En las bosquescuelas, también llamadas escuelas-bosque, se imparte una pedagogía alternativa respetuosa con la infancia y consolidada con éxito a nivel internacional, en la que los niños y niñas se benefician de todas las ventajas…
¿Sabes esa extraña sensación que te invade cuando ves que tu hijo tiene un comportamiento muy diferente contigo, mamá, que con los demás? El de todas esas mujeres que pasan el día con sus hijos/as, que ven que a medida que crecen todo se complica. Que se van a trabajar y al volver pasan un rato estupendo juntos, pero pronto empiezan a liarla; y que entonces se lo cuentan a quien está cuidando del bebé, para así preguntar qué tal con ellos, y reciben como respuesta un «pues aquí se porta muy bien».
Que le dejas el niño a tu madre, o a la suegra, (o a tu padre o al suegro), y te acaban por decir que «igual a ti te toma el pelo, porque conmigo todo esto no lo hace». ¡Y hasta se ponen medallas como si lo estuvieran haciendo genial y tú como el culo!
Y con tu pareja, lo mismo
Que se queda con tu pareja una tarde, su primera tarde, y cuando llegas te pregunta que por qué te quejas tanto, si más o menos le ha hecho caso en todo… que sí, que ha tenido sus momentos, pero que no ha sido para tanto. Y le explicas la que te ha liado a ti por la mañana y hace muecas de «me cuesta creerlo»… ¡Como si le hablaras de otro niño!
Y sufres lo que no está escrito porque te han puesto un turno de noche, y sabes que se despierta ocho mil veces y si no es con la teta no hay manera… y aunque los primeros días lo pasa mal, resulta que con tu pareja duerme más horas seguidas, se despierta menos y parece más tranquilo; porque cuando vuelves de nuevo a casa a pasar la noche, ¡vuelve a despertarse mogollón y a mamar como si no lo hubiera hecho en décadas!
Entonces te preguntas ¿Hola? ¿Qué está pasando? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Por qué a mí, que soy la que más tiempo ha pasado contigo me montas los San Quintines y con los demás pareces el hijo de la Leti posando para el Hola?
Un falso estudio lo ha demostrado
Un falso estudio que data de 2015 demostró que los niños y niñas se portan peor con sus madres que con el resto de adultos. ¿Por qué digo que el estudio es falso? Pues porque no se llegó a hacer.
La página Mom news daily (ya no existe) publicó una entrada en la que se explicaba que el Departamento de Psicología de la Universidad de Washington había estudiado a 500 familias, analizando a los hijos en los momentos en que pedían ayuda, gritaban o chillaban, lloraban, intentaban pegar, se negaban a caminar o a hablar y actuaban haciendo el loco.
Un tal Dr. KP Leibowitz, persona que no existe (y si existe no hizo tal estudio), llegó a hacer estas declaraciones:
Lo que encontramos fue que niños de ocho meses de edad podían estar jugando felizmente y de repente, al entrar sus madres en la habitación, empezaban a llorar, a liberar su rabia y a necesitar su atención inmediata. Esto sucedió en el 99,9% de los niños, pues el 0,1% fue un niño con dificultades de visión, que al oír la voz de su madre empezó a tirar cosas y a pedir comida a pesar de haber comido. Verdaderamente fascinante.
Los investigadores (no) observaron que los adultos que no son mamá apenas tienen que esforzarse para obtener la atención y la obediencia de los niños. Con un tono normal conseguían una respuesta positiva. Sin embargo, si era la madre la que se dirigía a ellos, un tono de voz normal no servía. Ellas necesitaban levantar la voz bastante más para obtener el mismo resultado.
Dicha entrada empezó a correr, a compartirse, a debatirse y comentarse, y miles y miles de mujeres vieron por fin confirmada su sospecha: que «no soy yo, que es que los niños hacen esto; y por Dios, menos mal, no soy la única».
Al ver la difusión, aclararon que era mentira
Las personas responsables de dicha entrada y de ese estudio falso, viendo la repercusión que estaba teniendo, y temiéndose que alguien quisiera entrevistar al falso Dr. KP Leibowitz, aclararon el embrollo contando que se lo habían inventado todo. Que el estudio jamás se hizo, que no había investigadores, niños, madres ni otros adultos, y que todo resultó ser una broma.
Lo que no sabían, con lo que no contaron, es que indirectamente sí demostraron dicha realidad. La respuesta de madres, padres y otros adultos fue tan contundente, hubo tal consenso con los resultados obtenidos en el no estudio, que en cierto modo acabó por dar igual que fuera falso: las conclusiones parecían ser totalmente ciertas, porque a muchísima gente le estaba pasando, y aún hoy le pasa. ¿O los ejemplos con los que empieza la entrada no os parecen familiares?
¿Y por qué?
Y esta es la pregunta del millón. ¿Por qué hacen eso? ¿Por qué con mamá parece todo más difícil? Pues por la confianza, la relación, el cariño y el afecto. No son ganas de molestarla, no es que a ella la odie y a los demás no. Es que es la manera de solicitar a quien más necesita, a la persona con quien más vínculo tiene, de buscar sus cuidados, su atención, su tiempo; y ojo, que también puede ser que le esté diciendo que «te necesitaba y no estabas ahí», que siente que algo falla entre los dos, que está enfadado, que aún no le perdona que se haya ido dejándolo en tierra.
¿Acaso no nos comportamos los adultos muy diferente cuando estamos en casa a cuando estamos fuera? ¿Comemos igual en casa que en un restaurante? ¿Hablamos igual a nuestros amigos que a nuestros superiores?
Hay niños que cuando van al colegio resultan ser alumnos modélicos. Que te hablan de tu peque en la reunión trimestral y preguntas «¿Hablas de mi hijo o de otro?», porque no te cuadra nada de lo que te están contando, que luego en casa se muestran tal cual son: niños.
Sin más: niños. Porque podría añadir el adjetivo «terribles», o hablar de «diablillos», «trastos», pero no. Solo son personas actuando como personas en un clima de confianza. Y cuando están con mamá, con quien más vínculo tienen, todavía más genuinos son.
¿Que resulta que lloran más, que se ponen a chillar o tienen rabietas? Sí, claro. Es que son pequeños… son esas las herramientas que tienen para hacer saber que no están de acuerdo con lo que mamá hace o dice. Y esto no es bueno ni malo: es normal.
Lo que tenemos que hacer nosotros es actuar en consecuencia, validando las emociones y ofreciendo alternativas: un modo de pedir las cosas diferente, una manera de comunicarse con nosotros menos agresiva y un modo de expresar su enfado que no consista en hacer daño.
Y si consideras que se está pasando, que su comportamiento roza límites que no deberían cruzarse, que te está haciendo demasiado daño, que es muy caprichoso y no deja de pedir cosas, cuando estás a punto de tirar la toalla, quizás sea hora de revisar vuestra relación y su día a día.
Una niña feliz, una niña que se siente querida, una niña que pasa mucho tiempo con sus padres y que tiene una relación sana con ellos no tiene necesidad de llamar tanto la atención, ni de gritar, ni de comportarse mal, ni exige que le compres tal o cual cosa continuamente. Tendrá sus momentos, claro, pero nada que te haga pensar que tu hija es imposible.
Quiéreme cuando menos lo merezca, pues será cuando más lo necesite
Por cierto, si quieres saber más sobre esto, tener herramientas para hablar con tu hijo/a y para darle una educación en valores, lejos de duelos de poder y castigos, lejos de la educación autoritaria que tanto daño hizo, no te pierdas el curso de Silvia Guijarro: «Educación Respetuosa y Disciplina positiva»:
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Ayer mismo después de dos horas intentando dormirla, después de desesperarme, de pellizcos, arañazos, lloros por parte de ella y lloros por mi parte… Llega el padre, la acaricia dos veces y se duerme…. Y me dice: es que tú y ella os lleváis mal….. Tengo tal cabreo que no le dirijo la palabra…. En fin…