Cómo prevenir el síndrome del bebé sacudido

Zarandear al niño pequeño jugando o como forma de llamarle la atención puede suponer un riesgo si el gesto es muy violento y repetido

Lanzar al bebé por los aires es un juego habitual. Muy divertido para el bebé y el progenitor lanzador, pero terrorífico para la mayor parte de los espectadores que imaginan al bebé cayendo sin control desde las alturas. Pero suponiendo que no se caiga, ¿es realmente peligroso lanzar a un bebé por los aires para hacerlo reír? Hoy hablamos del síndrome del bebé sacudido.

Si lanzas un bebé al aire, se te puede caer. Si no lo lanzas, no

Siempre es peligroso perder el contacto físico con el bebé y tanto más peligroso cuanto mayor es la distancia al cuidador. Es peligroso dejarlo “un segundo” solo en el cambiador mientras nos estiramos todo lo posible para agarrar el pañal que se nos quedó sobre la cama. Porque en ese segundo se nos puede caer.

Imagínate si lo lanzas al aire y lo dejas ahí, flotando unos segundos para que experimente el gracioso cosquilleo que produce la ingravidez en el estómago. Podría caerse ¿no? A nadie se le escapa esa posibilidad.

 

 

Se dice que no hay bebé que no se haya caído, sino bebés que “aún” no se han caído. Si el bebé está en una superficie elevada como el cambiador, la cama o incluso un sofá, siempre debemos tener una mano encima para sujetarlo si es necesario. Cuando son recién nacidos o muy pequeñitos, tienen reflejos que los hacen impulsarse involuntariamente si tocan una superficie dura y podrían caerse en un descuido.

Pero pronto perderán esos reflejos y aprenderán a voltearse y desplazarse reptando mucho antes de tener edad de gatear o andar. El día que aprenden a hacer estas cosas no está señalado en el calendario, y no queremos comprobarlo cuando ya se han caído. ¿Por qué entonces asumimos el riesgo de lanzarlo por los aires y perder del todo el control? 

El síndrome del bebé sacudido

Pero además del riesgo de caídas, ¿existe riesgo de que se produzcan lesiones internas como las que suceden en el síndrome del bebé sacudido? Muy brusco tiene que ser el juego para que se produzcan daños. El síndrome del bebé sacudido o zarandeado suele tratarse de una forma de malos tratos, pero también se puede producir tras sacudir bruscamente al bebé que se está atragantando, o si deja de respirar porque sufre un espasmo del sollozo. Difícilmente se producirán lesiones por lanzarlo al aire jugando 

 

 

La cabeza del bebé es proporcionalmente más grande y pesada que la cabeza del niño o del adulto. Y los músculos del cuello que la sostienen no son aún lo suficientemente fuertes como para controlarla, por eso sujetamos siempre la cabeza del bebé pequeñito para evitar que se le vaya bruscamente para atrás y se haga daño cuando lo manipulamos para cambiarlo, alimentarlo o acostarlo.

A medida que van creciendo, el control de la cabeza es mayor y, poco a poco, podrán controlar la postura cuando están en posición vertical y sin apoyo, pero hasta los 4 meses es normal que el control no sea completo o dure poco tiempo. Posteriormente, podrán también controlar la cabeza en movimiento y moverla a voluntad, pero se trata de un proceso madurativo que lleva su tiempo. 

 

 

El cerebro del bebé es más delicado. Los vasos sanguíneos son más frágiles y las neuronas se empiezan a conectar entre sí, pero con unas conexiones finas y débiles aún. Si la cabeza se mueve bruscamente, el cerebro se desplaza sin control dentro del cráneo golpeándose contra el hueso a uno y otro lado y produciendo hemorragias e inflamación del tejido cerebral, dañando así las frágiles conexiones cerebrales. 

Síntomas e importantes secuelas

En los casos más graves, cuando existen malos tratos, las lesiones pueden ser tan importantes que causen hemorragias masivas con convulsiones, coma, incluso la muerte. O pueden dejar grandes secuelas como parálisis cerebral o ceguera.

Sin llegar a estos extremos, también se pueden producir lesiones si el bebé es sacudido en un momento de desesperación porque el bebé está irritable y no para de llorar. O en un incorrecto intento de reanimación en caso de atragantamiento o si el bebé deja de respirar durante un episodio de espasmo del sollozo.  

 

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Sacudir al bebé jugando

Zarandear al niño pequeño como forma de llamarle la atención puede suponer también un riesgo si el gesto es muy violento y repetido. Pequeñas lesiones pueden pasar desapercibidas en un primer momento pero pueden llegar a ocasionar retraso en el desarrollo del lenguaje, problemas de aprendizaje o problemas motores leves 

Jugar a lanzar al bebé por los aires (si no es una gran altura) o hacerlo saltar sobre las rodillas no supone riesgo de lesiones. Tampoco si se cae de la sillita de paseo o del sofá y llora inmediatamente. O si se le sacude mucho la cabeza mientras lo llevamos corriendo, en bicicleta o en coche por un camino lleno de baches. Un frenazo brusco tampoco es problema si va correctamente sujeto por su dispositivo de retención infantil instalado a contramarcha.

 

 

Todos estos movimientos carecen de la energía suficiente para producir lesiones. La prudencia es imprescindible para jugar con los niños y conociendo los verdaderos riesgos de estos juegos más bruscos, podemos perfectamente dejarlos que disfruten de jugar al caballito, correr en la mochila de papá o saltar por la montaña en la bici de mamá. 

 

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