La neofobia alimentaria es el miedo o rechazo a probar alimentos nuevos. La peor pesadilla de unos padres, que sueñan con que sus hijos coman de todo. Conforma una etapa característica del desarrollo infantil en…
Hasta los tres años el control de la salud visual de los niños lo suele realizar el pediatra en las visitas del niño sano. Salvo que en estas revisiones se haya detectado alguna anomalía o el peque tenga algún antecedente que implique un control más exhaustivo (prematuridad o antecedentes familiares), lo habitual es que a partir de esa edad se produzca la primera visita al oftalmólogo. ¿Qué tipo de pruebas oftalmológicas le realizarán a nuestro hijo?
¿Qué controles se realizan entre los 0 y los 3 años?
El proceso de maduración de la vista de un niño o niña pequeña se desarrolla durante los primeros tres años de vida. En las primeras exploraciones pediátricas (desde el nacimiento) el pediatra explora principalmente las pupilas para detectar alteraciones oculares. También busca el reflejo rojo de la pupila para asegurarse de que la luz llega correctamente a la retina. Luego, el pediatra irá controlando los reflejos que desencadenan estímulos visuales y valorará el comportamiento visual del peque. También interrogará a los padres sobre las conductas visuales de su hijo.
Si en ese periodo el pediatra detecta alguna anomalía, como una mancha blanca o un cristalino opaco, derivará al menor al oftalmólogo porque son señales de patologías graves. Allí le realizarán pruebas oftalmológicas concretas para concretar el diagnóstico y establecer un tratamiento. En caso de que no se detecte ningún elemento inusual, no será necesario acudir al oftalmólogo al menos hasta los tres años.
¿Por qué entonces? Pues porque a esa edad se ha alcanzado una madurez suficiente y es un buen momento para hacer controles más concretos. Hay algunas patologías leves oftalmológicas que no son fáciles de detectar, como la ambliopía u ojo vago, pero que si se diagnostican antes de los ocho o 10 años se pueden resolver. Hasta los seis años lo recomendable es una visita anual y a partir de entonces, al menos cada dos años hasta cumplir 18 años.
¿Qué ocurre en la primera visita al oftalmólogo pediátrico?
Lo habitual en la primera consulta es que el profesional de oftalmología revise la historia clínica del niño; los antecedentes generales como su historia prenatal, perinatal y posnatal; y también la historia médica familiar. Hay algunas anomalías de la visión que tienen un fuerte componente hereditario, como puede ser la miopía o el glaucoma.
También preguntará por el desarrollo del pequeño, por ejemplo, si nació por cesárea, si ha gateado o el proceso de lectoescritura. Además, se interesará por el rendimiento escolar puesto que es unos de los contextos donde el menor puede dar señales de que no ve bien.
En cuanto a la exploración, esta analiza la agudeza visual (cómo ve el peque de lejos y de cerca); se examina la refracción; la visión binocular; la percepción de objetos tridimensionales (estereopsis), y la percepción de los colores (en caso de antecedentes familiares de daltonismo).
Quizás uno de los elementos que más puede preocupar a los padres es el uso de colirios para dilatar la pupila. Sin embargo, su uso es necesario para conocer de manera más certera si existe algún problema de refracción. Una vez dilatada la pupila, se utiliza un retinoscopio. También se usan para analizar el fondo del ojo.
¿Qué suelen buscar las pruebas oftalmológicas en los niños?
En general, la exploración busca descartar cualquier enfermedad leve o grave del peque. Sin embargo, el principal objetivo es descartar la ambliopía. Es una patología difícil de detectar porque el menor no muestras señales de que no ve bien. El ojo sano tiende a corregir lo que el ojo vago no ve. Si la ambliopía no se detecta y trata antes de los ocho años, puede convertirse en irreversible. De ahí, la importancia de detectarla precozmente.
Las principales causas de la ambliopía son el estrabismo y los problemas de refracción (astigmatismo, hipermetropía y miopía). Según datos de la Asociación Española de Pediatría en Atención Primaria, la prevalencia de la ambliopía oscila entre el 1 y el 5% en niños menores de seis años, y la del estrabismo es del 1 al 3%. En el caso de errores de refracción, esta es aún más alta, entre el 15 y el 20%. Si se tratan precozmente, antes de los ocho años, pueden corregirse o como mínimo disminuir.
¿Cómo se mide la agudeza visual?
La agudeza visual es la capacidad de percibir, detectar o identificar objetos con unas condiciones de iluminación buenas. Al nacer, el recién nacido no tiene completamente desarrollado el sentido de la vista. Existen distintos métodos para examinarla según la edad del menor, según recoge el oftalmólogo José Manuel Díez del Corral en «Oftalmología pediátrica para todos los días». Lo ideal es ir usando el más complejo posible en cada edad porque dará más efectividad diagnóstica.
Se suele explorar a distancia y lo ideal es comprobar la agudeza visual de cada ojo por separado (se suele tapar uno de los ojos con la palma de la mano y luego, el otro). La agudeza visual ha de ser simétrica. Si no lo es, puede ser señal de ambliopía.
Existen algunas pruebas oftalmológicas para menores de tres años, como el test de Teller y Cardiff para lactantes y niños preverbales, aunque solo dan una orientación. A estos se les enseña dibujos de distinto contraste de manera progresiva. Cuando dejan de mirarlos se entiende que no los ven. A partir de los dos o tres años se usan los optotipos de dibujos, que sí dan una información más afinada.
A partir de los tres años se pueden usar los test de la E, C o Círculos abiertos en los que el pequeño tiene que decir hacia dónde están orientados (para ello tiene que comprender el mecanismo). El problema es que existe un 25% de posibilidades de que acierten por azar. Desde los cuatro y cinco años se usan los optotipos de números o letras, que son más fiables.
La estereopsis
Es la capacidad de ver en tres dimensiones. Se explora porque su presencia indica que hay coordinación fina y precisa entre los dos ojos. Si el niño tiene una buena estereopsis es poco probable que tenga un problema visual grave. En casos de estrabismo o de defectos refractivos, esa estereopsis fina se pierde.
Existen distintas pruebas para medirla. La más habitual es con unas gafas polarizadas rojo y verde. Para los niños más pequeños, que rechazan las gafas, está el test de lang en la que el niño tiene que ver imágenes en una lámina a una distancia determinada.
Si el pequeño tiene antecedentes o se sospecha de que es daltónico, también se le pueden hacer pruebas oftalmológicas para detectar este defecto congénito que afecta principalmente a los varones y raramente a las niñas.
¿Qué pruebas se realizan para detectar el estrabismo?
El estrabismo es una alteración ocular que provoca que los ojos del peque no esté bien alineados y se vean torcidos. Como consecuencia, la visión binocular es defectuosa porque los dos ojos no son capaces de mirar de manera simultánea a un objeto.
El problema es que uno de los dos ojos irá perdiendo gradualmente la capacidad de visión y se convertirá en un ojo vago. Existen distintas pruebas oftalmológicas para detectarlo. Hay que tener en cuenta que en bebés lactantes de hasta seis meses es normal que tuerzan un ojo.
El test de Brückner es una de las pruebas más básicas. Consiste en observar el reflejo rojo de la retina cuando se mira a través de una oftalmoscopio directo encendido en una habitación oscura. Se compara el fulgor de cada ojo. Cualquier asimetría indica un defecto visual. Es una prueba con la que se suele detectar los grandes estrabismos, las cataratas congénitas o algunos defectos refractivos como la hipermetropía.
Por otro lado, está el test de Hirschberg. En él se ilumina la cara con una linterna. El peque tiene que mirar la luz. El profesional controlará que el reflejo en las córneas está correctamente centrado en ambas pupilas. Si en uno está centrado y en otro no, este último suele ser un ojo estrábico. En ese caso se puede dar un paso más; el Cover test, que es algo más complejo y que controla la desviación de los ojos, con el otro ocluido.
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Yo creo que debería ser obligatorio pasar una revisión completa de la vista antes de empezar el colegio. Mi hija parecía que no tenía nada, no torcía los ojos, no se acercaba a las cosas y me dio por llevarla a revisión por pura rutina y resulta que tenía de todo, yo pensaba que iba a ser cosa de quince minutos y pasamos allí dos horas dilatando pupilas y haciendo pruebas, al final tenía hipermetropía, astigmatismo y el ojo derecho muy vago, apenas veía por él, necesitaba (y necesita) muchísimo aumento en las gafas. Lo más curioso es que cuando la niña bajó el primer día al parque con sus gafitas y su ojo tapado las otras madres y las vecinas casi me daban hasta el pésame, yo aluciné, es decir, yo estaba feliz, mi hija tenía un problema gordo de vista que si no se trataba podría hasta haberla dejado ciega de un ojo y gracias a haberlo detectado por fin podría ponerse remedio y las madres como si fuera el fin del mundo por unas gafas y un parche. Pues yo estoy encantada con sus gafas y con su parche, significa que ahora mi hija puede ver bien.