Atenta a esta frase porque tienes que grabarla en tu mente para que no se te olvide nunca: “Para cuidar a los demás, primero tienes que cuidarte tú”. Así es, una de las mejores formas…
Son «superpoderes de mamá» hacen más fácil la transición a la vida fuera del útero de los recién nacidos. Son capacidades, muchas innatas, que despiertan en nosotras y desarrollamos casi sin darnos cuenta.
Es una sensación algo extraña al principio pero que con el tiempo se convierte en natural, en cotidiana. Nace el bebé y en la inmensidad del mundo, con la luz cegadora y el miedo que puede sentir cualquier ser humano ante lo desconocido; de pronto, lo colocan en el oasis que es el pecho de su madre (o el regazo). Y todo se calma, todo se tranquiliza. El latido del corazón, el olor, la voz. Son superpoderes de mamá que hacen más fácil la aventura de la vida. Son capacidades que desarrollamos casi sin darnos cuenta. Algunas son innatas, casi animales; otras irán apareciendo poco a poco. Y todas contribuyen al bienestar físico y mental del bebé.
El superpoder de la calma
Se puede comprobar desde el mismo parto, tal y como acabo de describir. Pero es un superpoder que toda madre irá aplicando en las distintas fases de vida del bebé (cuando crezca será un superpoder compartido con la pareja, desde luego). Cuando nace un ser humano, lo hace con los sentidos desarrollados a distinto nivel.
El olfato y el oído, principalmente, les ayudará a reconocer inmediatamente a su madre. Durante la gestación la madre es su único mundo, así que cuando nace, por una cuestión de supervivencia, se agarra a ella y es la única que puede calmarlo haciéndolo sentir seguro. Cuando hacemos grupo con otras madres y compartimos experiencias con ellas, todas estamos de acuerdo en que percibimos en nosotras este superpoder.
El poder de calmar al bebé cuando está llorando o cuando está nervioso, se irá desarrollando a lo largo del tiempo y se puede traducir en muchas versiones: ofrecerle el pecho no solo para alimentarlo, sino también para que se tranquilice tras un susto. Un abrazo y una canción dulce, una caricia… hasta una prenda con nuestro olor puede ayudar a que se calme si, por ejemplo, tenemos que trabajar. Hay múltiples formas de transmitir paz y calma al bebé.
Dulces sueños
Esa misma capacidad de calmar al bebé es la que permite que consigamos que sus sueños sean placenteros. Nuestra cercanía los tranquiliza de tal modo que les permite entregarse en los brazos de morfeo sin miedo. Tal vez te has sentado o echado en el sofá con él en el pecho y se ha quedado dormido de inmediato. Su oído es tan afinado que capta los latidos del corazón de modo que es fácil que se duerman.
Aquellas familias que practican colecho saben que al dormir acompañados, cerca de mamá (y papá), duermen tranquilos y seguros. Es una cuestión de instinto. Pero incluso cuando se toma la decisión de que duerman solitos; la voz de mamá, sus caricias, su compañía (acompañado de una rutina establecida de baño, cena y cuento, por ejemplo) les ayudará a conciliar el sueño.
En casa esa parte de la rutina diaria es necesaria y obligada cada noche. Siempre hay un cuento, una canción, muchos besos. Y aunque es una tarea que nos intercambiamos mi pareja y yo, he de reconocer que el beso y la caricia de mamá es imprescindible (¡exigido con contrato verbal, vinculante y eterno!).
La leche materna
La leche materna es uno de los grandes superpoderes de mamá. Por desgracia, no todas lo pueden desarrollar al máximo rendimiento por distintas circunstancias. En cualquier caso, se trata del maná de los bebés porque les aporta todos los nutrientes que necesitan; tanto es así, que durante los seis primeros meses los peques se alimentan exclusivamente de la leche materna (o artificial), sin necesidad de otras sustancias, ni siquiera agua.
La leche materna, además, tiene la capacidad poderosa de ir adaptándose a cada fase del bebé, incluso a la noche y el día o al estado de salud de los peques. Es fundamental también para el desarrollo de la macrobiota del bebé e incluso investigadores de la Universidad de Huelva acaban de identificar por primera vez en la leche materna selenoproteína P, una sustancia que transporta selenio al cerebro del bebé, lo que ayuda a su desarrollo neurológico.
Dar el pecho, por otro lado, permite una conexión única con el bebé y favorece el apego. Para mí siempre ha sido la vía más rápida para lograr el bienestar de mis hijas. En las vacunas, por ejemplo, era el talismán para lograr que el ratito del pinchazo fuera menos traumático. Me ha funcionado con las tres. E incluso algo más mayores, cuando ya andaban, no había una caída o un disgusto que no solucionara un buen chupetón de mi leche.
Contrarrestando la enfermedad
Aún hoy cuando me pongo enferma, de la primera que me acuerdo es de mi madre. Siempre pienso que si ella estuviera conmigo, cuidándome, me sentiría mejor. Así fue en mis partos porque ella (junto a mi pareja) se encargó de cuidarme y atender mi casa mientras yo estaba concentrada en el bebé.
Nunca le agradeceré lo suficiente esos cuidados. Ahora, con mis hijas, entiendo que es un superpoder que tenemos todas las madres: cuando un hijo se encuentra enfermo, la cercanía, las caricias, la comprensión de mamá sirven de alivio.
Existen incluso estudios relacionados con el Método Madre Canguro que demuestran que nuestros cuerpos se regulan aumentando de temperatura o disminuyéndola para regular la del bebé. Así que, incluso si tiene fiebre, el piel con piel con el bebé puede tener efectos beneficiosos; sin contar, evidentemente, que nuestra presencia, el tenerlo en brazos, promueve que el peque se tranquilice y descanse más, aunque esté enfermo.
El superpoder del apego
Cuando se promueve el apego no es porque sea una moda sino porque está demostrado que realmente tiene beneficios para el bebé. Cuando nacen, los recién nacidos no tienen conciencia de ser «uno» sino que, según el neurocientífico sueco Nils Bergman, piensan que son un todo junto con el cuerpo de sus madres.
Ahí está la clave. Por eso nos necesitan, porque somos ellos. Pero es que hay estudios científicos que demuestran que el estado emocional de la madre durante la gestación también afecta a la salud mental del feto. Este es un superpoder que hay que aprovechar y extenderlo a nuestras parejas (si la tenemos) porque los bebés que no han sido cogidos en brazos no se desarrollan igual de bien, ni cognitiva, ni física ni emocionalmente.
Además, un buen apego (aquel en el que el adulto es sensible a las necesidades de su hijo y se da una relación fuerte y afectiva), tiene consecuencias positivas en el futuro, porque permitirá que sea una persona con buena autoestima, confianza en sí mismo, sociable y alegre.
Los superpoderes de mamá surgen gracias a nuestros bebés
En 2016 la revista Nature Neuroscience publicó un artículo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y el Institut Hospital Del Mar d’Investigancions Mèdiques (IMIM) en el que recogían cómo la mujer al quedarse embarazada experimenta cambios en su estructura cerebral que están relacionados con mejoras de su capacidad para proteger e interactuar con el bebé. Nuestro cerebro, por ejemplo, está preparado para atender el llanto del bebé. Es una respuesta neurológica y evolutiva.
Pero, además del cerebro, se nos afina el oído y la visión; nos anticipamos al futuro; somos capaces de encontrar el juguete perdido; rememoramos nuestra infancia y jugamos muchísimo, reencontrándonos con nuestro yo pequeño; multiplicamos nuestras facetas (madres, actrices, maestras…); y desarrollamos la paciencia infinita. Esto último es un supepoder que no me esperaba y que valoro muchísimo. Soy paciente con ellas… y con los demás. Ese superpoder se lo agradeceré a mis tres hijas toda la vida.
Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la pediatra Gloria Colli, la matrona Sara Caamaño, la psicóloga perinatal Mamen Bueno y la terapeuta ocupacional pediátrica experta en desarrollo infantil Jessica Romero.
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