Por qué la cuchara para engordar bebés ha generado tanto revuelo

Comer debe ser un momento estimulante, y no un momento de estímulos inadecuados

̶  No me lo puedo creer… no puede ser verdad. ¿Habéis visto la cuchara para BEBÉS con SOPORTE PARA MÓVIL incorporado que ha sacado Nutribén?  ̶  nos decía anteayer Alberto Soler, nuestro psicólogo, por el grupo de Whatsapp del equipo de profesionales de Criar con Sentido Común.

̶  ¿Qué me dices?

̶  ¿Estamos todos locos?

̶  ¡Qué despropósito!

̶  ¡Qué aberración!

̶  No puede ser verdad.

Pero sí. Resulta que sí es verdad. Aunque para muchos pudiera parecer un anuncio de El Mundo Today.

https://www.youtube.com/watch?v=BQk9k64sJ3Y

Jugar con la comida es otra cosa

La primera en reaccionar fue Natalia Moragues, nuestra nutricionista, que ya nos contó ayer las consecuencias de forzar a los niños a comer incluso aunque no tengan hambre. Porque no nos engañemos, distraer al niño hasta el punto de que abra la boca de asombro contemplando el brillante y animado holograma para introducir a traición una cucharada más de puré es forzar a comer. No es jugar con la comida, como nos quieren hacer creer. Es coaccionar, sobornar, obligar, o como lo quieras llamar. Es querer jugar y, sin darte cuenta, ingerir alimento.

Jugar es permitir que el niño meta las manos en el plato y se unte los macarrones por la cara. Jugar es dejarle conocer cómo es la comida con sus manos, y conocer la textura y el sabor al acercarla a la boca, y allí masticarla, chuparla, tragarla, escupirla… Jugar es hacer el avioncito con la cuchara 1 o 2 veces para atraer su atención, pero sin insistir si se niega a seguir. Jugar es ofrecer las cucharadas al ritmo de una canción si nos resulta divertido.

Distraer al niño hasta el punto de que sea capaz de comer como un autómata nos resultó absolutamente reprobable a todo el equipo porque no nos gusta ni el objetivo ni el método.

Si el objetivo es conseguir que el niño se divierta, no es un buen método. Lo más divertido para un niño es una cara humana. Y si es la cara de su madre, de su padre o de alguien conocido, mucho mejor. Nunca un juguete podrá ser más divertido que interactuar con una cara humana que sonríe, gesticula, habla y reacciona a las acciones del bebé. Ni el juguete más sofisticado ni la pantalla más brillante y colorida pueden superar el grado de diversión que proporciona una cara humana.

Que un niño coma más de lo que necesita no es bueno

Si el objetivo es que el niño coma más, probablemente lo conseguiremos. Pero que un niño coma más de lo que necesita no tiene por qué ser bueno. Es más, es malo. Muy malo. Un 40% de los niños españoles tienen obesidad o sobrepeso. Y el 80% de los padres cree que su hijo está muy bien así. Vamos, que se podría decir que somos un desastre estimando el estado nutricional de nuestros hijos. Y para las madres, padres y abuelos los niños siempre comen poco. Si un padre se «queja» de que su hijo come mucho en realidad te lo está contando como una gracia. Como el que te cuenta orgulloso que su hijo anda solo desde los 9 meses, o que su bebé de 3 meses duerme toda la noche del tirón (ese además probablemente está mintiendo).

Años recomendando evitar distracciones y…

El método tampoco nos gusta, porque consiste en distraerlo y que pierda la noción de la cantidad y la calidad de lo que come. Comer distraído es un conocido factor de riesgo de obesidad.

Al centrarse en la imagen que proyecta el artefacto se pierde la oportunidad de decirle cosas al bebé y que él tenga intención de decírnoslas también: dejamos de comunicarnos. Comer es un acto social y nos estamos perdiendo la oportunidad de disfrutarlo, transformándolo todo en un simple mecanismo de alimentación.

Pero eso no es todo: sustituir la natural interacción que se produce durante el acto de alimentar al bebé por la simple observación de un objeto virtual tiene además consecuencias en su desarrollo. Me explico: el cerebro es, literalmente, un lienzo en blanco. El resultado final del cuadro dependerá de los materiales que le proporcionemos (lápices, ceras, rotuladores). De sus intereses y habilidades innatas (¿le gustará escribir? ¿pintar? ¿dibujar?) y de lo que le enseñemos a hacer. El lienzo y los materiales dependerán de la genética y los condicionantes biológicos como el estado nutricional. El resto dependerá de los estímulos que reciba.

Los niños necesitan estímulos reales: contacto visual, mirar a la cara, imitar expresiones, escucharnos hablar… son estímulos necesarios para el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales. En una pantalla el niño ve luces, escucha sonidos, pero no interpreta las expresiones faciales ni las normas del lenguaje.  Se distrae, pero no aprende nada. Es incluso probable que desarrolle circuitos neuronales anormales que interfieran con el normal desarrollo. Por eso se hace tanto hincapié en evitar estímulos de pantallas hasta los dos años de vida, para que los bebés y niños tengan un desarrollo adecuado que provenga de estímulos adecuados (reales).

La Academia Americana de Pediatría lo explica de este modo:

La pantalla que ven antes de los 18 meses tiene efectos negativos durables en el desarrollo del idioma, destrezas de la lectura y memoria a corto plazo del niño. También contribuye a problemas con el sueño y la atención.

En resumen, distraer al bebé para que coma más puede ser efectivo, pero no es nada recomendable, y ya no hablamos solo de la cuchara, sino también de la tele, la tablet o el móvil:

  • Desde el punto de vista nutricional puede interferir con su natural capacidad de regular el apetito y favorecer la obesidad y el sobrepeso.
  • Desde el punto de vista del desarrollo estamos sometiendo al niño a estímulos inadecuados y estamos perdiendo una oportunidad de oro para jugar, hablar y divertirnos con el bebé.

 

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