Para hablaros sobre el apego y el vínculo afectivo, alrededor del cual centro todo mi trabajo, quiero empezar contando una anécdota: una vez en uno de mis cursos estábamos comenzando con la ronda de presentaciones,…
Este post se publicó originalmente el 18/02/2021 y ha sido actualizado en fecha 22/08/2024
Los modelos de paternidad más tradicionales se están quedando cada vez más desfasados, pues son de padres ausentes y/o autoritarios, por lo general.
Por otro lado, casi toda la información disponible se dirige hacia la madre, tanto en los cuidados durante el embarazo como en la crianza, provocando un sentimiento de exclusión desconcertante en los padres. Lo único que les queda es tratar de imitar a la madre, pero esto no puede salir bien, ya que biológicamente somos diferentes. Y esto crea frustración e inseguridad.
Por supuesto que los padres cada vez más se preocupan e interesan por el bienestar de sus hijos e hijas, no solamente en temas como la alimentación o la higiene, también necesitan información dirigida a ellos sobre cómo establecer un vínculo seguro con sus bebés.
Modelos de paternidad
A partir de los años 70 empieza a surgir, muy poco a poco, una nueva imagen paterna. La mujer se incorpora al mundo laboral, y la pareja empieza a compartir las tareas del hogar y crianza de los hijos. Hasta entonces, durante mucho tiempo, la figura del padre estaba prácticamente relegada a ser el sustento económico de la familia e imponer obediencia y rectitud.
Sin embargo, la falta de modelos dificulta la tarea de ese nuevo padre amoroso más presente e implicado, llevándolo incluso, en ocasiones, a rechazar por completo la noción de autoridad y a convertirse en el «colega» de sus hijos e hijas, y esto tampoco ayuda a crear un vínculo sano.
Pero cada vez son más las investigaciones que se centran en el papel del padre en la crianza, valorando muy positivamente el plano afectivo. De hecho, los niños y las niñas que crecen con un padre ausente tienen más probabilidad de desarrollar problemas de conducta, abuso de sustancias tóxicas, mayor ansiedad, malos resultados escolares…
Por razones biológicas, el papel de las madres en la crianza de los hijos es fundamental y prácticamente insustituible. Además de por el importante período de gestación, la mujer ha sido educada para fomentar una mayor predisposición a atender a sus criaturas, y estas a relacionarse con su madre: conocen su olor, su sabor, su tono de voz…
Pero potencialmente, con con los cambios sociales, los padres pueden tener la misma capacidad que las madres para cuidar a sus hijos. Misma capacidad, pero diferentes enfoques, o desde distintos orígenes; por eso se complementan: padres y madres desempeñan papeles únicos.
La importancia del padre en el embarazo
Las reacciones del padre al embarazo, y sus vivencias, necesariamente son diferentes a las de la madre. Ella empieza a generar un vínculo con su bebé desde que sabe que está embarazada, el padre puede tardar un poco más.
Hay padres que parecen meros espectadores, observan y esperan sin intervenir mucho en el proceso de embarazo, pero no significa que no estén contentos. Otros son más reactivos, se interesan por la gestación, compartiéndola de forma activa. E incluso algunos toman la iniciativa, convirtiéndose en coprotagonistas, tanto a través de la acción como de las emociones.
De hecho, durante el embarazo también se alteran las hormonas en el hombre. Se disminuye la testosterona a nivel sérico, y aumenta la prolactina, afectando a la sensibilidad emocional; y el cortisol, que les mantiene en alerta para concentrarse tanto en el parto como en la atención al bebé.
Y el vínculo con el bebé ya puede empezar a desarrollarse desde entonces. Será necesaria una implicación activa del padre en todo lo referente a la gestación, sin olvidar las necesidades de su compañera. Informarse de todo lo relacionado con el embarazo y el parto, ser parte activa. Y, por supuesto, relacionarse con su bebé desde el primer momento, así él también se sentirá más conectado con su cría cuando nazca.
Apoyar a la mamá en todo lo que necesite
A pesar de esto, el enamoramiento instantáneo que suelen tener muchas mujeres con sus bebés nada más nacer, puede costarle un poco más a algunos padres. Ellos se enamoran con el roce. Y uno de los primeros pasos para esto, es la maravillosa experiencia del piel con piel. Aunque la madre suele ser la principal figura para practicarlo, el padre también puede practicarlo y es recomendable para ambos (papá y bebé) compartir esos momentos.
En ocasiones, podemos errar pensando que para establecer un vínculo con el bebé el padre debe compartir al 50% los cuidados del recién nacido, porque lo más importante es respetar las necesidades del bebé. Al principio es probable que su madre sea su centro, pero eso no debe hacer que el padre se desentienda por completo del bebé. Al contrario, hay muchas cosas en las que puede participar y que van a favorecer un desarrollo óptimo.
Encargarse en mayor medida de las labores del hogar, gestionar las visitas, dedicarle más tiempo a los hijos mayores si los hay, cooperar con el descanso de la madre, apoyar la lactancia, al igual que sostenerla y apoyarla emocionalmente durante el postparto… Y, evidentemente, no convertirse en «otro bebé». Si mamá está bien, el recién nacido estará bien.
Y, por supuesto, también hay muchos momentos para el contacto afectivo con el recién nacido: el baño, los cambios de pañal y de ropa, vigilar su sueño si es necesario… Esos momentos papá-bebé irán aumentando, poco a poco, y sin forzar. La madre, por su parte, también debe saber delegar y confiar en todas las posibilidades de su pareja, aunque no lo haga todo exactamente de la misma manera en la que lo haría ella (sin ser algo totalmente contrario).
Hay más de una figura de referencia
En 1998, John Bowlby desarrolló la Teoría del Apego, estableciendo que todos, al ser seres sociales, tenemos relaciones de apego con nuestras figuras de referencia. Pero este apego no siempre tiene las mismas implicaciones, ya que dependiendo de cómo reaccionemos a las necesidades de los bebés, estos aprenderán qué deben esperar de estas figuras y, por lo tanto, qué deben esperar del mundo.
Así, un apego seguro se traduciría en: «sé que no estoy solo, que soy querido y valorado, se atienden mis necesidades vitales (recordemos que el afecto lo es), el entorno es amigable, no tengo que temer y estaré preparado para relacionarme de manera equilibrada, empática y autónoma».
Y para sentirnos protegidos y cuidados, es necesario el contacto sensorial. Y vale que papá no tiene tetas para alimentarle, ni huele como mamá, y quizás le cueste más ser empático con el llanto del bebé o aprender qué dice cuando llora… Pero tiene voz para dedicarle palabras dulces con las que enseñarle el mundo, tiene manos para acariciarle y sostenerle, y tiene un pecho en el que cobijarle. Y en esto ganan los dos: tanto el hijo que aprende a percibir al padre, como el padre que percibe al hijo. Bien a través de manifestaciones físicas de cariño, como a través de la comunicación auditiva.
Alrededor del segundo o tercer mes de vida, los bebés son capaces de mostrar preferencia por su padre, además de su madre, al que conoce gracias a la exposición repetida. Y sobre los seis u ocho meses, ya han desarrollado relaciones de apego, prácticamente por igual con la madre y con el padre: pero para eso papá debe estar presente.
Aunque es lógico que, todavía, exista cierta preferencia por la madre, sobre todo para calmar la angustia, estamos en buen camino para que sobre los 24 meses esta preferencia desaparezca. Pero para eso, antes papá ha tenido que saber estar presente y corresponsabilizarse de la crianza de su cría.
Ahora es tu momento, papá
Aunque durante los primeros meses y años de vida mamá puede ser su principal figura de referencia, a partir de los dos o tres años se separan más físicamente de mamá, las emociones se convierten en las protagonistas de su día a día ya que empieza a comprenderlas, aprecian (y defienden) su individualidad y autonomía, y se interesan por hacer nuevos lazos y estrechar otros que han ido desarrollando. Ahí es cuando el papá, si ha estado bien cerquita durante todo este tiempo, cobra especial relevancia.
Mamá poco a poco deja de ser la preferida en muchas circunstancias y papá se abre paso. Quizás porque es un momento del desarrollo en el que el juego es fundamental, y ahí por lo general papá tiene mucho que ofrecerle. Ojo, que no nos referimos a: «con papá juego que es lo divertido, y con mamá todo el rollo de lo demás». Lo ideal es que interaccionen con ambos en una gran variedad de contextos: alimentación, higiene, disciplina, cuidados básicos, límites, el sueño (cumplir con los rituales de irse a la cama)… y también el juego.
En la familia, es de gran utilidad reconocer los puntos fuertes de cada miembro y fomentarlos. Aunque no necesariamente en todas las familias con un papá y una mamá los roles son como mencionan las publicaciones que apuestan por la figura paterna como preferente a la hora del juego y las actividades. Además, debe ser un juego estimulante, sensible e interactivo. Esto les aportará un vínculo seguro, y será significativo para su desarrollo, tanto para su autoconcepto como en las relaciones con los demás. Así que, no sería «simplemente» jugar.
Con presencia y paciencia, lo habitual es que los peques disminuyan la dependencia de mamá, y esto es gratamente positivo también. Ya que en algún momento (por desgracia, habitualmente se intenta demasiado pronto) es necesario y sano romper ese cordón umbilical, para que no se eternice. Y contar con otras opciones de referencia lo hace mucho más fácil y saludable emocionalmente.
Maneras de desarrollar el vínculo con tu bebé
A modo de resumen, mencionando a la doctora en psicología, Alicia Oiberman, la paternalización se caracteriza por estos factores:
- Compromiso del padre en el proceso del embarazo, parto y puerperio.
- Satisfacción en la relación de pareja.
- Influencia de las experiencias infantiles con su propio padre.
- Un rol masculino no estereotipado, que le permita participar de los cuidados del bebé, sin entrar en conflicto con su virilidad.
¿Ejemplos concretos además de lo dicho anteriormente? Pues mucho diálogo también, hacer un esfuerzo por escucharles activamente y contarles cosas sobre vosotros también, y siempre mostrar gestos de cariño. Parece una obviedad, pero en realidad no lo es. Podemos ser más o menos cariñosos, eso va con cada persona, pero no debemos privarles de unas muestras de afecto mínimas, incluso aunque a veces nos cueste (llegamos cansados y estresados a casa, nos sentimos agobiados porque llegamos tarde al trabajo, etc.).
La verdad es que desde Criar con Sentido Común nos dirigimos muchas más veces a las madres… pero también porque en proporción son las que más se interesan y responden. Pero cada vez son más padres los que se suman a la crianza respetuosa y consciente. En la Tribu CSC hay varios papás que participan activamente y sabemos que, «en la sombra», muchos otros están al día de todo lo que compartimos. ¡Os esperamos!
También puedes descargar gratis la app de Criar con Sentido Común tanto para plataformas Apple como para plataformas Android, y tenéis una semana gratis para probar todas las ventajas de la membresía a la Tribu, realizar todos los cursos online disponibles y consultar a nuestros/as especialistas.
0 responses on "Desarrollo del vínculo con el padre: ¿Cómo puedo apoyar a la mamá y desarrollar el vínculo con mi bebé?"