Son muchos los padres y madre que piensan que los supositorios son más rápidos, más efectivos y sobre todo más fáciles de usar cuando toca darle la medicación a un bebé o a un niño…
Si a tu hijo le pica el culete es posible que tenga parásitos. Es un problema muy frecuente en niños. En nuestro medio los parásitos más habituales no suelen producir enfermedad grave. Existen muchos tipos de parásitos, desde los más pequeños que son una simple célula, a los más complejos que son como una lombriz.
Los parásitos más contagiosos
Los más simples son las giardias. Son un organismo formado por una sola célula que puede estar en agua y alimentos contaminados. Se trasmite fácilmente de persona a persona por no lavarse adecuadamente las manos después de ir al baño o cambiar pañales y el propio niño perpetúa la infestación llevándose las manos sucias a la boca.
Las giardias pueden ser asintomáticas o producir síntomas digestivos leves. Lo más frecuente es que el peque tenga diarrea, con deposiciones malolientes y espumosas por exceso de gas. A veces solo produce episodios de dolor abdominal intermitente con muchos gases y con la barriga hinchada, que pueden simular otro tipo de problemas digestivos.
Cuánto más leves son los síntomas, más se retrasa el diagnóstico y aumenta la difusión del parásito, que es muy contagioso. Para diagnosticar este tipo de parásitos es necesario buscarlos en varias muestras de heces, habitualmente tres, porque en una muestra aislada es muy difícil de detectar.
Los parásitos más frecuentes
Los parásitos más frecuentes son los oxiuros o lombrices. Se trata de un pequeño gusanito del tamaño de un grano de arroz muy fino que se aloja en el intestino grueso. Durante la noche se desplaza a la zona del ano donde deposita los huevos que se quedan adheridos a la piel y a la ropa.
Es entonces cuando aparece el picor y con el rascado el niño se lleva los huevos bajo las uñas que luego pueden terminar en la boca, cerrando el círculo de la autoinfección. Los síntomas principales se producen por el picor y el rascado secundario.
El síntoma más frecuente es el prurito anal: al niño le pica el culete, sobre todo por las noches. Durante el día parece estar perfectamente. En ocasiones las molestias nocturnas producen también irritabilidad diurna por despertares frecuentes y alteraciones del sueño con pesadillas, despertares múltiples, incluso episodios de sonambulismo.
En las niñas el rascado puede producir inflamación en la zona genital, incluso favorecer la presencia de infecciones. Aunque el bruxismo, el rechinar de dientes, se ha relacionado tradicionalmente con los parásitos, esto no se ha podido demostrar en la práctica. Si el niño rechina los dientes es conveniente que lo valore el odontopediatra por si precisa un protector dental.
Si vemos las lombrices paseándose tranquilamente por el culete no es necesario hacer ninguna prueba. Bastará con que lo comentes con su pediatra para que le indique el tratamiento. No hace falta llevar el pañal, ni las lombrices en un tarro, ni siquiera una foto. El pediatra se fiará de lo que has visto, créeme.
Test de Graham
Si el único síntoma es el picor o la irritabilidad nocturna, se puede hacer una prueba diagnóstica que se llama test de Graham y que puede resultar muy curiosa pero es muy sencilla. Se corta un trozo de cinta adhesiva transparente de la que usamos para pegar papeles, de unos 5 cm de largo.
Se pega la cinta sobre la zona del ano a primera hora de la mañana, se despega inmediatamente y se vuelve a pegar sobre el cristal que te habrá proporcionado el laboratorio. Los huevos que han depositado las lombrices se quedarán pegados en la cinta y el analista las verá al microscopio sin gran dificultad.
Tratamiento de los parásitos
El tratamiento de los parásitos es muy sencillo. Se utiliza un medicamento que se administra una vez al día entre 1 y 3 días, y que hay que repetir solo una vez a las 2 semanas para eliminar los nuevos ejemplares adultos que hayan podido salir de los huevos que estaban depositados alrededor del ano.
Lo más habitual es tratar también a los hermanos mayores de 1 año y a veces también a los adultos que convivan con el niño, excepto embarazadas.
Aunque se trate de un trastorno molesto, los parásitos más habituales no revisten gravedad y disponemos de tratamientos efectivos y sin complicaciones pero, como siempre, lo mejor es prevenir.
Acostumbra a tus hijos a lavarse las manos siempre después de ir al baño y procura que tenga las uñas limpias y cortas para evitar contagios.
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