Ya está aquí la Navidad, niños y niñas viven los últimos días de escuela y los más pequeños están, simplemente, tratando de entender a qué se debe tanto movimiento en las calles, con las luces…
¿A qué edad deberían los peques saber la verdad de la Navidad? Es una pregunta bastante recurrente, y que a mi modo de ver es compleja de responder, ya que depende de varios factores. Desde la propia dinámica familiar, pasando por la maduración y capacidad de entendimiento de cada niño o niña.
Diferentes familias, y diferentes significados para la Navidad
Creo que para cada persona la Navidad significa algo diferente. Hay tantas maneras de celebrar la Navidad como familias y personas que en cada una de ellas hay.
Hay familias en las que el componente religioso está muy presente, tenga la edad que tenga cada persona de esa familia. Para otras familias la Navidad es una época y una oportunidad para reunirse y reencontrarse con otras personas a las que no se ve habitualmente (aunque ahora haya más restricciones y dificultades para llevarlo a cabo).
Hay familias en las que la ilusión, los adornos, los regalos… están muy presentes, se disfrutan y se viven con intensidad, se tenga la edad que se tenga. Otras familias, en cambio, quieren prescindir de la Navidad y vivirla con la mayor rutina y cotidianidad posible.
Incluso hay familias que cada vez están menos de acuerdo con “engañar” a los niños y niñas. También es innegable que la Navidad, actualmente es una máquina de marketing y consumismo importantísima, de la que es casi imposible escapar del todo, y que cada vez se aleja más de la creación cultural y religiosa.
La infancia es un mundo de magia y fantasía
Como hemos visto, hay muchas verdades y muchas formas de ver y vivir la Navidad, y está bien que sea así, que cada persona y cada familia sea capaz de crear y construir su propia Navidad.
En relación a cuándo es mejor que se enteren los y las menores sobre la verdad de la Navidad, hay que tener en cuenta, que el pensamiento mágico predomina hasta los seis o siete años. La fantasía y la imaginación son mecanismos necesarios para entender el mundo que les rodea. Les ayuda a integrar ciertas normas, ponerse en el lugar de otra persona, a desarrollar el sentimiento de pertenencia…
La Navidad, y la fantasía que la rodea, también es una manera en que las personas adultas reconectamos con nuestra inocencia infantil. Y muchas veces fomentamos la ilusión de Papá Noel, o los Reyes Magos llevados por nuestras propias necesidades e ilusión.
La Navidad puede ser mucho más que quién trae regalos, cómo se reparten, quién los fabrica o quién los pone debajo del árbol. El tema de los regalos puede ser una pincelada más. También hay alegría, esperanza, buenos deseos, fantasía, recuerdos…
¿Cuándo y cómo contarlo?
Si hemos decidido hacerles partícipes de la fantasía de Papá Noel, o los Reyes Magos, la respuesta corta a esta pregunta, es que si prestamos atención, cada niño o niña nos irá guiando.
La respuesta larga, es que a partir de los siete años empiezan a desarrollar el pensamiento más abstracto. La fantasía y la imaginación están menos presentes, y muchos empiezan a sospechar que es todo parte de una gran ilusión.
Puede que no tengamos la necesidad de contarles nada, ya que ellos mismos se irán dando cuenta de lo que sucede. Los niños son niños, pero no son tontos.
Para tratar todo esto, quizá sirvan de ayuda estas sugerencias o “tips”:
- Entender que es probable que se enteren por otras fuentes diferentes a nosotros, en el colegio, o en alguna extraescolar. Así que no obsesionarnos con tener que contarlo nosotros a una edad o manera determinada.
- Si empiezan a preguntar, intentar no caer en espirales de mentiras o engaños para alargar la fantasía lo más posible.
- Si lo alargamos demasiado, puede que acaben siendo foco de burlas. Es bastante improbable que alguien de 11-12 años siga creyendo en ellos, si es así, puede ser una buena edad para hablar con ellos y ellas, aunque no imprescindible. Si no estamos seguros de que lo sepan, podemos adornarlo con algo de imaginación, intentando hablarles con un lenguaje sencillo, y directo.
- Intentar contarlo en una época alejada de la Navidad para no teñirla de la decepción anterior.
- Contar con cierta dosis de decepción por su parte. Tanto por la desilusión de la historia real, como por sentir que los padres les han engañado. Podemos aprovechar para hablar de la ilusión compartida, de la oportunidad para los adultos de recuperar la sorpresa y rememorar esa época de nuestra infancia. Que no es mentirles, es simplemente adornar con magia y fantasía una etapa de su vida.
- Hacerles ver que hay otros niños y niñas puede que todavía mantengan esa ilusión y hay que respetarles. Que intenten no contarlo a otros menores.
- Los regalos son una muestra de dar y recibir amor, y eso no tiene por qué desaparecer. Que la ilusión por recibir regalos no es necesario que muera aunque sepan de dónde vienen. También podemos aprovechar para explicarles que el amor no se mide por el precio o el tamaño de los regalos.
Sea como fuere, la Navidad es mucho más que regalos, y esa parte es la que cada familia tiene que sentirse libre de alimentar a su manera. Si queréis compartir tus preocupaciones sobre este tema, recibir consejo o compartir experiencias con otras familias, podéis acceder a la Tribu CSC, ¡recordad que el primer mes es gratis y no hay compromiso de permanencia!
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