Si sois familia primeriza, estaréis buscando listas de nacimiento por todos los establecimientos e internet. ¡No quieres que se te olvide nada antes de que nazca! Lógico. Si os metéis en internet y tecleáis las…
¿Sabías que la naturaleza es tan maravillosa que cuando tu bebé nace, se activa un mecanismo por el cual te reconoce como su mamá a través de los sentidos? Es el instinto. Ese mismo que nos guía desde el momento en el sabemos que estamos embarazadas, el mismo que a nuestro hijo o hija le hace sentirnos como refugio, protección, alimento, consuelo.
Después de nueve meses en nuestro interior, creciendo, escuchando nuestro corazón, sintiéndonos… es lógico pensar que, por ejemplo, ponerle sobre nuestro pecho, le ayude a calmarse. Pero va mucho más allá.
La naturaleza que, como bien dice el dicho, es sabia; conecta a los bebés con su madre de una forma casi mágica pero que, por supuesto, tiene una base científica. Tu hijo o hija sabe que eres su madre desde el momento de nacer. Incluso desde el útero, reconoce tu olor, y esto continúa incluso cuando somos adultos.
Su instinto hace que te reconozca
Desde nuestros orígenes, hasta nuestros días, los seres humanos estamos programados para sobrevivir. Esto es algo lógico, pues es lo que nos ha hecho avanzar como especie hasta nuestros días. Por lo tanto, es razonable pensar que la naturaleza nos dota de un instinto natural para la supervivencia.
Reconocer a nuestra madre por el olor desde el momento en el que nacemos, nos ayuda tras el nacimiento, pues así sabemos reconocer a nuestra madre y sabemos que ella, y no otra, es la que nos protege y alimenta. ¿Por qué por el olor? Los bebés nacen con la vista poco desarrollada, y solo después de los primeros meses comienzan a ver de forma más nítida, poco a poco.
Un recién nacido es capaz de succionar a las pocas horas de nacer guiado únicamente por el olor de la leche materna de su madre y, de hecho, también son capaces de diferenciarla de la de otra madre lactante. En estudios realizados con bebés donde en su cuna se colocaron dos almohadillas impregnadas con olor de su madre en una, y olor de otra madre lactante en otra, todos los bebés se giraron hacia la almohadilla que pertenecía a su madre.
El líquido amniótico es el encargado, durante el embarazo, de ir enseñando a nuestro bebé cuál es nuestro olor para que, una vez que nazcan, sepan distinguirnos sin ninguna duda y de esta forma, crear un vínculo afectivo con nosotras el cual, durará toda la vida. De hecho, siendo adultos, podemos discernir el olor de nuestra madre en una prenda de ropa, por ejemplo.
Tu hijo o hija, además, no solo te va a reconocer por el olor, sino también por el oído. En seguida se acostumbrará a tu voz, y se convertirá en todo un experto en localizarte solo con oírte. Escuchar tu voz le ayudará además a calmarse, relajarse y sentirse a salvo cuando le hables, le cantes…
¿Nunca lo habías pensado? Y ese «olor de madre», siendo adultos y adultas, muy probablemente, nos transporte a una sensación de seguridad, calidez y protección.
La naturaleza es maravillosa.
Exterogestación: nueve meses dentro de nuestro útero, nueve meses fuera
¿Sabías que la mayor parte del desarrollo cerebral de un bebé ocurre los nueve meses después de su nacimiento? De otra forma, el parto sería inviable. Por eso, somos la especie más desarrollada pero a la vez, la más dependiente.
La mayoría de crías mamíferas en las que pensemos están preparadas para caminar y comer desde el mismo momento de su nacimiento. De hecho, se ha estimado que para que un bebé humano alcanzara ese nivel de desarrollo, necesitaría 18 meses más en el útero. ¡Dieciocho!
Pero, como comentábamos anteriormente, el parto sería inviable, pues desde que comenzamos como especie a caminar erguidas, nuestras caderas se estrecharon y en consecuencia, se fue acortando el tiempo de embarazo a lo largo de la historia de la evolución, para permitir que los bebés nacieran seguros pudiendo pasar por el canal del parto.
Hablamos en este punto de la exterogestación, es decir, la gestación fuera del útero. Otros nueve meses donde nuestro hijo o hija nos necesita tanto como cuando estaba dentro de nuestro útero para un desarrollo sano y completo.
Laura Gutman, reputada psicopedagoga, experta en familia, crianza y psicología femenina en el puerperio, afirma que la puérpera y el bebé son dos seres irremediablemente ligados, unidos:
“Al no haber comenzado todavía el desarrollo del intelecto, (el recién nacido) conserva sus capacidades intuitivas, telepáticas, sutiles, que están absolutamente en contacto con el alma de la madre. Lo que la madre siente, lo que recuerda, lo que le preocupa, lo que rechaza… el bebé lo vive como propio. Porque en este sentido son dos seres en uno”.
La importancia de la crianza con apego seguro
Si nos paramos a pensar esta gran conexión de nuestros hijos e hijas con nosotras, es fácil entender que la «mamitis» de la que la sociedad muchas veces habla, no es más que la naturaleza haciendo su trabajo. Nuestro bebé sabe que somos su refugio, su alimento y su protección y por ello, nos prefiere antes que a cualquier otra persona.
Y cobra especial importancia, pues, conociendo cómo el instinto trabaja desde antes incluso de nacer nuestro bebé, la crianza respetuosa.
Cuando mi hijo mayor nació, no había oído hablar del colecho hasta que tiempo después de comprobar que mi hijo descansaba mucho mejor cuando dormía a mi lado, comencé a investigar sobre él. Y empecé a entender por qué prefería estar en mis brazos antes que en los de un extraño o por qué el porteo le calmaba y le ayudaba a conciliar el sueño.
La crianza con apego seguro, que parece una terminología relativamente nueva, en realidad tiene una base científica de miles de años. Nunca debes sentirte mal por coger a tu hijo siempre que lo pida, por dormir a su lado, por mucho que tu suegra o tu vecino te digan que lo vas a «malcriar».
Es imposible malcriar a un hijo o una hija por darle «excesivo» cariño. ¿Te imaginas esa misma situación trasladada a otro familiar? ¿Te imaginas escuchando «no quieras tanto a tu marido o a tu mujer, que la vas a mal acostumbrar»? Obviamente, no.
Escucha a tu instinto y acertarás. Como hemos visto hoy, tiene millones de años de experiencia y sabe perfectamente cómo guiarnos, tanto a nosotras como a nuestros bebés.
Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa.
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