Los niños alérgicos, por el simple hecho de tener alguna alergia, no tienen más riesgo que otros niños de tener una infección por coronavirus. Los niños y niñas tienen en general menos riesgo que los…
Existen varias dermatosis idiopáticas que afectan a la piel y que están relacionadas con el sol. La más conocida es la Erupción Polimorfa Lumínica (EPL). Sin embargo, esta se suele dar en jóvenes y adultos. En niños raramente. La patología que sí afecta a los menores es la Erupción Primaveral Juvenil (EPJ).
Algunos autores y manuales especializados, concretamente en una de las obras de referencia en dermatología «Bolognia. Dermatología: Principales diagnósticos y tratamientos», consideran que es un tipo de EPL específica de la infancia.
«La EPJ es una dermatosis idiopática localizada que suele afectar a una zona muy concreta, las orejas de los niños. Normalmente aparece entre los 5 y los 12 años de edad y algunos dermatólogos la comparan con la perniosis juvenil. Es decir, los conocidos como sabañones pero del verano, aunque no es lo mismo», explica Mónica Roncero, dermatóloga y una de las profesionales del equipo Criar Con Sentido Común.
¿Qué es la Erupción Primaveral Juvenil (EPJ)?
La Erupción Primaveral Juvenil fue descrita por primera vez en los años 50. Se trata de una patología benigna y autolimitada. Se caracterizan por un eritema y edema de fondo sobre el que aparecen pápulas eritematosas, vesículas y, posteriormente, costras. Se localiza en las orejas, en el hélix de la oreja (la parte superior). Se suelen curar de forma espontánea con el paso de varios días y sin dejar cicatrices.
«El desencadenante clave es la luz solar. De hecho, se ve claramente porque en los años donde el sol y el calor aparece antes (abril o mayo) aparecen más casos», explica Mónica Roncero, quien resalta que en el caso de los adultos (a los que les afecta la Erupción Polimorfa Lumínica) estos suelen «estar preparados» y se cuidan la piel para evitarlo cuando llega la época de más sol. «En los niños no pasa esto porque en la infancia es cuando aparecen los primeros casos».
La EPL, por su parte, es una reacción cutánea inducida por el sol que puede manifestarse de diferentes formas. Generalmente, aparece en primavera o a comienzos de verano al exponer al sol partes del cuerpo que suelen estar cubiertas el resto del año.
El tipo de lesiones varía según la persona, aunque suelen aparecer en forma de pápulas eritematosas (rojizas) o color piel levemente pruriginosas (que pican) de tamaño variable. Raramente irán acompañadas de otros síntomas como dolor de cabeza, fiebre o malestar.
¿Es un tipo de alergia al sol?
La luz del sol es imprescindible para la vida pero está compuesta por radiación ultravioleta, visible e infrarroja. Las dos primeras son las responsables de la mayoría de efectos de la radiación solar en los seres vivos. Algunos de esos efectos son positivos, como la acción antidepresiva gracias a la melatonina, la síntesis de la vitamina D, o el control de patógenos de la piel gracias a la radiación UVB.
Pero también nocivos. Provoca eritemas, quemaduras, cambios en la pigmentación y la fotoinmunosupresión (lo que disminuye las defensas de la piel). Y también, más a largo plazo, fotoenvejecimiento y fotocarcinogénesis. Esto último, el cáncer de piel, es la consecuencia más grave de la exposición al sol.
Tal y como recoge el Libro de las Enfermedades Alérgicas de la Fundación BBVA, la alergia al sol se entiende popularmente como:
«Un amplio grupo de procesos que cursan con una respuesta cutánea anormal producida, desencadenada o agravada por una exposición que consideramos normal u ordinaria a la luz solar. Estos procesos, denominados fotodermatosis o enfermedades por fotosensibilidad engloban patologías muy variadas en cuanto a frecuencia, sintomatología, gravedad, causa, evolución, tratamiento, etc.».
Dentro de esos procesos se encuentran la Erupción poliforma lumínica y la Erupción primaveral juvenil. También otras patologías como la dermatitis actínica crónica, la urticaria solar o el prurigo actínico, entre otras. La primera, la EPL es una de las más frecuentes y puede llegar a afectar hasta a un 15-20% de la población general, según el Libro de Enfermedades Alérgicas.
El diagnóstico y el tratamiento de la erupción primaveral juvenil
En el caso de la erupción polimorfa lumínica es habitual que antes de las lesiones en la piel aparezca picor. Suele afectar a zonas que normalmente tenemos tapadas en invierno, como el cuello, el escote, los antebrazos o las piernas. «Si dejamos de exponernos al sol, en unos siete días suele desaparecer; aunque es muy probable que al año siguiente reaparezca ante la nueva exposición al sol», indica Mónica Roncero. En estos casos, las lesiones pueden ser de muchos tipos: papulosas, eccemas, placas, nódulos… «pero lo más típico pequeñas pápulas de 1 o 2 milímetros«.
El tratamiento más habitual para tratar esas lesiones es la prescripción médica de corticoide. Aunque es una patología benigna, si a tu hija/o le aparecen estos eritemas en las orejitas es conveniente acudir al médico para que determine si efectivamente se trata de la EPJ. La piel de los niños es muy delicada y es mejor prevenir. Además, existen muchos mitos relacionados con el cuidado de la piel en verano. El pediatra decidirá si es necesario remitir al paciente al especialista en Dermatología o Alergología. En la Tribu CSC puedes consultar tus dudas con nuestras especialistas, que te orientarán sobre los pasos a seguir.
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La erupción poliforma lumínica se trata igual, con corticoides tópicos. «En los casos más importantes sí es posible que se requieran tratamientos sistémicos pero estos son más raros», apunta nuestra dermatóloga. Al margen de los medicamentos, se suele recomendar que se evite la exposición solar, sobre todo entre las 10 y las 14 horas; y en los casos más graves, se desensibiliza la piel con fototerapia de rayos UVB («les ponemos morenos antes del verano»). Y si no, filtros solares de amplio espectro para proteger su piel.
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