Son muchas las familias que al oír hablar por primera vez del babysigning, sienten escepticismo y no creen que sirva. Piensan que se trata de una moda que seguramente no funcione. Babysigning Eso mismo me…
El diagnóstico de los trastornos del espectro autista (TEA) pueden ser difíciles de hacer debido a que no existen pruebas médicas, como un análisis de sangre, para diagnosticar el autismo. Para ello, los médicos observan el comportamiento y el desarrollo del niño.
Aprovechamos el 2 de abril, Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, para concienciar sobre la importancia de conocer los signos del TEA para su diagnóstico e intervención precoz.
El Trastorno del Espectro del Autismo
Mateo está en la puerta, esperando a entrar en sesión, nervioso, ¡porque le encanta jugar! Me saluda y me enseña sus calcetines, hoy son de Hulk. Habla muchísimo y me quiere contar un montón de cosas, todas de golpe, sin orden, yo me entero de la mitad; pero poco a poco, y con ayuda de mamá y su agenda con dibujos, conseguimos ordenar sus ideas y lo que me quiere decir.
Está muy contento porque ha logrado comerse una manzana para desayunar, ¡una manzana entera! Es la primera vez. Hasta ahora no se atrevía casi ni a tocarla, le daba asco. También le pasa con otras frutas, casi todas las verduras y los guisos. Esas cosas mamá se las tiene que preparar trituradas. Hay otras cosas que le molestan, como los ruidos fuertes o que le corten el pelo.
En la sesión preparamos un circuito muy divertido en el que tenemos que escalar, atravesar una pasarela, saltar y columpiarnos. Después, en la mesa, jugamos con piezas pequeñas, pinzas y construcciones. Queremos que Mateo aprenda a controlar mejor su cuerpo y gane destreza en sus manos para que logre ser más habilidoso en tareas como el vestido o la escritura en el cole.
Además, durante toda la sesión vamos organizando entre los dos los juegos que vamos a ir haciendo, y promoviendo situaciones en las que compartimos, le animamos a comunicarnos lo que desea y lo que le gusta, lo que le pone nervioso o le frustra, ayudándole a reconocer estos sentimientos que a veces no sabe expresar bien. ¡Le ayudamos a ponerlos en palabras!
Mateo es cariñoso, alegre, disfruta mucho de estar con otros niños y, aunque a veces no sabe muy bien cómo introducirse en los juegos y actividades de estos, le encantan las cosquillas, los superhéroes, saltar y comer pizza.
Mateo, además, tiene un Trastorno del Espectro Autista.
¿Qué es el TEA?
El trastorno del espectro autista es un trastorno del neurodesarrollo que se detecta en la infancia y afecta al desarrollo de la comunicación e interacción social y la conducta. Los pequeños con TEA suelen mostrar patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos y repetitivos.
Suele afectar en mayor proporción a niños que a niñas (aunque en estas últimas también hay mucho infradiagnóstico), y hay una amplia variabilidad en cuanto a la causa de presentación como en lo referente a la manifestación y evolución de los síntomas en las diferentes etapas del desarrollo, dependiendo mucho de si hay otras problemáticas asociadas como síndromes genéticos o discapacidad intelectual.
Así, podemos encontrar peques con verdaderos problemas para iniciar interacciones con el otro, a los que les cuesta mirar a los ojos, no saben compartir lo que les interesa e incluso tienen dificultades para pedir lo que necesitan, y en consecuencia, no suelen tener lenguaje y si lo tienen, no saben usarlo para comunicarse.
Pero también podemos encontrarnos niños o niñas como Mateo, con dificultades mucho más sutiles, a los que les cuesta un poco ajustar su conducta social a diferentes contextos porque no entienden muy bien las claves del lenguaje no verbal, el doble sentido de las palabras, las ironías o generar y compartir juego imaginativo. Estos pequeños suelen tener un desarrollo mucho más normalizado en general.
Entre uno y otro, podemos encontrar todo un abanico de posibilidades y combinaciones de manifestaciones y comportamientos. Es por eso que hablamos de espectro del autismo.
Grados del espectro del autismo y diagnósticos de TEA
Por eso mismo, el manual diagnóstico y estadístico DSM-5 establece una clasificación de los trastornos del espectro del autismo que está basada en la severidad del trastorno en función del grado de ayuda que necesite la persona, o menor en este caso, atendiendo a sus habilidades de comunicación social y comportamiento restringido y repetitivo.
En el grado 3 el niño requiere de mucha ayuda porque tiene una comunicación mínima y muchas dificultades en su funcionamiento cotidiano, en el grado 2 necesita algo menos de ayuda y, en el grado 1 necesita apoyo aunque este no tiene que ser directo en la situación en sí. Añade además un par de categorías más en las que los síntomas prácticamente no interfieren en el día a día del niño.
Hoy en día los diagnósticos de TEA tienen una prevalencia bastante alta, tanto que da vértigo y asusta, pero creo que es muy interesante que consideremos este dato sin alarmas, ya que esto es así porque en la actualidad tenemos profesionales mejor formados con cuestionarios más específicos, que son capaces de detectar síntomas mucho más sutiles, y los que hasta hace no mucho se consideraban como niños peculiares o excesivamente retraídos, hoy pueden entrar dentro de este espectro.
Y, por lo general, aunque recibir este diagnóstico asusta, y mucho, para la inmensa mayoría de estos pequeños y sus familias, una vez elaborada y asumida su nueva situación, supone un cambio abismal en su día a día; porque los profesionales que los acompañan desde el día del diagnóstico en adelante, les enseñan a conocerse, a comunicarse, a desenvolverse y participar en todas las actividades cotidianas en casa y en el colegio, en el parque con sus iguales, etc., con las mejores estrategias y herramientas posibles.
¿Cuáles son estos signos a los que tenemos que atender porque pueden ser compatibles con un TEA?
Es muy recomendable que, ante la más mínima sospecha, acudamos a nuestro pediatra para que valore la necesidad de poner en marcha los recursos que tenemos disponibles en nuestro sistema sanitario: derivar a neuropediatría y a atención temprana. Hoy sabemos que, cuanto más precoz es el diagnóstico y más pronto empecemos a intervenir, mejor será el pronóstico.
Aunque nuestro pediatra realizará un seguimiento específico de despistaje de TEA en los controles del niño sano, y dispone de cuestionarios como el M-CHAT, en el que os preguntará sobre el comportamiento de vuestro pequeño, nosotros estaremos atentos a su desarrollo, que por lo general, al inicio suele ser típico. Alrededor de los 12 meses vamos a percibir que:
- Nuestro bebé nos mira menos a los ojos.
- No responde a su nombre cuando le llamamos.
- No indica lo que quiere señalando, alargando su mano o haciendo vocalizaciones para llamar nuestra atención.
- No nos muestra lo que le interesa o sorprende.
- No reconocen palabras familiares.
- No imitan gestos sencillos.
El juego también puede verse afectado. Aunque al principio el juego de nuestro bebé es muy básico: coger, pasar de una mano a otra, chocar los objetos, tirarlos o llevarlos a la boca… pronto la elaboración del juego va siendo más rica, y empiezan a guardar en un recipiente, a hacer torres, a ensartar, enhebrar, etc.
También, bastante pronto, empiezan a coger los objetos que utilizamos en casa y nos imitan, utilizándolos como nosotros: se peinan con el cepillo, cogen la cuchara e intentan comer o darnos de comer a nosotros, con cualquier trapo se ponen a limpiar y se llevan el móvil a la oreja, para llamar a todo el mundo. En niños autistas todo esto no suele estar presente o necesitan de mucho estímulo y repetición para que vaya apareciendo.
Las rabietas entre los 15, 18 o 24 meses suelen ser algo muy frecuente, pero por lo general solemos saber por qué ocurren y cómo calmar y contener a nuestro peque. En cambio, las rabietas en un niño autista en muchas ocasiones no sabemos por qué ocurren y son desproporcionadas y muy difíciles de consolar.
A veces ocurren por un sonido que les asusta o no soportan alguna actividad de cuidado cotidiano como el corte de pelo, sentarse a comer o que en el baño les caiga el agua por la cabeza. Y justo esto es otro dato a tener en cuenta, la respuesta exagerada a determinados estímulos que en principio no tendrían que molestarles o que parece que no notan otros niños. Así tenemos a niños y niñas que vomitan simplemente con ver u oler ciertas comidas, y otros que se caen y se golpean fuerte y ni se inmutan.
Que el lenguaje no aparezca o que si lo hace no se use para comunicar, pedir o compartir, y que nuestro peque lo utilice para repetir palabras o frases sacadas de contexto o trozos de episodios de dibujos, es otro signo de alerta. La presencia de aleteo o alguna otra estereotipia motora y comportamientos repetitivos, o la dificultad para cambiar de rutinas porque nuestro peque es excesivamente rígido, tanto que si modificamos algo en lo que hacemos a diario le provoca notable ansiedad, son señales que también deben alertarnos.
Un único signo o comportamiento de los que hemos ido mencionando no indicaría por sí solo que nuestro peque sea autista, es necesaria la presencia de varios de ellos. Además, es fundamental que el diagnóstico se complemente con estudios que realizará el neuropediatra: pruebas genéticas, de neuroimagen, analíticas, etc. Dependiendo de cada caso, el facultativo decidirá qué estudio es el más indicado.
En cuanto a la intervención, esta va a ir enfocada a fomentar el interés por comunicarse. Así, mediante el uso de actividades que promuevan la adquisición de los hitos del desarrollo que corresponden al niño por su edad, y partiendo de sus intereses, se van a estimular los aspectos que suele afectar el trastorno, como son la imitación o la comunicación y el lenguaje, siempre buscando el placer de relacionarse con otros.
En el trastorno del espectro del autismo la familia debe ser el eje de la intervención, dándole herramientas para que pueda estimular todos estos comportamientos de su peque en el hogar. La coordinación con el centro escolar y otros lugares donde el niño pase su tiempo, es fundamental.
Algo ideal es que la intervención se realice, siempre que sea posible, en contextos naturales y de manera intensiva, lo que se conseguirá con una coordinación estrecha entre todas las personas que rodean al pequeño.
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