La importancia de saber pedir perdón a los hijos: Qué valores les enseñamos con nuestro acto

Saber pedir perdón a nuestros hijos cuando nos equivocamos es darles ejemplo y permiso para equivocarse y asumirse imperfectos, así como valor para asumir los errores y seguir esforzándose por aprender cada día

Como parte del espejo en el que nuestros hijos e hijas se miran cada día, ¿qué hacemos para dar ejemplo cuando nos equivocamos? ¿Sabemos cómo pedir perdón a los hijos?

Nosotros somos su ejemplo: Qué valores les enseñamos al pedir perdón a los niños

“¿Qué has hecho? ¡Eso no se hace! ¡Pídele perdón ahora mismo a tu hermano!”. “Pero bueno, ¿qué le has hecho a tu compañera? ¡Pídele perdón!”. Una y otra vez, nos encontramos con situaciones, tanto en el ámbito familiar como en la escuela, en las que se obliga a niños y niñas a disculparse. Pero, ¿qué sentido tiene forzar a un niño a pronunciar un “perdón” que no siente?

Las disculpas se piden de corazón e implican un proceso complejo en el que debemos asumir que hemos cometido un error, reconocerlo, hacernos cargo de esa responsabilidad y resarcir de alguna manera a la persona que ha resultado agraviada por nuestros actos con esas disculpas. 

 

La importancia de saber pedir perdón a los hijos

 

Se exige a la infancia que se disculpe inmediatamente cada vez que comete un error, lo cual, si lo pensamos, es lógico que sea muy a menudo ya que es la etapa de la vida en la que menos experiencia tienen y, por lo tanto, los errores forman parte de su día a día. Pero, ¿qué hacemos las personas adultas cuando nos equivocamos? ¿Pedimos perdón con tanta facilidad como les exigimos a nuestros peques?

Razones para pedir perdón a los hijos

Decía Teresa de Calcuta: “No te preocupes si tus hijos no te escuchan… te observan todo el día”. Aquella máxima de nuestros abuelos de “haz lo que yo te digo, no lo que yo hago” no funciona. Los niños aprenden, en gran parte, por imitación. Somos el espejo en el que se miran. Tenemos en ellos a nuestros más fieles followers. Durante la primera y la segunda infancia somos sus figuras de referencia absoluta, así que de nuestras actitudes aprenderán los valores que permanecerán en sus vidas para siempre

Si les decimos que no pasa nada si se equivocan, que los errores hay que reconocerlos… pero, luego, cuando somos nosotros quienes cometemos un error tratamos de esconderlo, negarlo… o, incluso, cargarle el muerto a otra persona y evadir nuestra responsabilidad¿Qué mensaje creéis que calará más profundo en sus vidas? ¿Lo que les decimos que hagan con sus errores o lo que nos ven hacer con los nuestros? Si alguien te dijera: “Pruébalo, está muy bueno y es muy saludable”, justo después de haber rechazado el plato con cara de asco… ¿qué mensaje te llegaría más? ¿Lo que te dice con palabras o lo que te dice con sus actos?

 

 

Aprender a pedir perdón es un ejercicio a través del cual les enseñamos, no solo a ser humildes, también a aceptar sus propios errores, a responsabilizarse de sus acciones, a ser capaces de enjuiciar objetivamente las situaciones en las que se ven envueltos, a asumir las responsabilidades de sus decisiones… y a cuidar a las personas que les rodean.

La importancia de saber pedir perdón a los hijos

De cómo afrontamos nuestros errores en la vida, en general, van a aprender mucho. Pero de cómo afrontamos nuestros errores, cuando están relacionados directamente con ellos, van a aprender aún más. 

Si como padres y madres pretendemos ocupar un pedestal inalcanzable, si asumimos el rol de figura todopoderosa que nunca se equivoca y que está por encima del bien y del mal, difícilmente vamos a poder construir con nuestras hijas e hijos una relación saludable. No solemos buscar ayuda ni confiar en personas que jamás asumen sus errores

Según cómo sean las dinámicas familiares es probable que el hecho de no pedir perdón jamás a nuestros hijos favorezca que aumenten las tensiones y las luchas de poder; o puede que aprendan a ocultarnos sus errores a cualquier precio para no decepcionarnos; o que se rebelen contra la injusticia de tener que cargar con nuestros errores… Desde luego, nada bueno se aprende de la ausencia de aceptación de los errores. 

 

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Lo tenemos claro y por eso nos empeñamos en que nuestros hijos e hijas aprendan a pedir perdón. La cuestión es si les enseñamos de la forma correcta, si se nos olvida que el ejemplo es el más influyente de los maestros.

Cuando cometemos un error con nuestros hijos y nos disculpamos con ellos, no sólo les estamos dando un ejemplo de cómo gestionamos nuestros propios errores. Les estamos diciendo mucho más…

Les estamos diciendo que somos vulnerables, humanos, que estamos en el camino de la vida aprendiendo, igual que ellos. Les estamos diciendo que no tienen por qué avergonzarse de sus errores, que en la vida solo aprendemos si nos atrevemos a intentarlo.

Les estamos diciendo que, cuando nos equivocamos, podemos herir a los demás y que es nuestra responsabilidad reparar, en la medida de nuestras posibilidades, ese dolor.

 

La importancia de saber pedir perdón a los hijos

 

Les estamos dando permiso para equivocarse y valor para asumir sus errores

Les estamos regalando la paz que solo goza quien mira cara a cara a los problemas y no vive huyendo de sus propias sombras. El aprendizaje inmenso que implica asumirse imperfecto/a sin dejar de esforzarse por aprender cada día 

Cómo pedir perdón a nuestros hijos

En Disciplina Positiva usamos la regla nemotécnica de las 4 R´s para recuperarnos de los errores. Si no tenemos facilidad para disculparnos, puede sernos útil recordar estos 4 pasos.

  1. Reconocer el error. Admitir que hemos cometido un error no siempre es fácil; sobre todo, si en nuestra infancia aprendimos mecanismos de defensa para huir de ellos. Este es un proceso interno y personal. Ser capaces de identificar que hemos cometido un error es el primer paso para poder pedir perdón.
  2. Responsabilizarse del error. La responsabilidad implica reconocer que nos hemos equivocado sin castigarnos con el monstruo negro de la culpa ni avergonzarnos. Aquí entra en juego la comunicación con la otra persona. Es importante aprender a decirles a nuestros hijos: “me he equivocado”. Y es aún mejor si somos capaces de concretar cuál ha sido el error. Por ejemplo, “te he criticado sin detenerme a escucharte”.
  3. Reconciliarse. Este es el momento de pedir disculpas. Cuanto más específicos seamos mejor: “Siento haberte tratado de un modo tan irrespetuoso y siento que mis palabras hayan podido herirte”.
  4. Resolver. En Disciplina Positiva siempre nos centramos en buscar soluciones así que, después de disculparnos, nada mejor que buscar juntos una solución para el problema que hayamos tenido o para intentar evitar que esta situación se dé en el futuro. 

 

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