En los dos primeros artículos que escribí expliqué que el apego no es un modo de crianza o elección, ya que el ser humano cría con apego por naturaleza. Desde el nacimiento existe un proceso…
En pleno siglo XXI no podemos evitar el uso de nuevas tecnologías como el teléfono móvil y tablet, el ordenador, etc. Discusión aparte sobre lo poco beneficioso que puede ser para el desarrollo de los bebés, hoy vengo a hablarte de cómo afecta a nivel físico su uso (o mal uso) en niños, adolescentes y adultos.
Cuello
A nivel anatómico, el cuello de un niño o de un adolescente sigue en crecimiento, aunque ya haya tomado su forma definitiva. Las 7 vértebras cervicales no forman una línea recta, sino que constituyen una curva en forma de «C» con la parte convexa hacia delante.
Esta forma se debe a la adaptación que hace su columna para mantenerlos de pie. Cuando un bebé nace, toda su columna tiene forma de «C» y, poco a poco, va cambiando a medida que adopta las posturas de sentado, gateo, bipedestación y marcha.
Ahora piensa (o incluso coge el móvil para comprobarlo) en la postura que adoptas al escribir un mensaje con él. Según varios estudios, al utilizar el móvil, la postura habitual es cogerlo entre las manos y colocarlo a la altura del abdomen, pegado al cuerpo.
Esta postura implica una flexión cervical (llevar la cabeza hacia delante y hacia abajo) para poder visualizar la pantalla del teléfono. Cuando es un mensaje corto (2 ó 3 minutos escribiendo) puede que no pase nada… Pero no suele ser lo habitual. Intenta calcular el tiempo que pasas al día delante de una pantalla (de móvil o tablet).
Durante todo ese tiempo, tu cuello está en una posición forzada. La musculatura (trapecios y espinales, principalmente) está en tensión mantenida. La evidencia actual concluye que esa tensión es incapaz de reducirse cuando se termina con el uso del dispositivo.
¿Qué quiere decir eso?
Quiere decir que cuando lo utilizamos de manera prolongada, se puede crear un acúmulo de tensión muscular que va a originarnos diversos problemas como contracturas, dolores de cabeza y brazos, mareos, etc. Además también se ha comprobado que se genera mayor flexión cervical cuanto mayor es el dispositivo que se utiliza.
Ahora extrapola todo esto a un niño (por no decir un bebé). Ellos están en estado continuo de crecimiento. Sus vértebras y su musculatura necesitan moverse, necesitan generar diferentes tensiones para adaptarse al crecimiento que se está generando en ellos.
Mantenerse durante mucho tiempo en una postura forzada, hace que aparezcan tensiones musculares que, de no ser tratadas a tiempo, pueden generar alteraciones en el crecimiento. Con esto no quiero ser alarmista, pero la realidad esta ahí. Si necesitáis asesoramiento al respecto, podéis consultarme en la Tribu CSC.
Recomendación para evitarlo
Lo mejor para evitar que esto suceda es apoyar los antebrazos en una mesa para que descansen. Así el teléfono se colocará un poco más alto para no tener que llevar la cabeza hacia delante.
En caso de utilizarlo en casa o en el colegio, debemos utilizar mecanismos adaptados para ello: muchas fundas de tablets y teléfonos permiten la opción de colocarlos apoyados sobre uno de los laterales o sobre la propia tapa para poder usarlo a modo de ordenador.
Pulgar
Es uno de los problemas que mucha gente no tiene en cuenta y es que, al utilizar el móvil principalmente, lo hacemos con una sola mano, generalmente siempre la misma, lo que produce a la larga un exceso de movilidad de dicho dedo.
Según estudios, el uso del móvil aumenta el doble la velocidad de movimiento de separación y aproximación, que la de flexión y extensión. Traducido a nuestro idioma: a mayor movilidad, mayor probabilidad de dolor articular.
Además, también se ha relacionado la velocidad de utilización con dolores de pulgar e incluso muñeca y cuello, tales como tendinitis de Quervain, síndrome de dolor miofascial o síndrome de desfiladero torácico.
Piensa en el tamaño de tu móvil o tablet e imagina a una criatura de 4, 5 ó 6 años de edad (en el mejor de los casos) utilizándolo con una sola mano. Su pulgar tendrá que trabajar enormemente para llega a tocar ciertas partes de la pantalla.
Para evitarlo debemos utilizar el móvil como un ordenador, usando todos los dedos si es posible o, como mínimo, ambas manos.
Ojos
El uso de pantallas disminuye la cantidad de veces que parpadeamos por minuto. Esto puede dar lugar a que los ojos se pongan rojos, aumente la sequedad, la sensación de cuerpo extraño y una visión borrosa.
A más largo plazo se ha comprobado, sobre todo en menores de 2 años, que puede derivar en trastornos visuales en la graduación como hipermetropía y astigmatismo.
Cerebro
La conclusión de la evidencia es que, a nivel cerebral en niños de 10 años, se produce un aumento de temperatura, cambios en el metabolismo celular y en las funciones neurotrasmisoras.
Todo esto se traduce en un peor funcionamiento cerebral. Esto no sólo les afecta cuando lo están utilizando, si no que también se ven afectados si alguien lo utiliza cerca de ellos.
Un peor funcionamiento cerebral, sobre todo en los más pequeños, hace que el desarrollo cognitivo (lenguaje, percepción, imaginación, razonamiento, planificación, resolución de problemas, etc…) sea más pobre (esto daría para otro post).
Sin embargo, hay esperanza: utilizar estos dispositivos como recurso pedagógico con programas o actividades educativas, podría resultar beneficioso si no suple la actividad física y la relación con el entorno.
Global
Ni que decir tiene que el uso continuado en edades tempranas hace que todo el tiempo que los pequeños pasan delante de la pantalla sea tiempo que se quitan de moverse, jugar y relacionarse con los demás niños, provocando obesidad, posibles enfermedades cardíacas y trastornos metabólicos.
También se ha demostrado que permanecer mucho seguido viendo la televisión hace que aumente el consumo de bebidas azucaradas en niños, lo que provoca aún mayor probabilidad de obesidad cuando crezcan.
La conclusión que obtenemos de todo ello es que debemos evitar cualquier tipo de dispositivo en menores de 2 años y a partir de esa edad limitarlo al máximo, y por supuesto fomentar el movimiento y la relación con el entorno.
Cuando no se pueda evitar, utilizar pantallas de protección visual, alejar el dispositivo de la cara y disminuir el contraste y el brillo todo lo posible para que la exposición sea menor.
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