¿Por qué les gusta tanto a los bebés que les imitemos?

A los bebés les encanta imitar a los adultos para aprender, pero los estudios revelan que ser imitados por nosotros también les encanta

Imitar es un forma de aprendizaje. Quizás la más importante para los peques. A lo largo de la infancia y a través de la imitación, los menores van evolucionando y pronto reconocemos algunos gestos propios en ellos. Es la forma que tienen, por ejemplo, para aprender a hablar. Sin embargo, los bebés también disfrutan siendo imitados. Es decir, imitar a los bebés aumenta su bienestar emocional.

No es algo que se haya estudiado de manera extensa por los científicos, pero recientemente se han dado a conocer los resultados de un estudio de la Universidad sueca de Lund que han demostrado que no solo les gusta, sino que además los bebés prestan más atención a los adultos que les imitan.

 

 

Más atención y más sonrisas

Los investigadores observaron durante medio año a 16 bebés de seis meses. Monitorearon sesiones de juegos en casa con ellos en las que analizaron la reacción de los pequeños en diversas situaciones:

  • Imitaban todo lo que los bebés hacían, como si fueran un espejo.
  • Hacían lo mismo pero como un espejo invertido.
  • Repetían sus acciones corporales pero con caras inexpresivas.
  • Respondían a sus gestos y movimientos con acciones completamente distintas.

Los investigadores descubrieron que los bebés prestaban más atención y sonreían más cuando el adulto los imitaba en todo. Y no solo eso, su atención y sonrisa aumentaba con respecto a quien los imitaba, aunque no fuera su madre o su padre. Curiosamente, lo que solemos hacer los padres es reaccionar a sus acciones con otra distinta, no imitándolos. Respondemos cuando el bebé hace o necesita algo ¡pero no acostumbramos a imitarlos!

 

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Los autores, no obstante, reconocen en el estudio que hay poca investigación al respecto y que aún quedan incógnitas sobre este asunto. Se desconoce cuándo empiezan los bebés a reconocer que les estamos imitando y qué papel desempeña ese reconocimiento en su desarrollo.

¿La imitación es innata o aprendida?

Las personas somos seres sociales y como tal dependemos de la cooperación con otros para colmar nuestras necesidades. Los bebés, de hecho, tienen una sorprendente capacidad para hacerlo. Desde los años 70 muchos científicos han estado convencidos de que se trataba de una capacidad innata y que podían imitar gestos faciales, expresiones o sonidos desde las primeras semanas.

Sin embargo, en 2016 un grupo de investigadores de la Universidad de Queensland (Australia) dio a conocer otro estudio en el que apuntaban que los peques no nacen con la habilidad de copiar sino que la van adquiriendo durante el primer mes de vida.

 

 

Tras mostrar a 106 bebés distintas expresiones (sonrisa, cara triste, abrir la boca, sacar la lengua, levantar un dedo, abrir una caja, cerrar el puño, sonidos…) y recoger sus respuestas durante su primera, segunda, sexta y novena semana de edad, los científicos concluyeron que los lactantes no imitaban ningún comportamiento de los que observaron. Tenían la misma posibilidad de reproducir un gesto que hacer otro diferente.

Este estudio choca en cierto modo con la existencia de las neuronas espejo que son un grupo de células descubiertas por Giacomo Rizzolatti y su equipo y cuya misión es registrar la actividad que estamos observando y copiarla. Permite, pues, «reflejar» lo que estamos viendo en nuestro cerebro, de modo que se relaciona con los comportamientos empáticos, sociales e imitativos. Los científicos australianos del estudio indican que no está claro si estas neuronas son innatas o un «subproducto» del aprendizaje adaptativo.

 

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La imitación y el aprendizaje

Hay muchas investigaciones sobre este asunto pero lo cierto es que la imitación es básica para el aprendizaje. Desde que nacen, los bebés tiene una gran capacidad de observación (en el sentido amplio de la palabra, porque al principio el sentido de la vista es rudimentario) y se desarrollan copiando nuestros gestos, nuestras costumbres…

¡Y hasta nuestros sentimientos! Así, aprenden a sonreír con intención porque les sonreímos; aprenden a dar besos porque les besamos; a coger una cuchara porque nos ven comer con ella; o a expresar miedo porque nos ven el cambio de gesto cuando nos asustamos los adultos.

 

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Durante sus primeros años de vida, de hecho, lo imitarán todo, así que hay que ser muy responsables y conscientes porque también repetirán nuestros comportamientos incorrectos. Por eso en la Tribu se valora tanto la experiencia de todas las familias y contamos con especialistas en todos los ámbitos que nos ayudan en la crianza respetuosa y consciente.

Como hemos visto, al menos a los seis meses, el hecho de que les imitemos a ellos les atrae y divierte. Ese interés irá en aumento a medida que vayan creciendo.

El juego y la imitación

En distintas entradas del blog hemos hablado de la importancia del juego para el aprendizaje de los peques. De hecho, hasta los 10 años lo aprenden prácticamente todo mientras juegan. Empezamos cuando son bebés, cantándoles los cinco lobitos y extasiándonos al comprobar que mueven la manita como nosotros; y nos divertimos con ellos imaginando que somos aventureros y salimos a buscar un tesoro cuando son más mayores.

 

 

El juego simbólico, por ejemplo, en el que imitan situaciones del hogar, del colegio y de la realidad que les rodea y el mundo de los adultos, en general; es muy importante porque les permite desarrollar su imaginación, que maduren y les da autonomía.

También les induce a trabajar sus emociones y la empatía o reconocer valores como la igualdad. Algo tan inocente como jugar a las casitas, les da herramientas para su aprendizaje y desarrollo cognitivo.

 

 

El lenguaje aparece por imitación

Y, por supuesto, la imitación es clave para el desarrollo del lenguaje. Cada bebé tiene su ritmo pero el lenguaje aparece porque imitan lo que les decimos de ahí que sea tan importante hablarles mucho, ¡aunque parezca que siendo bebés no nos van a entender!

De hecho, desde muy pequeños prestan mucha atención cuando se les habla y se quedan hipnotizados por los movimientos de nuestra boca. ¡Incluso la lactancia contribuye a la preparación para hablar!

 

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Pasarán meses hasta que hablen pero lo harán copiando lo que escuchan de nosotros. Podemos contribuir con juegos y canciones. Ellos se lo pasarán bien imitando nuestros sonidos y nosotros y nosotras siendo testigos de sus pasos hacia adelante.

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