Este es el segundo de tres artículos en los que explicamos los pilares del éxito a la hora de aplicar la filosofía Montessori. Anteriormente habíamos hablado sobre el ambiente preparado y nuestra mirada al niño. Tal…
En Criar con Sentido Común llevamos mucho tiempo haciendo divulgación sobre la filosofía Montessori y todos los beneficios que conlleva en los niños y niñas. Hoy vamos a hablaros de la clave del éxito en Montessori.
Parece que últimamente esta pedagogía se ha puesto de moda, especialmente después del 150 Aniversario Montessori que celebramos el pasado 2020, pero nada más lejos de la realidad, ya que cuenta con más de 100 años de historia y resultados avalados en escuelas de muchísimos países.
Otra forma de ver el mundo
Muchas veces vemos en las redes las típicas imágenes que nos muestran los rostros de las mentes más creativas y cómo tuvieron estas personas la oportunidad de ir a escuelas Montessori en su infancia. Son ejemplos de personalidades que han influido en nuestras vidas de una u otra forma.
Por ejemplo, Sergey Brin y Larry Page (cofundadores de Google) o Jimmy Wales (fundador de Wikipedia). Y a ellos se añaden otras personalidades célebres como Gabriel García Márquez o Ana Frank.
“Parte del entrenamiento de no seguir órdenes y reglas nos motivó a pensar qué estaba pasando en el mundo y a pensar las cosas de un modo diferente”, Larry Page, co-fundador de Google.
Pero, ¿por qué funciona la pedagogía Montessori? La clave del éxito en Montessori está en que promueve la motivación de los niños y las niñas.
La motivación intrínseca
Hoy, gracias a la neurociencia, sabemos mucho más del cerebro del niño, que inteligencia y movimiento van de la mano y cómo se produce el aprendizaje significativo.
Los niños y niñas están deseando aprender del mundo que les rodea. Sin embargo, hay una diferencia enorme entre tratar de enseñar imponiendo conocimientos porque “les toca” o cuando el interés surge de ellos, y esta es precisamente una de las bases científicas del método Montessori (aunque a María Montessori no le gustase exactamente esa expresión, ella prefería decir que educar es proporcionar una ayuda para la vida).
Obviamente, esto no significa que por el mero hecho de que tratemos de criar a nuestros niños bajo esta mirada estos se vayan a convertir en grandes innovadores o empresarios ricos y famosos que ocupen las portadas de la revista Forbes. Sin embargo, en mi experiencia personal, puedo decir que cuando viví en México encontré escuelas de diferentes corrientes pedagógicas, muchas Montessori, y pude conocer de cerca a personas adultas que habían ido al menos los primeros años de su vida a este tipo de escuelas, y una característica que admiraba de todos ellos era la seguridad en sí mismos y la buena autoestima que tenían.
Todos eran muy conscientes de sus capacidades y talentos, muchos de ellos emprendedores. Quizá no habían tenido los mejores resultados en el primer intento de sus experiencias profesionales, pero eran tenaces con lo que querían lograr en la vida y finalmente lo habían conseguido. Y la verdad, me parece algo envidiable que deseo para mis hijos.
Durante muchos años hemos hablando de la generación «ni-ni», aquellos que llegan a la adolescencia completamente desmotivados y no quieren ni seguir estudiando ni tampoco trabajar. ¿Qué hacer en estos casos? Sería muy doloroso que nuestros hijos alcancen la mayoría de edad con esta mentalidad, jugando a videojuegos sin salir de su habitación…
Por eso, María Montessori (al igual que otros pedagogos o grandes pensadores, como Francesco Tonucci) hablaba de que la etapa más importante de desarrollo del ser humano es la infancia. Concretamente la etapa que va de los cero a seis años, porque es cuando se construye la psique y todo el sistema de creencias y valores, y se reafirma esa vocecita en el interior del niño que dice “yo puedo, yo soy capaz”.
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