Hace unas semanas, en época de cole, mi hijo me enseñaba orgulloso su examen de ciencias naturales, en que había sacado buena nota en una materia que le encanta. Versaba sobre los tipos de animales y sus características. Él me preguntó la razón por la que le habían tachado una respuesta: describiendo a los mamíferos había que ir completando los huecos, y una frase decía así: “son … vivíparos … y sus crías se alimentan de … leche… que producen sus madres en sus … tetas…”, con la palabra “tetas” tachada.
Me encogí de hombros y le respondí lo que él ya sabía: que la respuesta era correcta, así que él mismo me dijo que lo preguntaría al profesor después de valorar que quizá el “error” estaba en que en el libro las denominaban mamas, y de hablar un rato de los sinónimos de dicha palabra, puesto que su hermano pequeño desconocía que a la “teta” se la puede llamar de más formas.
«Tetas» no es un término malsonante, sino coloquial
Efectivamente, en el libro aparece el termino mamas; pero además la respuesta a la pregunta del niño fue que «el término de tetas es malsonante». No voy a juzgar la valoración del maestro para evaluar los conocimientos de los alumnos en base a que sea literal el término usado o un sinónimo, pero sí me hace pensar en cómo ve la sociedad la lactancia y las tetas, o más bien como no las ve.
Las mujeres tenemos tetas (mamas, senos, pechos o glándulas mamarias) y su función es producir leche, como en el resto de mamíferas cuando tienen criaturas. ¿Cuándo ha entrado aquí la connotación malsonante o chistosa de esto? Cuando los adultos lo hacemos. De hecho, según la RAE:
“Teta: cada uno de los órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par y sirven en las hembras para la secreción de leche”.
Si acaso se le atribuye el adjetivo de coloquial, pero no malsonante. Supongo que mis hijos ven esta palabra como algo natural porque la han dicho cientos de veces para reclamarla cuando han tenido hambre, sed, mimos o necesidades varias, pero sobre todo porque en casa esa palabra, igual que otras relacionadas como los términos coloquiales o científicos que designan los genitales, las han escuchado con naturalidad y respeto.
Falta cultura de lactancia y sobra marketing
De vez en cuando recordamos entre risas cómo el pequeño descubrió que la leche de la botella de la nevera era de vaca, y dijo risueño: «Ah, así que las vacas dan leche ¡como mamá!». Hace gracia, y dice mucho, si lo comparamos con todas aquellas personas que hablan de las mujeres al revés, como si de vacas lecheras se tratara: «Estaba todo el día con la teta fuera, como si fuera una vaca lechera».
La cultura de la lactancia está aún perdida porque, aunque está resurgiendo y las madres que lo deseen disponen cada vez de más apoyo para mantener la lactancia, aún quedan las generaciones que no han lactado y que no han visto dar de mamar y mucho menos a niños “mayores” (recordemos la recomendación de la Organización Mundial de la Salud sobre la lactancia materna, promoviendo dicha alimentación mínimo hasta los dos años y hasta que madre y/o niño/a quieran).
Pero la sociedad lanza un mensaje contradictorio a las madres. Por eso informarse y hacer tribu para tener red de apoyo, es importante para no perdernos por el camino. En la Tribu CSC podéis realizar sin coste añadido cualquiera de los más de 120 Cursos Online de Criar con Sentido Común, sobre crianza respetuosa, muchos de ellos sobre lactancia, y podréis consultar online a nuestro equipo de expertas, entre los que se encuentran especialistas en lactancia materna.
Porque mientras se mantenga el actual enfoque y la lactancia esté aún perdida, seguiremos atribuyendo con mayor facilidad una connotación diferente al pecho, que además es promovida por un marketing emergente que nos inunda de imágenes con pechos sublimes y eróticos. Siendo conscientes de esto, quizá podemos darle la vuelta y procurar una mayor naturalidad en estos contextos.
Las mujeres tenemos tetas, y también las podemos usar para amamantar.
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