Nacer en estado de alarma obliga a mantener ciertas restricciones por el bien de la salud pública, y del bienestar de las madres y de sus bebés. Los sanitarios que atienden a las embarazadas en…
El testimonio real de unos padres primerizos contagiados de covid-19, que afrontan uno de los momentos más felices e importantes de su vida con esperanza e inquietud, nos acerca a la realidad de muchas familias en estado de espera en tiempos del coronavirus.
Nathaly Cuéllar y Sergio Aguado tienen 32 y 36 años, viven en Madrid y nunca se imaginaron que vivirían así la recta final del embarazo de Adrián, su primer hijo.
Coronavirus en la recta final del embarazo
El pasado 17 de marzo Nathaly acudió, en pleno en estado de alarma, a la última de sus ecografías en el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda, en Madrid. Estaba de 35 semanas y llevaba una semana sintiéndose mal: «Tenía tos y fiebre. Se lo dije a los médicos. Temía estar contagiada».
El facultativo que la asistía la derivó a ginecología, donde le informaron que le iban a realizar la prueba de coronavirus en Urgencias. «Lo que más me preocupaba era la fiebre, porque ya sabía que el virus no podía afectar al feto porque no traspasa la placenta. Pero la fiebre, aunque baja, la tenía…»
El test dio positivo en coronavirus. Una radiografía de pulmones confirmó que, aunque la fiebre era baja y la futura mamá se sentía bien, ya existía neumonía. Nathaly fue trasladada inmediatamente a la zona aislada de afectados por covid-19. Los días de «normalidad» habían llegado a su fin.
«Yo estaba tranquila hasta entonces, pero ahí sí lo pasé un poco mal porque estuve esperando 3 horas a que me hicieran la prueba, y luego 5 horas más en la zona aislada esperando los resultados. Me llegaron a hablar de posible cesárea y tuve un momento de bajón».
Los ginecólogos estuvieron valorando si mandar a Nathaly a casa o no. No parecía haber acuerdo. Al final, optaron por dejarla ingresada unos días para monotorizar al bebé. «La verdad es que lo agradecí. Me pusieron un monitor y tenían al niño controlado en todo momento», nos cuenta.
Nathaly había acudido acompañada de Sergio, su pareja. El futuro papá recuerda así aquel día: «Se hizo muy largo, pasamos 14 horas en el hospital, desde que llegamos hasta que ella ingresó. Y además yo me tuve que ir y dejarla sola«. Los médicos le indicaron que probablemente él también estaba contagiado.
Pero Sergio no presentaba síntomas y no le hicieron la prueba. Le pidieron que se fuera a casa y no saliera en 15 días. Ninguna pareja espera vivir así la recta final de su primer embarazo… separados en plena pandemia. «Aunque ella se encontraba bien y los médicos nos dijeron que se quedaba ingresada por precaución, porque estaba embarazada, siempre tienes cierta preocupación.»
Esperando el parto confinados
Como el resto de familias separadas por el confinamiento, ellos hablaban cada día por teléfono. Tras 3 días de ingreso hospitalario, a Nathaly le dieron el alta médica. Ahora, solo le queda una ligera tos residual, pero ambos deben permanecer confinados por separado en la misma casa, hasta 15 días después de la desaparición del último de los síntomas.
Ella dispone de la habitación principal, con cuarto de baño. Sergio se ha trasladado a la habitación de invitados y usa el baño del pasillo. Ambos usan mascarillas en los espacios comunes de la casa, desinfectan superficies de contacto habitual y se lavan frecuentemente las manos.
«Nos hemos tomado el tema de la enfermedad bastante bien, hemos estado tranquilos. Sergio no ha tenido síntomas y yo ya estoy casi sin ellos, apenas me queda una tos residual. Sigo tomando el tratamiento, unas pastillas que tengo que tomar cada 12 horas. Ahora ya solo nos queda esperar el parto.«
Ahora la situación les preocupa por otros motivos, como manifiesta Sergio: «Yo confío en que el día del parto salga todo bien y el niño nazca perfecto. Nos hemos hecho a la idea de que vamos a estar solos, sin familiares ni amigos; pero también tenemos dudas de si me dejarán entrar a mí.»
Los médicos no les han confirmado el protocolo al respecto. A Sergio le gustaría poder acompañar a su pareja y asistir al nacimiento de Adrián, su primer hijo: «Quería estar presente en el parto, asistí a todas las clases de preparación y tenía muchas ganas de estar allí con Nathaly y el bebé. Aún no sabemos si me dejarán entrar o no. Si supiésemos que ambos somos ya negativo… pero ni siquiera sabemos si nos harán de nuevo la prueba el día del parto».
Por su parte, Nathaly confiesa estar asumiendo eso de tener que vivir en soledad uno de los momentos más felices e importantes de su vida: «Me he hecho a la idea de que la familia no va a poder venir a conocer a Adrián. Me joroba bastante porque a saber cuándo van a conocer a mi bebé, pero es lo que hay y tampoco me preocupa de forma excesiva. Me preocupa mucho más que el parto vaya bien y que el bebé no se contagie».
Nacer en estado de alarma
En estado de alarma el futuro se presenta incierto para estos padres primerizos. Una vez juntos y en casa, surgen nuevas preocupaciones. «Somos primerizos y no sabemos si vamos a necesitar llevar al bebé al médico a las revisiones, o porque esté malito… Nos preocupa tener que salir a la calle con él y que la situación siga así, en estado de alarma o con posible peligro de contagio».
Las preocupaciones de la mamá primeriza toman otra forma: «Me gustaría poder hacer el piel con piel y amamantar a mi hijo… Para mí el tema de la lactancia es bastante importante, pero me dijeron que si en el momento del parto yo seguía dando positivo no lo podría hacer, que el niño iría a neonatos y yo me quedaría sola».
El testimonio de Nathaly es una prueba de cómo los facultativos no siguen siempre el mismo criterio, aunque los expertos continúan recomendando no suprimir la lactancia materna ni separar a los bebés de sus madres, en la medida de lo posible.
Estos padres primerizos también han tenido que asimilar que vivirán un posparto totalmente inusual. A solas con su primer bebé. Sin los abuelos, familiares directos ni amigos al lado. La videollamada se convertirá en el recurso para mantener a la familia unida y al tanto de las novedades en los primeros días de vida de Adrián.
La situación laboral y económica también preocupa a la pareja, que vive en un piso de alquiler en Madrid. Nathaly está de baja y Sergio, que es entrenador personal y asesor de nutrición, ha visto reducidos sus ingresos habituales a un 20% con la pandemia. «Me preocupa también el día a día. No puedo ejercer porque no puedo asistir a mis clientes. Los entrenamientos personalizados se han reducido a unas pocas sesiones vía Skype».
Pero los bebés solo necesitan a sus padres, nada más. Y los padres solo necesitan a sus bebés para hacerlo bien. El instinto hará el resto. Siempre lo hace. Y la historia de Nathaly y Sergio imprimirá carácter y fortaleza a su pequeño, espíritu de lucha y de superación de las adversidades.
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Armando Bastida
Tripadre y enfermero de pediatría. CEO de CSC.
Website : http://www.armandobastida.com
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