Una de las cosas más maravillosas en la vida es el primer momento vivido con el bebé, ya fuera de ti. Sentirlo sobre el pecho, caliente aún; ver su carita por primera vez, acariciarle la…
Aunque normalmente nos centramos en la mujer durante el parto, la realidad es que también el bebé juega un papel activo durante todo el proceso. Tanto, que es precisamente él quien desencadena todo el procedimiento para dar lugar al nacimiento. ¿Te has preguntado alguna vez cómo vive tu bebé el parto?
Es cierto que no es posible saber qué siente, pero sí conocemos los cambios físicos que sufren. Si te preguntas cómo vive tu bebé el parto, te explicamos todo lo que sucede desde que pasa de la seguridad del útero a su existencia como ser independiente.
La deformación de los huesos durante el parto
Es frecuente hablar del desgaste físico de la madre durante el parto, pero el feto no se queda atrás. Participa de forma activa y, a lo largo de todo el proceso, realiza diferentes movimientos para adaptarse y atravesar el canal de parto. Probablemente, te hayas fijado que los recién nacidos nacen con las fontanelas abiertas. Ocurre porque los huesos del feto son especialmente blandos para poder amoldar su cabeza al cuerpo de su madre.
Ahora, un estudio publicado en la revista científica Plos One ha mostrado cómo los huesos del cráneo se desplazan y se superponen, hasta llegar a una deformación completa durante el parto.
Para ello, los investigadores realizaron una serie de resonancias magnéticas en la segunda etapa del parto, con una dilatación completa y con descenso de la cabeza fetal, entre el estrecho pélvico superior y la mitad del borde pélvico.
En ellas se muestran cómo la cabeza del bebé adquiere forma de un cono alargado con la punta redondeada para pasar por la pelvis. El estudio demuestra también que la modificación de la forma del cráneo influye en la deformación del cerebro del feto.
Además, los hallazgos de la resonancia magnética sugieren que el feto está sometido a un estrés mayor del que se pensaba hasta ahora, lo que podría explicar la aparición de hemorragias cerebrales (la mayoría de ellas asintomáticas) y hemorragias retinianas que se encuentran después de un parto vaginal normal, según el estudio.
Lógicamente, esto solo ocurre durante el parto vaginal. En un parto por cesárea, el bebé suele ser más redondo y tiene la cabeza menos deformada al no atravesar el canal del parto.
Cómo vive tu bebé el parto: El proceso
A lo largo del proceso de parto, el bebé sufre toda una serie de modificaciones físicas y emocionales. ¿Sienten dolor? Según las investigaciones, los fetos pueden sentirlo desde la semana 28, lo que no significa que exista durante el parto. Lo que sí sabemos es que el bebé hace un gran esfuerzo por nacer. Por ello, en los momentos previos producen una gran cantidad de endorfinas que actúan como analgésicos naturales que le ayudarán a aliviar el dolor.
Además el bebé realiza todo tipo de movimientos: desciende, flexiona la cabeza, se encaja, hace una rotación interna, extensión de la cabeza y rotación externa. Pero todo esto se realiza de forma natural, por lo que se cree que no es traumático ni doloroso para él.
La conexión de la madre y el bebé a través de la placenta, va más allá de lo físico según algunos especialistas. Así, el bebé podría saber el estado emocional de su madre en todo momento. De ahí la importancia de que la madre se sienta informada para poder tomar sus propias decisiones sobre cómo manejar su parto y su dolor. Al sentirse respetada y segura de sí misma, podrá estar tranquila para no trasmitir más estrés del necesario al feto durante el parto.
El torrente hormonal y las primeras contracciones
El bebé es quien determina el comienzo del parto. Para hacerlo, provoca un torrente hormonal en la madre: hace disminuir repentinamente los estrógenos y la progesterona y aumenta las prostaglandinas y la oxitocina. Esto da lugar a las primeras contracciones que, se intuye, no son dolorosas para el feto. De hecho, en este momento está tranquilo y puede moverse, dar patadas, e incluso dormir durante la primera fase.
En ningún caso el bebé siente las contracciones como la madre. Más bien como un masaje al que irá acostumbrándose poco a poco, ya que pueden durar muchas horas. Eso sí, cuando estas son más intensas, comienza a segregar catecolaminas, hormonas del estrés que lo hacen estar alerta.
Estas además son necesarias para el momento del nacimiento ya que ayudan a su adaptación al medio extrauterino y al inicio de la respiración, entre otras cosas.
Acortamiento del cuello del útero y descenso por la pelvis
A continuación se pone en posición fetal, apoyando la barbilla en el pecho y encogiendo los brazos y las piernas. De esta forma, se adapta al canal del parto poniendo poca resistencia. Las contracciones son cada vez más intensas y seguidas, hasta el punto de que la dilatación va en aumento y el cuello del útero se va acortando. El feto apoya su cabeza sobre el cuello del útero lo que puede provocar la rotura de la bolsa (no siempre ocurre en este momento).
El bebé comienza a bajar a la pelvis, para lo que gira sobre sí mismo. Sigue manteniendo la barbilla apoyada sobre el pecho, lo que permite pasar primero la zona del cráneo triangular, reduciendo el diámetro y facilitando el paso por la zona.
El expulsivo
Así, llega la última fase: el expulsivo, donde encuentran los músculos del periné. Durante las contracciones, la madre realiza una serie de pujos que indican el camino a seguir al feto. Su espacio se reduce y cada pujo de la madre se une a los esfuerzos del bebé para superar este último tramo, en el que puede sentir una fuerte compresión que lo envuelve.
Los empujones preparan además al bebé para su vida inmediata en el mundo exterior: vacían los pulmones de líquido amniótico para recibir oxígeno en el momento del nacimiento. La respiración empieza en el momento que cambian las presiones y, mientras, el cordón sigue latiendo. La duración varía en cada bebé y solo se puede cortar cuando deja de latir.
Su llegada al mundo
Aunque es difícil saber cómo vive tu bebé el parto, todo cambia cuando llega al mundo y se enfrenta a todo un universo de nuevas sensaciones. Su primera reacción puede ser llorar ante un territorio hostil, aunque no siempre ocurre. En el útero mantenía una temperatura media de 36 grados, por lo que es importante practicar de inmediato el piel con piel con la madre (o el padre en caso de que ella no pueda) para ayudarlo a regular su temperatura.
No solo por eso. Pasa de un mundo ingrávido, tranquilo y en penumbra… a la luz intensa, el ruido ¡y la gravedad! Todo esto puede resultar abrumador para él/ella, por lo que percibir el olor y la voz de su madre lo calmará y le ayudará a sentirse seguro, además de que ayudará a iniciar la lactancia materna si se desea y a establecer el vínculo madre e hijo.
La oxitocina, endorfinas, el cortisol y la adrenalina, entre otras hormonas, lo ayudarán a adaptarse y a realizar reflejos primitivos como el agarre espontáneo. Y es que nacer de la forma más fisiológica posible le ayuda a adaptarse de forma progresiva y placentera a la vida fuera del útero.
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