La primera vez que escuché “violencia obstétrica” me escoció el alma; no creo que este término deje indiferente a nadie, hay quien asiente con resignación o quien se ofende afirmando que tal cosa es una…
La madre del menor acabó en el hospital tras enfrentarse a un hombre de entre 40 y 50 años que estaba insultando a su hijo con TEA por usar la cola rápida para personas con discapacidad.
«Yo también soy mongolito como tú»
Los medios de comunicación se han estado haciendo eco en estos días de de la tremenda agresión sufrida por una madre en el parque de atracciones Warner de Madrid. La mujer, que ha denunciado los hechos, intentaba defender a su hijo de 11 años con TEA (Trastorno del Especto Autista), de los insultos de un hombre adulto y tuvo que ser trasladada al hospital tras quedarse inconsciente y sufrir lesiones graves.
Tanto el niño como sus amigos disfrutaban del distintivo especial que da paso rápido a las personas con discapacidad que la Warner les ofrece para darles de prioridad en el acceso a las atracciones. Se trata de una pulsera azul con la que pueden acceder, hasta con tres acompañantes, a las atracciones a través de «colas rápidas» y así no tienen que esperar en exceso.
En el momento en el que el menor y dos acompañantes quisieron subir a una atracción, un grupo de hombres les increpó por haberse “colado”. Ellas les explicaron que disponían de prioridad porque el menor tenía una discapacidad. Entonces comenzaron las mofas: “¿Un mongolito?”, se burló uno de ellos, haciendo gestos con los brazos.
Tras varias burlas, risas e insultos, el hombre denunciado, de entre 40 y 50 años, preguntó a los menores por qué tenían ese pase. “Sí, sí… Yo también soy mongolito como tú”, les dijo este individuo. Tras bajar de la atracción, el niño estaba obsesionado “con el hombre malo” y cuando se lo volvieron a encontrar más tarde el niño sufrió un ataque de pánico y empezó a gritar.
La mujer le reprochó al hombre sus palabras, y este, la empujó y la tiró al suelo. La víctima se encaró con el hombre, que la agarró del pelo y la estampó contra el suelo, dejándola inconsciente. La mujer, en declaraciones a El País, agradece al parque lo bien que se portó: «Primero lo retuvieron a él hasta que llegó la Guardia Civil y a mí me hicieron las primeras curas”, cuenta.
En las fotos que le tomaron en el hospital la víctima se muestra descompuesta, llorando, con el labio partido, la nariz ensangrentada, los ojos morados y una herida profunda en la frente. En el parte médico, además, consta que le detectaron una lesión cervical. Cuando la médico forense del juzgado vio el parte de lesiones, emitió un informe que paralizó el juicio rápido. El caso será juzgado por lo penal como delito grave.
Mientras tanto, la mujer agredida espera encerrada en casa a que el caso evolucione tomando varios ansiolíticos y un antidepresivo. Y es que, según afirma Mamen Bueno, psicóloga y miembro del equipo de profesionales de Criar con Sentido Común: «una agresión física no sólo deja las marcas visibles de las heridas de los golpes. Deja una huella invisible de miedo, vergüenza. De tristeza profunda. De incomprensión. Se está en hiperalerta constante. Hay heridas más profundas bajo la piel, que tardan mucho más en cicatrizar».
Dos amigas íntimas de la víctima planificaron el plan de la Warner para intentar distraer y divertir a su amiga: la mujer agredida perdió hace un año a su madre y desde entonces sufre una inestabilidad emocional aguda debido a la cual ha llegado a perder hasta 15 kilos. Sus amigas, junto con sus hijos (seis menores en total), le propusieron pasar la jornada en el parque temático para distraerse un poco en el Día de la Madre. Ninguna de ellas se imaginaba entonces que la jornada acabaría así.
La incomprensión que sufren las personas con una discapacidad invisible como el TEA
Este caso, ahora en los tribunales, se ha convertido en la bandera de un problema que numerosas familias denuncian en el día a día. Según ha manifestado a la agencia Efe la asociación ProTGD Autismo el TEA es una discapacidad más común de lo que creemos (Plena Inclusión Madrid explica que estudios epidemiológicos realizados en Europa indican una prevalencia de aproximadamente un caso de TEA por cada 100 nacimientos. En España hay unas 450.000 personas diagnosticadas), pero a pesar de ello este colectivo sufre “agresiones verbales o situaciones discriminatorias en muchas ocasiones”.
Las familias de personas con una discapacidad invisible, como el trastorno del espectro autista, sufren a diario reacciones de pena, incomprensión, burla o desprecio. En concreto, las familias de personas con TEA denuncian constantemente situaciones como mínimo desagradables.
Durante los meses de confinamiento domiciliario por la Covid, por ejemplo, numerosos progenitores denunciaron en redes sociales los insultos y amenazas de los llamados «policías de balcón» cuando disfrutaban del permiso especial que el Gobierno concedió a personas con minusvalía y trastornos de salud mental para poder salir a pasear acompañados a la calle.
Educación inclusiva para acabar con la violencia y la discriminación
«No se acepta lo que no se conoce». Las palabras de Mariano Casado, presidente de Plena Inclusión Madrid, resumen el problema de nuestra sociedad: “Hay gente que no ha tenido contacto con una persona con discapacidad en la vida y le cuesta luego integrarla. Aunque también habrá alguno que ni conviviendo cambie…”.
La educación inclusiva soluciona la brecha existente entre el desconocimiento y la aceptación, ya que al crecer en aulas diversas, se promueve la comprensión, la empatía y la tolerancia. Así, cuando los niños y niñas se hacen adultos, aceptan con normalidad a los demás. De esta forma se evitan situaciones de abuso y discriminación.
Silvia Guijarro, maestra y especialista en Disciplina Positiva, miembro del equipo de Criar con Sentido Común, asegura que es fundamental que eduquemos en el respeto a la diversidad:
«Todas las personas somos diferentes, tenemos distintas capacidades, diferentes realidades. Y, sin embargo, aunque partimos de la base de que la diversidad es inherente al ser humano; esto no debe servir para invisibilizar las dificultades con las que conviven las personas con algún tipo de discapacidad. No es lo mismo tener más o menos habilidad para cantar que tener hipoacusia profunda; no es lo mismo tener poca habilidad motriz que ser parapléjico; no es lo mismo que la timidez sea uno de nuestros rasgos de personalidad que tener un trastorno del espectro autista«, manifiesta.
Es importante que tomemos conciencia de que, aunque todos somos diferentes, las personas con discapacidad viven expuestas a una serie de dificultades extra que no podemos siquiera llegar a imaginar.
Algunas de estas realidades, además, no son fácilmente detectables a simple vista:
«Por eso es fundamental que eduquemos no solo en el respeto a la diversidad sino también en la solidaridad y en la cooperación. Tenemos la inmensa suerte de desconocer cuáles son las características y las necesidades de muchas de estas personas. Si nos encontramos en el parque, por ejemplo, con un niño y notamos que puede tener alguna discapacidad o alguna afección que nos resulta desconocida; siempre podemos preguntar a su madre o a su padre cómo podemos interactuar con él de forma respetuosa si es que le apetece. Alejarnos de aquello que desconocemos para no molestar o por miedo, puede sumir a estas familias en un aislamiento social muy duro. Pretender interactuar como si no pasara nada es vivir de espaldas a la realidad y, probablemente, podamos cometer errores que agraven aún más la dificultad con la que conviven. Demos ejemplo a nuestros hijos, acerquémonos. Pero siempre desde el respeto y la humildad«.
Para ello, la experta señala la manera correcta de realizar el acercamiento que sirva de ejemplo para nuestros hijos e hijas y siente las bases de la interacción respetuosa : “Nos gustaría jugar con él/ella, pero no sabemos si le apetece ni cómo podemos hacerlo para que se sienta bien, ¿crees que es buena idea?”.
Puede que estén cansados de dar la misma explicación una y otra vez «pero la amabilidad siempre es la mejor manera de acercarnos a cualquier persona«, sostiene Guijarro.
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