La mayoría de nosotros queremos ser “normales”, estar en la media en todo, poder ser "uno/a más", y cuando nos convertimos en padres el mismo deseo tenemos respecto a nuestros hijos, empezando por la etapa…
Educar en igualdad sin perpetuar un rol machista o sexista, es uno de los grandes retos que requiere la crianza. La sociedad en la que vivimos continúa perpetuando numerosos estereotipos que ponen la zancadilla a la igualdad. El machismo perjudica tanto a niñas como a niños porque los estereotipos nos hacen daño a todos.
Niñas y niños crecen influenciados por una publicidad a menudo sexista, en un contexto social que todavía clasifica en rosa o azul y que continúa perpetuando tópicos.
Por eso, no tenemos que cortarnos cuando escuchemos mensajes dirigidos a nuestros hijos e hijas que consideramos machistas. Con educación y serenidad, es necesario que confrontemos a esas personas que muchas veces ni siquiera son conscientes de estar enviado un mensaje sexista, sino que lo perpetúan por pura costumbre.
No seas machista con mi hijo: Cosas que no quiero que le digas
El cambio tiene que venir, pues, no solo por los y las que ya estamos en el camino de la igualdad, sino también por la sociedad que necesariamente tiene que hacer el «clic». Para ello, siempre que veamos o escuchemos comentarios sexistas, no solo podemos, sino que debemos explicar por qué ese tipo de comentarios están totalmente fuera de lugar. Especialmente, si esos mensajes van dirigidos a nuestros hijos, para que no los interioricen ni los normalicen.
Hablamos de evitar frases que perpetúan etiquetas y roles de género, que van dirigidas al aspecto físico (esto es especialmente importante en las niñas que es donde la sociedad vierte sus más duras críticas) o al género de las personas. Hablamos de eliminar clichés y, sobre todo, no hacerles creer que la sociedad espera de ellas y ellos cosas concretas asociadas a su sexo.
Jugar con muñecas es de niñas
Algunas marcas de juguetes aún a día de hoy, perpetúan roles de género en su publicidad y en los propios productos. Esto es algo que ya debería estar superado porque todas y todos sabemos que los juguetes no tienen género.
Hay una etapa del juego por la que todos los niños y niñas pasan, la denominada juego simbólico y es cuando les encanta interpretar roles de adultos. Bien sea jugar a ser papás/mamás, médicos/as, maestros/as o policías… es importantísimo que les dejemos SER libremente.
Primero, porque no deben interiorizar que hay roles que pueden o no desempeñar en función de su sexo, y segundo, porque cualquier imposición como por ejemplo «jugar a las muñecas es de niñas», irá contra su personalidad y podría afectar seriamente a su autoestima y la confianza en sí mismos.
Pelea como un hombre
Un mensaje muy habitual, y muy machista, que se ha transmitido a los niños, especialmente cuando son varones, es que en caso de conflicto en clase, en el parque… si un niño les agrede, ellos respondan con la misma moneda. Esto es un error, debemos velar por el diálogo y enseñarles que la violencia nunca es una solución.
Y por supuesto, nuestros hijos nunca deben verse forzados a participar en conflictos, peleas o agresiones porque es «lo que hacen los niños y si no, no eres un hombre». Los golpes no son un juego, no deben plantearse como una competencia y desde luego, no son ninguna solución.
Llorar es de niñas
Muy habitual es también cortar las emociones de un niño que llora con la desafortunada expresión «llorar es de niñas». Expresar sentimientos es algo necesario para los niños, reprimirlos puede acarrearles problemas en el futuro.
Es importante que transmitamos a nuestros hijos que siempre que lo necesiten expresen cómo se sienten y se apoyen en nosotros y en su entorno cercano para que le acompañemos en su sentir. Tanto en su infancia como en su vida adulta, la inteligencia emocional será fundamental para tener un desarrollo sano y ser personas felices y con una personalidad definida.
Si molestas a una niña es porque te gusta
Esta afirmación es muy peligrosa porque banaliza, desde edades muy tempranas, la violencia hacia el género femenino. Asume, también, cierto poder desde los hombre hacia las mujeres, exculpando que si actúan de forma violenta o intimidatoria, tienen una disculpa.
La violencia hacia las mujeres tiene uno de sus orígenes en la normalización desde la infancia de una actitud que es discriminatoria, sexista y claramente machista.
Enseñemos a nuestros hijos que todos y todas somos iguales y como tales, merecemos un trato igualitario y respetuoso. También que nunca hay una excusa para atacar a otra persona, sea por sexo, raza o cualquier otra razón. Criemos hijos en igualdad y marcaremos el camino del cambio.
El rosa es un color de niña
Ni el rosa es exclusivo de niñas ni el azul de niños. Los colores son tan variados como los gustos y la asociación de color y género es una imposición social que no tiene ninguna razón de ser. Además, es un cliché muy desfasado, hoy en día muchos hombres llevan camisas, corbatas y accesorios de color rosado sin que se dude de su hombría.
Los niños son creativos por naturaleza y les encanta expresar su imaginación a través de las manualidades, los dibujos e incluso su forma de vestir, ¿por qué limitarlos?
Las tareas del hogar son cosas de mujeres
Para construir adultos que piensen en igualdad, hay que criar a nuestros hijos en igualdad. El ejemplo debe ser la palabra, pero también las acciones. Demostremos a nuestros peques con el ejemplo que las tareas del hogar siempre se reparten a medias entre todos los miembros de la familia, según sus posibilidades y nunca según su sexo. Es imprescindible que las generaciones que nos sigan asimilen el reparto equitativo de tareas como algo normal.
El cambio está en todos y todas
Cuántas veces hemos visto u oído una actitud claramente machista y no hemos reaccionado. Bien porque las tenemos tan interiorizadas, que nos cuesta que nos salte la alarma, bien porque no hemos querido ser la voz discordante. Nos ha pasado a todos, y es normal, pero como dice una frase muy famosa «el mundo cambia con tu ejemplo».
Criemos a nuestros hijos e hijas fuertes, empoderados y valientes para reaccionar ante un comentario fuera de lugar, así también se educa a la sociedad y poco a poco estas generaciones acabarán normalizando una sociedad libre de estereotipos que ya no sea machista, donde que un niño lleve falda al colegio no sea noticia ni objeto de crítica.
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