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Llegan las vacaciones de verano de un curso atípico en el que no siempre ni todos hemos podido ir al colegio. Cada curso que finaliza se repite el mismo debate: deberes para el verano, ¿sí o no?
Para mí, la respuesta es simple. Los deberes son trabajo. Las vacaciones son periodos de descanso entre periodos de trabajo. Por lo tanto: no, como norma general no debería haber deberes de verano porque las vacaciones son para descansar, no para trabajar.
El derecho al descanso de los niños
El artículo 24 de los Derechos Humanos dice que “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. Y la infancia, aunque en muchos casos sea tratada como ciudadanía de segunda, también debe gozar de sus vacaciones.
De manera específica, el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño dice que “Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”. Los niños y las niñas necesitan jugar y tienen derecho a descansar después del curso escolar.
Siempre hay alguien que opina que 3 meses son muchos para descansar. Bueno, las vacaciones infantiles de verano no llegan a tres meses aunque sí, rondan los dos meses y medio. Pero yo me pregunto, si lo más envidiado de los maestros y maestras son las vacaciones, ¿quién no querría volver a ser niño para disfrutar de un verano entero (o casi) de descanso?
En esta sociedad del consumo donde la meta es producir, podemos caer en la tentación de pensar que nuestros hijos no deben estar tanto tiempo sin hacer nada, pero que no hagan deberes no quiere decir que no hagan nada. Durante el verano, se pueden hacer muchas cosas más interesantes que los deberes, ¡y también mucho más productivas!
Por desgracia, aún hoy en día, en la mayoría de las escuelas, se prioriza el saber sobre el hacer, y el verano es una oportunidad estupenda para poner en práctica todo lo aprendido sin necesidad de libros de texto ni cuadernos.
En verano también se aprende… ¡sin deberes!
Otro de los argumentos que más esgrimen quienes están a favor de los deberes de verano es que durante las vacaciones se les olvida todo lo que han aprendido y luego, en septiembre, les cuesta más volver a conectar. En primer lugar, los aprendizajes deberían ser significativos y no perderse en solo dos meses de descanso, así que, si esto fuera cierto, lo que deberíamos plantearnos es qué estamos haciendo mal en la escuela para que las vacaciones puedan borrar de un plumazo todo lo aprendido durante el curso.
Pero, además, ¡es que es completamente normal que les cueste recuperar el ritmo en septiembre! Para los adultos lo llaman síndrome post-vacacional. Y nadie se plantea llevarse algo de trabajo a la playa para no perder el ritmo, no vaya a ser que después le cueste volver a la rutina.
Claro que nos gusta más no tener que poner el despertador, levantarnos cuando ya hemos descansado lo suficiente, comer cuando tenemos hambre, dormir cuando tenemos sueño… igual lo que pasa es que el ritmo de vida que llevamos durante el curso es demasiado antinatural.
Demasiados niños y niñas no tienen el tiempo necesario para jugar y para aburrirse durante el curso, con horarios encorsetados donde la improvisación no tiene cabida. Por lo menos en verano, dejémosles ser niños. Y cuando llegue septiembre, tardarán unos días en adaptarse de nuevo al ritmo escolar, como nosotros cuando volvemos al trabajo. Pero, al menos, habrán disfrutado de su merecido y necesario descanso.
Los aprendizajes significativos no se olvidan
Que no tengan que hacer deberes tal y como los entendemos, no quiere decir que no puedan seguir poniendo en práctica todo lo que han aprendido. En la escuela se dan muchos aprendizajes de los que se puede seguir disfrutando en verano. Leer es una de las propuestas que no debería faltar durante las vacaciones. Pero es que leer no es un deber, es un placer. O así debería ser si no se fuerzan los aprendizajes y se respetan los ritmos de cada niño.
Para que los niños y niñas lean en verano será fundamental el ejemplo de las personas adultas de referencia, que la lectura forme parte de los hábitos de la familia. También pueden seguir practicando el cálculo mental en situaciones del día a día, averiguando cuánto tienen que devolvernos de la compra o cuánto tienen que ahorrar aún para comprarse el juguete que quieren.
El uso del reloj, escribir un diario, mantenerse en contacto con sus amigos y amigas por correo electrónico, cuidar de animales y plantas, cooperar en casa… hay muchísimas cosas que pueden seguir haciendo para disfrutar de su aprendizaje durante el verano sin necesidad de sentarse un par de horas al día delante de un cuadernillo de actividades.
El verano de la «nueva normalidad»
El verano pasado fue diferente, porque no sabíamos cómo iba a evolucionar la pandemia, ni si podríamos hacer las mismas cosas que solíamos hacer cada verano. Este año, sin embargo, parece bastante probable que podamos disfrutar como antaño de nuestras vacaciones estivales.
Para muchos peques, nacidos en confinamiento, será toda una experiencia. ¡Este será, de hecho, su primer verano! Aún así, aquí os dejo mis propuestas de “placeres de verano”:
- Escribe un diario sobre este verano atípico y guárdalo en una cápsula del tiempo junto con otros recuerdos de este verano para abrirla dentro de unos años.
- Escríbele una carta o un email a alguien que eches de menos.
- Juega a juegos de mesa en familia.
- Aprende a cocinar algún plato nuevo.
- Inventa una coreografía.
- Apréndete algún chiste y cuéntaselo a quien tú quieras.
- Busca constelaciones de estrellas en el cielo.
- Anota en un calendario las fases de la luna.
- Mueve el esqueleto, no importa si juegas al baloncesto, nadas, bailas o haces el pino, pero muévete.
- Haz una guerra de globos de agua.
- Pídele a tu abuelo o abuela o a alguien mayor que te enseñe algún juego de cuando era pequeño.
- Construye un atrapasueños con materiales reciclados.
- Apréndete una canción de memoria e interprétala.
- Juega a adivinar palabras con mímica.
- Prepara la lista de la compra.
- Si vas de viaje, haz tu maleta.
- Pinta un cuadro.
- Observa el atardecer.
- Lee cuentos, libros, cómics…
- Haz sólo las cosas de esta lista que te apetezcan.
Aquí puedes descargarte una plantilla con las diferentes actividades para hacer estas vacaciones. Y si tenéis alguna duda o consulta que hacer sobre la educación de vuestros peques, os espero en la Tribu CSC.
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¡Disfrutad del verano familias!
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