Si hablamos de cómo se instaura el vínculo mamá y bebé, creo que todos y todas diríamos rápidamente palabras como gestación, dar a luz, lactancia, piel con piel, cuidado... Pero si hablamos del padre... ¿cómo…
Que una mujer experimenta cambios físicos y hormonales cuando se queda embarazada es algo conocido. Cualquier madre lo sabe, y la ciencia lo confirma. Las modificaciones cerebrales, sin embargo, son menos perceptibles pero también ocurren. Lo curioso es que el cerebro del padre también cambia durante el embarazo y la crianza.
Estos, por su parte, experimentan cambios en su cerebro cuando se convierten en padres. Cambios que están relacionados con las regiones cerebrales implicadas en la recompensa, la empatía y la atención.
El cerebro del ser humano se va moldeando a lo largo de la vida y eso hace que el de cada persona sea único, con circuitos neuronales de formas y distribuciones muy diferentes que van cambiando en base al entorno y a las experiencias de cada persona. Es lo que se conoce como la plasticidad cerebral. Y este fenómeno ocurre también cuando se tienen hijos. El cerebro se adapta a esa nueva realidad y provoca también cambios en la conducta.
Cambios en el cerebro de la futura madre
El cerebro sigue escondiendo muchos secretos que fascinan a la ciencia (la eclosión y desarrollo durante los dos primeros años de vida es realmente sorprendente). Y la maternidad provoca una serie de cambios para que la madre sea más receptiva a las necesidades del bebé. Son cambios cerebrales que se mantienen al menos hasta dos años después del parto, según el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y la Universidad Autónoma de Madrid.
En 2016 publicaron un estudio en el que demostraron que son cambios físicos: se reduce el volumen de materia gris implicada en regiones relacionadas con las relaciones sociales. A través de imágenes de resonancia magnética de 25 mujeres embarazadas antes y después del parto, de las parejas de 19 de ellas y un grupo de control de otras 20 mujeres. El seguimiento duró cinco años y cuatro meses.
Y los resultados demostraron una reducción simétrica en el volumen de la sustancia gris en la línea media cortical anterior y posterior, así como en secciones específicas de la corteza prefrontal y temporal en las mujeres embarazadas. Cambios específicos que los científicos relacionaron con el proceso gestacional, porque tras el nacimiento del bebé hay cambios que también se producen en el padre.
La clave está en la oxitocina
Toda mujer que ha pasado por un parto ha oído hablar de la oxitocina. Nuestros cuerpos las segregan de forma masiva en el parto y durante la lactancia natural. Gracias a ella baja la tensión arterial y el ritmo cardiaco; disminuyen las hormonas del estrés al tiempo que nos sentimos bien y nos relajamos. Es, por tanto, clave a la hora de regular las emociones y los comportamientos sociales. Y nos predispone de forma positiva hacia los demás. ¿Resultado? Juega un papel fundamental en el vínculo y el cuidado del bebé.
Pero si antes se pensaba que era una hormona digamos femenina para favorecer ese vínculo con los hijos, ahora hay estudios científicos que demuestran que al hombre también le ocurre, aunque de forma algo distinta. Incluso experimentan cambios hormonales antes de que nazca el bebé, concretamente en la testosterona y el estradiol. Curiosamente la oxitocina sube y baja la testosterona tras el nacimiento de un hijo y los científicos creen que es para favorecer la empatía hacia el menor, y favorecer así la vinculación con él.
A la oxitocina se la conoce como la hormona del amor, de la tranquilidad, del contacto. Y es que solo se activa y se libera en estas condiciones; y queda neutralizada por la adrenalina (que aparece en momentos de peligro, de estrés). A su vez, influye en la producción de otras hormonas, como los estrógenos, la dopamina, la serotonina, las endorfinas o la prolactina. Esta última muy relacionada con los cuidados de los hijos. Cuando aparece, el cuerpo se relaja. Y nos sentimos más felices.
Cómo cambia el cerebro de un padre
La noticia de que va a ser padre y la relación posterior con el recién nacido genera, pues, cambios en el cerebro del padre. La Universidad Emory de Atlanta (EEUU) publicó en 2017 otra investigación que demuestra que los niveles de oxitocina aumentan la respuesta neuronal de los padres al ver imágenes de sus hijos pequeños. Igual que las madres.
En este caso se realizó un estudio similar al de la Autónoma de Madrid pero con hombres. A través de resonancias magnéticas, se analizó el cerebro de 30 padres de hijos de entre uno y dos años. El objetivo era comprender mejor cómo varía el comportamiento neuronal cuando el padre participa activamente en la prestación de cuidados.
Se midieron los niveles de oxitocina y de vasopresina. Mientras esta última se mantuvo igual, en el caso de la oxitocina sí se produjeron efectos más intensos cuando se mostraban las imágenes de los hijos (sin embargo, no había reacción llamativa al escuchar el llanto de un bebé).
Según los investigadores, esto sugiere que probablemente los cambios hormonales asociados con la transición a la paternidad «faciliten una mayor motivación de acercamiento y empatía hacia los niños». A su vez, reconocen que se necesitan más estudios para evaluar cómo la segregación de oxitocina en el cerebro del padre puede ayudar a contrarrestar el desinterés o la motivación de algunos padres a la hora de involucrarse en la crianza de sus hijos. Incluso, apuntan, podría ayudar a aquellos padres que sufren depresión posparto.
Los hombres también sufren depresión posparto
Aunque la depresión posparto de la mujer suele centrar la atención de las investigaciones, también existen estudios sobre la que sufren los padres. Según esta investigación de la Universidad de Granada y la UNED, el cerebro del padre puede experimentar tristeza y resentimiento hacia el bebé.
Según los datos de esta investigación, hasta un 25% de los padres puede sufrir esta situación tras el nacimiento del hijo/a (aunque no hay datos de la prevalencia en España). Es del 50% en el caso de que la pareja también la sufra.
Existen factores biológicos que pueden llevar a un hombre a sufrir depresión postparto. Se refieren al bajo nivel de cortisol, prolactina, oxitocina y testosterona en el cerebro del padre. La depresión posparto también es más habitual cuando la pareja también la sufre, se producen cambios en la relación de pareja, el padre se siente excluido o hay falta de apoyo social.
Entonces, además de tristeza y resentimiento, hay sensaciones de agobio y emociones que pueden llevar a pensar al padre que lo han abandonado o que es alguien al que se olvida en la nueva realidad de la familia. Un mayor apoyo social implicación en el cuidado del recién nacido pueden ayudar a contrarrestar estos efectos y reducir estas cifras, según indica el estudio.
Los padres tienen que desarrollar el vínculo con el bebé
Las sensaciones positivas que experimenta el hombre apuntan a un aumento de producción de oxitocina y pueden ser claves en prevenir la depresión posparto en los hombres y a fortalecer el vínculo con el bebé. Además, ese vínculo entre padre e hijo es muy importante también para los peques, aunque siempre se ha creído que cuando nacen solo las madres crean esos lazos. La ciencia demuestra que esa capacidad para vincularse y cuidar también la tienen los hombres.
Existen distintas formas de desarrollar ese vínculo. Por un lado, es importante que la persona se comprometa durante todo el proceso (embarazo, parto y puerperio); mantener una buena relación de apoyo, respeto y empatía en la pareja; y un rol masculino no estereotipado en el que no entre en conflicto lo asociado a la virilidad. La influencia de las experiencias infantiles de propio padre también influyen. Y, por supuesto, diálogo, escucha activa y ternura.
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1 responses on "¿Qué le sucede al cerebro masculino cuando se convierte en padre?"
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Buenas noches
Lo primero decirle que agradezco su articulo y lo que aporta de forma resumida en él. Solo quería señalar que aunque los varones pueden padecer depresión después de convertirse en padres, no puede ser postparto dado que no dan a luz. El echo de que se produzca en esta etapa no es perse lo que denomina esta patología.
Cada dia más varones o progenitores entran en depresión después de convertirse en padres, durante el primer año de vida del bebé. Ahora bien, los factores de riesgo, el funcionamiento cerebral y la causa del cambio no son las mismas que las de las mujeres. Usar el mismo termino que se ha designado a las mujeres, que ha costado tanto que se nos reconozca, me genera una contradicción, nombrar algo no significa tener que usurpar el lugar de otra cuestión. Llamar a las cosas por su nombre es tremendamente importante.
La comunidad científica debería de ponerse de acuerdo para incluir un nuevo diagnostico para los varones u otros progenitores (dado que no solo el varón que ha participado en la creación de esta vida puede entrar en depresión, ya que tiene que ver, en gran medida, y sin profundizar en los factores de riesgo añadidos, con el contacto con el bebé).
Gracias de nuevo por su articulo, espero que podamos entre todos generar debate que abra posibilidades.