno y nutrientes al feto.
En todas las revisiones del embarazo, la matrona tomará la tensión arterial de la mujer. En caso de que la tensión sea alta, se procederá a hacer un análisis de orina y de sangre para esclarecer si los niveles de proteínas son elevados y, por tanto, existe preeclampsia.
Síntomas de la preeclampsia
Entre los principales síntomas de la preeclampsia destacan:
- Tensión arterial alta: hablaríamos de >-140/90 con afectación órgano diana o tensión de >-160/110 (dos veces separadas por seis horas), en cuyo caso se trataría de una preeclampsia severa. Eso sí, hay que tener en cuenta que aunque la tensión alta puede ser una señal de preeclampsia, por sí sola no indica que esta exista.
- Hinchazón de manos, pies o cara. Es cierto que no siempre aparece o que por sí misma no es un síntoma claro de preeclampsia ya que, de hecho, es habitual sufrir algún tipo de hinchazón en el embarazo. Sin embargo, si esta hinchazón se produce alrededor de los ojos o hay un aumento de peso de unos dos kilos en solo una semana, sí habría que consultar al médico.
- Presencia alta de proteína en la orina (proteinuria). Se considera que existe cuando hay 300 mg o más de proteínas por litro de orina recogida en 24 horas.
- Dolor fuerte de cabeza que no cesa ni siquiera con analgésicos.
- Visión doble, borrosa, dificultad de enfocar, aparición de luces intermitentes, moscas volantes o puntos negros.
- Vómitos o dolor en el abdomen.
- Sensación de falta de aire: algunas mujeres pueden sufrir retención de líquidos a nivel pulmonar.
- Sueño intenso.
Aunque sus causas se desconocen, hay más riesgo de sufrir preeclampsia en el caso de las mujeres primíparas, con antecedentes de preeclampsia en la familia, en el caso de adolescentes o mujeres mayores de 40 años, con embarazos múltiples, en caso de sufrir hipertensión arterial, si existen problemas renales, obesidad y diabetes o si se ha sufrido preeclampsia en embarazos anteriores.
La preeclampsia desaparece cuando nace el bebé, por ello, lo ideal es inducir el parto o realizar una cesárea en los casos más graves cuando el embarazo está avanzado. En caso de hipertensión controlada sin síntomas de preeclampsia, la matrona de CSC recomienda que la mujer esté siempre activa y mantener la sal en su dieta. Además, es posible que se le administren fármacos antihipertensivos.
Consecuencias
Entre las consecuencias más habituales se encuentra un feto con crecimiento intrauterino retardado o un bebé con bajo peso al nacer. Sin embargo, es cierto que la mayor parte de las mujeres embarazadas que sufren preeclampsia tienen bebés sanos gracias a los controles rutinarios que se dan durante la gestación.
La tensión arterial alta puede afectar al funcionamiento de los riñones, provocando la pérdida de proteínas por la orina. Además, puede dañar a otros órganos como el hígado, el cerebro o la sangre.
Entre las complicaciones más destacadas se encuentra el síndrome de HELLP y la eclampsia. La primera afecta a la sangre y al hígado y se produce por la rotura de los glóbulos rojos dentro de los vasos sanguíneos; hay déficit de plaquetas y las transaminasas y la bilirrubina aparecen elevadas. Todo ello puede provocar dolor en la boca del estómago y cerca de las costillas, náuseas, vómitos, diarrea y dolor de cabeza.
El caso de la eclampsia sería el más grave ya que va acompañada de convulsiones que no se asimilan a ningún otro proceso patológico y puede llevar al coma e incluso a la muerte de la madre y el bebé. La eclampsia no es más que el resultado de una preeclampsia mal tratada o imposible de controlar. La eclampsia se produce cuando se contraen los vasos sanguíneos en exceso, dejando pasar muy poca cantidad de sangre, dando lugar a microinfartos que afectan especialmente al cerebro y pueden dar lugar a las convulsiones y al coma. Sin embargo, gracias a los controles del embarazo, lo habitual es detectarla y tratarla a tiempo.
Problemas de visión habituales durante el embarazo
Entre los problemas visuales más habituales durante el embarazo, destacan la visión borrosa, mayor riesgo de sufrir sequedad en los ojos por un déficit en la secreción de lágrimas, posible aumento de miopía, párpados hinchados o aparición de manchas, chispas o lucecitas en el embarazo.
La buena noticia es que esos trastornos se deben a los cambios hormonales propios del embarazo y suelen desaparecer una vez se da a luz. En cualquier caso, es importante que acudas al especialista para asegurarte de que todo va bien. En la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de profesionales. Además, tendrás acceso a los más de 120 cursos sobre salud materno-infantil y crianza respetuosa. El primer mes es gratis y no tiene compromiso de permanencia.
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