¿Por qué los niños se cortan el pelo?

Para experimentar, porque se aburren, para jugar, para llamar la atención... Los motivos por los que los peques se cortan el pelo son variados y, por lo general, no hay que preocuparse

Un día te levantas y te encuentras el baño lleno de pelos. Preguntas y nadie responde. Revisas sus cabezas y ahí está, el trasquilón. Pero ¿por qué los niños se cortan el pelo?

Las «trastadas» en la infancia les ayudan a descubrir el mundo, las normas sociales y las consecuencias de sus actos

Cuando tienes tres niñas pequeñas la vida se vuelve una auténtica aventura, llena de de momentos mágicos, aventuras inesperadas… ¡Y más de un susto! Esto una se lo imagina cuando es consciente de que va a ser familia numerosa, pero no es lo mismo que vivirlo…

«¿Por qué lo has hecho?», le pregunté la última vez que la más pequeña de mis hijas se cortó a sí misma el pelo (las otras ya se han olvidado de jugar a la peluquería). «Porque me gusta». Y la respuesta me dejó completamente descolocada (seguramente fue lo mismo que me dijeron sus hermanas).

 

 

No todos los niños y niñas lo hacen, pero sí es muy probable que una vez que tienen cierta edad y se manejan por casa a sus anchas, empiecen a experimentar con todo lo que pillan a mano. ¿Por qué los niños se cortan el pelo? Puede ser por distintos motivos pero, los más común es que lo hagan por curiosidad y por ganas de hacer cosas nuevas o descubrir las consecuencias que tiene hacer esto o aquello.

Es verdad que hay casos poco frecuentes en que los niños se arrancan el pelo; un trastorno conocido como tricotilomonía o tricología. En este caso, afecta a peques que tienen dificultad para regularse cuando sienten estrés o ansiedad. No es grave, pero sí puede alterar el bienestar del menor y hay que ayudarles (si es vuestro caso, en la Tribu de Criar Con Sentido Común nuestras profesionales os pueden orientar, el primer mes es gratuito).

Aprendizaje a través de la imitación: cortarse el pelo

La imitación es uno de los caminos más importantes para los peques a la hora de aprender. Lo hacen desde bebés. Nos sonríen porque les sonreímos; dan palmaditas porque lo hacemos nosotros para jugar (y cuando están preparados, evidentemente); pronuncian su primera palabra porque les hablamos… ¡Está demostrado que no solo nos imitan, sino que les encanta que les imitemos nosotros!

 

 

Ahora imagina: vas a la peluquería con el peque y él o ella observa que te cortan el pelo y encima todo el mundo te piropea cuando te ve. ¿No es lógico que quiera saber qué se siente con un nuevo pelado? O incluso si son ellos a los que les cortamos el pelo. Seguro que hay más de un «qué guapo/a estás».

Así que, en cuanto tienen la oportunidad, cogen las tijeras ¡y pum! Corte nuevo. Encima cortarse el pelo les permite usar un objeto prohibido, las tijeras, con toda esa atracción que conlleva lo que no se puede (debe) hacer. En mi casa solo pueden coger las escolares y en nuestra presencia; pero esas también cortan el pelo.

Para evitar males mayores (porque andar trasteando con las tijeras sin la presencia de un adulto es peligroso), es importante que sepamos cómo ponerles límites de manera firme, pero respetuosa.

 

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Jugar con el pelo… a las peluquerías (o a ponerse guapos-as)

Igual que jugar a las casitas, jugar a las peluquerías les permite adoptar distintos roles y reproducir situaciones de la vida real. Es el juego simbólico gracias al cual aprenden a entender el mundo. De esta forma investigan, experimentan, les ayuda a desarrollar el lenguaje y las habilidades sociales, y también a ir desarrollando sus gustos personales. Cuando juegan a pelarse (o a pelar los hermanos, que también se me ha dado el caso) están practicando con actividades que luego vivirán de mayores.

 

 

Ver pelo en el suelo (debajo de la mesa del salón también me he encontrado) nos puede resultar incómodo y no concordar con nuestra idea de «estar presentable», pero hay que entender que gracias a este juego desarrollan su imaginación y la creatividad, y desarrollan muchas habilidades importantes para su autoestima y para la relación con los otros. De hecho, existen muchos juguetes variados que estimulan su aprendizaje de esta forma.

La imagen que proyectamos nos importa a nosotros pero, poco a poco, también a los niños

Mi hija de cinco años (la mediana) tiene un estilo peculiar. A ella le encantan las faldas. Siempre que tiene ocasión me las pide, incluso para ir al colegio. Le da igual ponérselas encima del chándal, del vaquero o lo que sea. Pero no solo le gustan, es que es lo único que quiere que se vea; así que en invierno se pone la falda por encima del chaquetón.

A mí me encanta que sea tan resuelta y le dé igual lo que opinen los demás. No será siempre, claro. La de ocho años ya empieza a molestarse cuando no encuentra el jersey que le gusta. Explico esto porque lo mismo ocurre con su pelo. Y si hablo de la pequeña, pues ya es absolutamente carpe diem.

 

 

Cuando la más pequeña se cortó el pelo la última vez, me planteé llevarla a la peluquería. Pero ella no quería. Se cortó un buen mechón por detrás. El trasquilón era tremendo, pero opté por camuflárselo un poco y ya está, principalmente porque ella estaba contenta y le gustaba cómo lo tenía. Estaba satisfecha con su obra. Está claro que la imagen que tanto nos importa y nos ocupa a los adultos, para los pequeños no tiene ningún valor o es totalmente secundario.

Luego la cosa cambia. Porque por desgracia, en un mundo como el nuestro en el que parece que valemos lo que proyectamos, mis hijas no estarán ajenas a esta esclavitud de la imagen. ¿Pero para qué adelantarnos? Además, dejarles tomar ciertas decisiones promueve su independencia y autoestima.

Si rechazamos su imagen, es como si les rechazáramos a ellos. Y nos contradecimos si nos enfadamos porque se han cortado el pelo, pero luego les decimos que «lo importante está en el interior».

 

¿A quién quieres más: a mamá o a papá?

 

Cuando se cortan el pelo por llamar la atención

Otra razón que puede estar detrás de una trastada como cortarse el pelo es llamar la atención. Los peques se sienten seguros con nosotras y nosotros. Quieren que juguemos con ellos, que les prestemos toda nuestra atención y, al principio, no les importará cómo conseguirlo.

Tal vez tirando una pelota varias veces para que tú la recojas, o escapando cuando hay que vestirse para salir, o cortándose el pelo para ver cuál es nuestra reacción y tener sobre ellos el foco, aunque su conducta nos enfade o descoloque. Lo que está claro es que detrás de todo «mal» comportamiento infantil, hay una razón y una causa, aunque muchas veces ellos no sepan comunicárnosla.

Si les regañamos por haberse cortado el pelo, es muy probable que lo repitan con tal de que le prestemos atención. Suele coincidir con el desarrollo del ego, que tiene distintas etapas, y que es importante en la construcción de su propia personalidad. Es una fase en la que son muy comunes las rabietas y la autoconfirmación como persona. Ser asertivos y enseñarles a serlo es fundamental en este momento.

 

 

Solo en casos donde esas llamadas de atención sean excesivas habría que plantearse hasta qué punto forma parte de su aprendizaje o es la respuesta a sentimientos no exteriorizados y que el mismo menor no comprende. Es en estos casos donde más cuidado hay que poner y recurrir a ayuda profesional si lo vemos necesario.

Seguramente habrá más razones para que un niño o una niña encuentre divertido cortarse el pelo (o cortárselo a un hermanito o hermanita, aquí la motivación podría ser el juego o los celos entre hermanos). Y, en la mayoría de los casos, no hay que preocuparse.

Mi marido se acaba de rapar su larga melena para donar el pelo. Un gesto solidario que aplaudo y comparto. Pero, por si acaso, la maquinilla para cortar el pelo la hemos colocado en la parte más alta del armario del baño, donde ninguna de mis hijas llega… ¡Una cosa es un mechón y otro es tener a Sinead O’Connnor de niña en casa!

Si tienes alguna duda, quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil, educación positiva y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentran la pediatra Gloria Colli y la docente, logopeda y psicóloga infantil Elena Mesonero.

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