A menudo cuando la gente me pregunta a qué me dedico y les contesto, me miran con cara de asombro y perplejidad. A la respuesta de: "Soy médico de familia e IBCLC", suele venir la…
En torno a las dos semanas de vida, el recién nacido comienza a pedir teta con mucha frecuencia, e incluso parece que se enfada en el pecho. ¿Qué está pasando? Hay quien lo llama la crisis de los 15 días, algo habitual, normal y que te explicamos ahora para que sepas cómo actuar.
Es importante que la lactancia materna se inicie en la primera hora de vida del bebé. Si hacemos piel con piel tras el parto, el recién nacido buscará el pecho de mamá para hacer su primera toma. Después debe seguir pegado al pecho, mamando cada poco tiempo.
Los primeros días no tendrá un patrón de alimentación regular, pedirá constantemente y si no lo hace, debemos ofrecerle.
Cambios que ocurren a los 15-20 días
A esta edad en muchos casos, nuestros bebés tienen un cambio en su comportamiento, hay quien lo llama crisis de lactancia de los 15 días, pero en realidad puede ser un poco más adelante. Será la primera crisis propiamente dicha, luego pueden venir más. Pero para que no te descoloque y te pille desprevenida es importante conocerla. Así entenderás a qué se debe, que es algo pasajero, y que en unos días volverá a mamar con tranquilidad.
Tras la primera toma que idealmente se realiza en el mismo paritorio, ya que hay que favorecer la lactancia precoz y el piel con piel (recordemos todos los beneficios que tiene este contacto), la demanda de alimento debería ser bastante frecuente. El tamaño del estómago del recién nacido es pequeño y además la leche materna se digiere con mucha facilidad, así que no te extrañe que pida de comer cada poco tiempo.
De hecho, aunque la lactancia debe ser a demanda, es decir cada vez que el bebé quiera y el tiempo que el bebé necesite, lo cierto es que hasta que se establezca correctamente debería ser a oferta. Garantizando un mínimo de 10-12 tomas diarias, para aumentar la producción y para que el bebé no se deshidrate llegando a dormir demasiado y desatendiendo su necesidad vital de alimentarse.
Así, sortearemos la conocida como crisis del segundo día, o noche ya que en realidad suele ser la segunda noche en la que el bebé, si no ha comido suficiente, entra en un bucle desesperante de llanto y ofuscación al pecho porque no se siente saciado.
Durante los siguientes días las tomas, si el agarre y la succión son correctos, pueden ir poco a poco espaciándose. Es poco frecuente que aguanten las típicas tres horas sin comer, porque la lactancia materna no suele funcionar así, pero sí alternará el sueño con la comida de una manera algo más pausada.
Gracias a las deposiciones, sabremos que el bebé se está alimentando bien y, aunque es normal que pierda un poco de peso al principio, en torno a las dos semanas de vida ya debería haber recuperado el peso del nacimiento.
Es entonces cuando, de repente, cambia el patrón y su forma de comportarse al pecho. Y, si no sabemos que se debe a la crisis de los 15 días, puede que entremos en pánico, empecemos a dudar de si se está alimentando bien e incluso creamos que no producimos leche.
¿Qué suele pasar en estos días?
O ¿cómo identificar la «crisis» de lactancia de los 15 días? Muchas madres notan comportamiento similares a esta edad y el mero hecho de saber que son normales ya les ayuda a sobrellevarlos.
Vuelven a demandar pecho continuamente, como los primeros días (si es que ha dejado de hacerlo). No hay descanso que valga, justo parece que se ha quedado dormido tras la toma y en menos de 30 minutos vuelve a llorar mucho. O puede que simplemente la toma parezca no terminar nunca. Esto último puede deberse a algún tipo de limitación que impida al bebé succionar eficazmente, como un frenillo lingual corto, pero descartando esto también es uno de los comportamientos típicos a esta edad.
Muchos bebés además lloran desconsoladamente si no tienen el pecho en la boca, no hay porteo ni postura que les calme. Quizás pienses hasta que le duele algo, pero basta con acercarlo al pecho y comprobar que lo que quería es mamar. Incluso llegan a regurgitar leche en bastante cantidad, por haber comido tanto, pero siguen queriendo continuar mamando. También están más inquietos durante todo el día, e incluso puede que al mismo tiempo quieran tener la teta en la boca, pero se enfaden si sale leche.
¿Qué hacer ante estos cambios?
Lo primero que debes saber es cuánto duran, ya que eso va a ayudarnos a sobrellevarlo mejor. Pueden ser dos o tres días muy muy intensos, en algunos casos cuatro días y nunca más de cinco. Pero esto quiere decir que es algo temporal, que no siempre va a estar así y que el agotamiento que este aumento en la demanda provoca pasará pronto. Luego, quizás, tengamos que hacer frente a otras épocas de cambio, pero quizá es mejor ir paso a paso.
Ahora mismo nos encontramos con un bebé de menos de tres semanas de vida que está creciendo a ritmo vertiginoso y que precisa más alimento. ¿Hará falta suplementar? Si tu bebé está creciendo bien, no será necesario. De hecho caer en la «ayudita» de biberón puede ser contraproducente.
La lactancia materna tiene un mecanismo de producción realmente sabio, igual que llega a producir el alimento necesario para un bebé, sabe perfectamente cuándo debe producir para dos bebés. E igualmente reconoce que el recién nacido precisa de más leche, porque está creciendo, y aumenta la producción.
El aumento de la demanda del bebé tiene como consecuencia un aumento en tu producción, es una de las razones por las que se pasa todo el día al pecho. Y precisamente ahí está la respuesta sobre qué hacer ante estos cambios (y en realidad en todo momento): atender sus necesidades.
Puede ser difícil tener paciencia cuando tienes un recién nacido demandando constantemente y arrastras bastantes horas de sueño, pero saber que estás siendo capaz de ajustarte a tus necesidades incluso en momentos de más demanda te hace confiar en tu capacidad y te vincula aún más con tu bebé. Y si tienes suerte y encuentras algún momentillo, puedes aprovecharlo para relajarte y pensar en el gran trabajo que estás haciendo sacando adelante una nueva vida.
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