¿Qué enfermedades pueden transmitirme los animales si estoy embarazada?

Muchas mujeres abandonan a sus animales al quedar embarazadas por el miedo al contagio de enfermedades

Una de las preocupaciones más habituales durante la gestación es qué hacer si estás embarazada y tienes mascotas. Aprovechando que el 4 de octubre se celebra el Día Mundial del Animal, vamos a desmitificar algunas creencias comunes.

Si los animales domésticos tienen innumerables beneficios para cualquier persona, estos se incrementan en el caso de las embarazadas. Por ejemplo, nos «obligan» a pasearlos a diario manteniéndonos activas, a lo que se suma que su compañía favorece que liberemos endorfinas, una sustancia que proporciona sensación de felicidad.

Pero no todo son ventajas, ya que las mascotas también pueden transmitir enfermedades a las mujeres embarazadas. ¿Sabes cuáles son?

¿Qué pasa si estoy embarazada y tengo mascotas?

Hay que diferenciar entre los animales domésticos y los silvestres. Si seguimos unas correctas medidas de higiene y recomendaciones con los domésticos, nos pueden acompañar durante el embarazo. En el caso de los silvestres, la cosa cambia, ya que pueden ser portadores de diferentes bacterias y deberíamos mantenernos alejadas de ellos en esta etapa.

 

 

Normalmente, el mayor riesgo en cuanto a animales domésticos se relaciona con los gatos por el riesgo de contagio de toxoplasmosis. Sin embargo, un informe de 2016 de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia y veterinarios publicado por el Grupo de Estudio de Medicina Felina de AVEPA advertía de que el riesgo de que un gato doméstico, alimentado con pienso comercial y que no sale de casa contagie a través de sus heces a una embarazada es prácticamente nulo.

De hecho, la toxoplasmosis es una enfermedad muy infrecuente. Y en caso de contraerla, lo más habitual es hacerlo por infecciones alimentarias con carne cruda y no por la presencia de los gatos. Así que si te lo estás preguntando, en ningún caso debes deshacerte de tu mascota, ni siquiera si es un gato.

La toxoplasmosis: de los excrementos de los gatos a la fruta y verdura

Entre las muchas pruebas que se realizan a una mujer embarazada, se encuentra la que detecta si está inmunizada frente a la toxoplasmosis, una enfermedad que puede causar importantes complicaciones en el feto como deformidades, problemas en el cerebro y la vista o incluso el aborto. El principal riesgo se encuentra en:

Normalmente, los gatos contraen el parásito al comer animales pequeños o carne cruda contaminada. Sin embargo, debes tener en cuenta que no enferman ni muestran síntomas cuando tienen el parásito, por lo que no te darás cuenta. Tampoco es probable que seas consciente de que te has contagiado tú, ya que solo un 10% de las mujeres infectadas tienen síntomas perceptibles y es benigna, salvo si estás embarazada.

 

 

Los gatos infectados eliminan los huevos una sola vez durante 10 o 15 días en toda su vida. Es decir, una vez que cogen la enfermedad, no vuelven a contraerla nunca más.

Lo mismo ocurre con los humanos. Si ya has pasado la enfermedad antes de quedarte embarazada, en teoría habrás desarrollado inmunidad contra ella de por vida. Sin embargo, existen estudios en animales que han demostrado que se puede volver a tener y casos de reinfección en humanos.

¿Qué precauciones debo tener si tengo mascotas y estoy embarazada?

Aunque los últimos estudios revelan que el riesgo de que los gatos contagien la toxoplasmosis es muy bajo, sí hay que tener ciertas precauciones si estamos embarazadas.

Los gatos transmiten la toxoplasmosis a través de sus heces, ya que es en ellas donde elimina los huevos del parásito Toxoplasma gondii. Por este motivo, deberíamos evitar limpiar la bandeja de arena y, en caso de tener que hacerlo, habría que usar mascarilla y guantes.

Hay que tener especial cuidado de no llevarse las manos a la boca después de trabajar con la tierra de las plantas o de limpiar la caja de arena de los gatos. Y cuando acabes, debes limpiarte minuciosamente con agua tibia y jabón.

 

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Lo ideal es cambiar la arena todos los días, ya que el parásito no es infeccioso hasta pasados entre uno y cinco días de depositar las heces.

El gato debe ingerir pienso comercial o comida húmeda enlatada y, en caso de tomar cualquier otro alimento, debe ser cocinado a alta temperatura durante 10 minutos. Si come carne cruda, debe congelarse previamente a -20 grados centígrados y durante dos días.

No es necesario cambiar sus hábitos de comida para pasar de la carne cruda al pienso de un día para otro. Bastará con seguir las recomendaciones. Además, es importante que el gato no salga al exterior y que no cace.

Por último, para desinfectar la bandeja por completo habría que usar agua hirviendo, mucho más efectiva que cualquier desinfectante.

Y por supuesto, puedes seguir acariciando a tu gato si estás embarazada y no has pasado la toxoplasmosis ya que esta, en ningún caso, se contagia por el pelo.

 

 

¿Y más allá de los gatos? Perros, aves y reptiles

Aunque los gatos son los que siempre se han llevado la mala fama, es cierto que los perros también pueden transmitir enfermedades. Se trata de parásitos y hongos (causantes de la tiña) que aunque no son dañinos para el feto, sí hay que tener en cuenta porque las embarazadas no pueden tomar muchos medicamentos.

Así, antiguamente, existía el riesgo de que transmitieran la rabia o el quiste del perro (hidatidosis) aunque gracias a las vacunas y a la desparasitación, prácticamente han desaparecido de nuestro entorno. En cualquier caso, hay que evitar recoger sus excrementos y no tocarles la boca ni dejarse chupar o lamer por ellos.

 

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Es importante evitar también el contacto con aves como las gallinas o las palomas si estás embarazada y tienes mascotas. En este caso, se debe al riesgo de transmisión de la toxoplasmosis y psitacosis u ornitosis. Su sintomatología es parecida a una gripe, que puede desembocar en una neumonía en los casos graves. Además, algunos patógenos como los hongos Histoplasma capsulatum y Cryptococcus neoformans pueden crecer en los excrementos de las aves, provocando enfermedades respiratorias sin gravedad en las embarazadas.

Junto a los perros, los pájaros, las tortugas, las ranas y los reptiles pueden transmitir la salmonela y la listeria. Es cierto que la primera no causa daños en el feto, pero sí puede desembocar en salmonelosis. Se trata de una enfermedad que afecta al aparato digestivo y que puede provocar diarrea, fiebre y calambres abdominales. Además puede conllevar deshidratación y presentar otro tipo de complicaciones. Más grave es la listeria, que sí puede llevar a un parto prematuro o la pérdida del feto.

Los conejos y los roedores como hámsters, cobayas y ratones suelen provocar infecciones cutáneas. Además, los roedores pueden ser portadores también del virus de la coriomeningitis lingocítica (LCMV). Aunque es poco frecuente en España, puede provocar complicaciones durante el embarazo y el aborto.

 

 

Nos podemos contagiar por una mordedura de un animal infectado, al tocar la orina, sangre, saliva o excrementos o al respirar el polvo o recoger los excrementos de su jaula. Para evitarlo, es importante que otra persona se encargue de su limpieza y lavarnos siempre bien con agua y jabón. Además, hay que evitar el contacto con los roedores silvestres.

Mascotas sanas, la mejor compañía

En cualquier caso, es importante que las mascotas estén sanas y controladas por su veterinario habitual y al día con sus vacunas. Hay que evitar que toquen la comida de los humanos y lavarse siempre muy bien las manos después de tocarlos. Y, especialmente, si vamos a comer justo después.

Si estás embarazada y tienes mascotas, debes ser especialmente escrupulosa con la higiene. Por ello, deberás bañar a tu mascota y cortarle las uñas con frecuencia. Además, debes limpiar sus juguetes con agua y jabón para evitar la propagación de parásitos.

 

 

Y cuando llegue el bebé, todo serán beneficios. No solo a nivel físico e inmunológico, sino que va más allá. Así, según un estudio de la fundación Affinity, favorece el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico de los bebés. Y es que, como muchos adultos, al tener a un animal de compañía cerca, se sienten reconfortados y felices.

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