Cómo preservar la salud mental de los niños confinados

En condiciones de confinamiento y sin sus rutinas habituales, muchos niños pueden sufrir cambios en su estado de ánimo

Los niños han vivido las distintas etapas del confinamiento asumiendo muchos cambios que han afectado profundamente a su vida normal. Al inicio de la pandemia, los niños fueron los primeros recluidos en casa. En esta situación debemos prestar especial atención a la salud mental infantil, para ayudarles a preservarla.

Niños confinados y aburridos, adultos teletrabajando y estresados

Cuando se cerraron los colegios, parecía unas vacaciones adelantadas. Pero pronto empezaron las clases online, las tareas por teléfono y las actividades interminables durante todo el día. Lo que parecía muy divertido los primeros días, empezó a hacerse aburrido y frustrante, sin poder interactuar con los maestros o jugar con los compañeros. Con el paso de los días, no poder salir a jugar o a visitar a los abuelos se empezó a hacer notar en el ánimo de los pequeños.

El estrés de los mayores, que tienen que compaginar el teletrabajo con el cuidado de los niños y el apoyo a las tareas escolares, se refleja también en el estado de ánimo de los niños, que empiezan a encontrarse irritables, aumentan las rabietas, vuelven a tener conductas propias de niños más pequeños, o se vuelven rebeldes y llorones.

 

 

La constante exposición a las noticias, los rumores a veces infundados y los comentarios de los adultos pueden sumirlos en la preocupación y generar estados de ansiedad, incluso pánico. Muchos niños tienen miedo a enfermar, incluso a morir, y muchos han tenido que vivir situaciones de duelo que en aislamiento han sido mucho más difíciles de sobrellevar. 

¿Qué podemos hacer para ayudarlos?

Es importante animar a los niños a expresar sus preocupaciones y miedos. Entender que pueden estar tristes, preocupados o angustiados, aunque sus motivos nos parezcan triviales. Hacerles ver que comprendemos sus problemas sin juzgarlos ni menospreciarlos. Frases como “no tengas miedo” o “llorar es de niños chicos” deberían desaparecer de nuestro vocabulario. Ayuda más un abrazo y un “yo también tengo miedo, pero juntos podemos”, que reconforta y anima.

Mantener unas rutinas y un orden ayuda a aportar seguridad a los niños. Probablemente sea inevitable que pasen más tiempo ante las pantallas o que se acuesten más tarde de lo habitual, pero es necesario establecer unos horario y cumplirlos. Reservar tiempo para jugar sin pantallas, para actividades al aire libre ahora que ya pueden salir un rato y para comunicarse con los amigos y la familia.

 

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Muchos niños, cuando han podido salir después de varias semanas de confinamiento, han decidido quedarse en casa por miedo o falta de interés en un paseo en el que no pueden jugar con otros niños o que les genera mucho estrés por la dificultad para mantener las normas.

Debemos respetar esos miedos pero también animarlos a salir, resolviendo sus dudas y tratando de que se encuentren a gusto con las actividades permitidas. Hacer planes con anticipación y que participen en la planificación puede ayudar a que lo vivan como una pequeña aventura y se animen a salir.

 

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Los más pequeños no deberían ver las noticias, y si las ven deberíamos comentarlas con ellos, evitando las preocupaciones innecesarias y transmitiendo mensajes de esperanza. Los niños necesitan saber lo que está pasando, pero debemos adaptar la información a la capacidad de entendimiento de cada niño para que lo vivan con naturalidad y sin preocupaciones.

El tiempo en familia, la parte positiva del confinamiento

El confinamiento y pasar tanto tiempo juntos, en familia, puede tener también su parte positiva. Es una ocasión ideal para que ganen en autonomía a la hora de comer o en la higiene habitual. Aprenderán a lavarse las manos perfectamente, pero también a lo mejor es hora de permitirles que se duchen solos, que se peinen o que aprendan a cortarse las uñas.

Participar en la elección del menú y aprender a cocinar platos sencillos es una excelente manera de conseguir que adopten una alimentación más saludable. Hacer ejercicio juntos es una excelente manera de estrechar los lazos familiares, además de contribuir a mantenernos en forma.

 

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También podemos aprovechar para delegar responsabilidades en los niños, como algún aspecto del cuidado de los hermanos, atender a las mascotas o cuidar del jardín.

En estos momentos difíciles, ejercitar la paciencia, apelando al sentido del humor y a la creatividad puede ser la mejor receta para cuidar nuestra salud mental y la de los pequeños de la casa.

 

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