Salta una noticia en prensa “La parejas no podrán entrar durante la dilatación del proceso de parto, se les avisará para que, si acaso, entren al paritorio para ver la culminación del nacimiento”, es en…
Después de nueve meses de embarazo, muchas mujeres pueden enfrentarse al momento del parto con cierta ansiedad. Sin embargo, conocer bien cómo se desarrolla así como las diferentes fases del parto pueden ayudar a afrontarlo de forma tranquila y con cierta calma.
Las fases del parto
Aunque comúnmente llamamos «parto» al mismo momento de nacer el bebé, la realidad es que es un proceso mucho más largo que se compone de tres etapas: la dilatación, el expulsivo y el alumbramiento.
Hay tantos partos como mujeres. Por ello, aunque hablemos en general, la realidad es que una misma mujer puede tener partos totalmente diferentes. Dicho esto, lo habitual es que la dilatación sea el proceso más largo y, de hecho, parte de ella, y especialmente en el caso de las mujeres primerizas, tiene lugar en casa.
Tras ella y cuando se llega a una dilatación completa, llega el momento del expulsivo en el que nace el bebé. El parto finaliza con el alumbramiento de la placenta y el posparto inmediato.
La dilatación
El parto se inicia con el borramiento del cuello del útero que da paso a la dilatación. Esta última se compone de dos fases: la dilatación pasiva, precoz o latente y la dilatación activa. En esta etapa, la función de las contracciones no es otra que abrir y alargar el cuello del útero.
La dilatación pasiva, precoz o latente suele ser la fase más larga del parto y también la menos intensa. De hecho, hay mujeres que ni siquiera son conscientes de que han comenzado el trabajo de parto. En esta etapa se inicia la apertura del cuello uterino, también conocido como borramiento del cuello del útero, y puede prolongarse durante varios días e incluso semanas, sin que se sientan contracciones dolorosas. Si lo son, suelen ser bastante llevaderas y se pueden dar en forma de ráfagas de unas horas, sobre todo por la noche, y luego pasarse.
Lo habitual es que dure entre 8 y 14 horas y, en este momento, la mujer puede estar «tranquilamente» en casa, darse una ducha y realizar los últimos preparativos antes de salir al hospital, aunque dependerá de si es su primer parto o no.
En esta primera fase, las contracciones no son regulares ni intensas y pueden aparecer a intervalos de entre 20 y 30 minutos para ir bajando la frecuencia progresivamente, hasta alcanzar una dilatación de tres centímetros aproximadamente. Podríamos decir que, tras 2-3 horas con contracciones de minuto-minuto y medio, cada 5 minutos, se considera parto activo y la mujer ya puede estar de unos 2-3 cm si es su primer hijo y de 3-4 si es el segundo.
En este momento, comienza la dilatación activa o el verdadero trabajo de parto, donde las contracciones cambian radicalmente. A partir de ahora las contracciones son rítmicas y cada vez más fuertes y seguidas. El bebé va bajando por el canal del parto a la vez que el cuello del útero se ensancha cada vez más. El objetivo es pasar de los tres a los 10 centímetros, alcanzando así la dilatación completa para el nacimiento del bebé.
¿Cuánto dura esta fase? Es complicado establecer un horario, ya que cada mujer es diferente. Así, habrá quien dilate un centímetro por hora y quien dilate mucho más rápido o más lento. De media se puede hablar de 1 cm/hora, aunque la realidad es que se puede estar un par de horas sin dilatar apenas y en una hora ampliar la abertura del cérvix cuatro centímetros. No hay reglas ni formas de acelerar el proceso, de hecho lo ideal es que cada parto siga su ritmo, porque así el bebé se puede adaptar mejor y la madre ir encontrando la forma de aliviar ella misma su dolor. Moverse al gusto de la parturienta es muy importante porque eso ayuda a que el bebé encuentre la posición en el canal del parto.
Eso sí, la dilatación suele ir más rápido cuando ya ha habido un parto previo. Aunque difícil, es importante mantener la calma y pensar siempre que con cada contracción, estás más cerca de tu bebé. Además, la actitud del acompañante es clave en este momento.
La fase de dilatación activa se puede dividir a su vez en otras dos etapas: la dilatación desde los 3 a los 5-6 centímetros y la etapa de transición hasta los 10 centímetros.
- Hasta los 5-6 centímetros. El trabajo de parto se acelera y las contracciones son cada vez más dolorosas. Tanto, que probablemente la mujer no pueda hablar cuando las tiene, para pasar a un momento de calma entre contracción y contracción, en el que el dolor desaparece momentáneamente. En este momento, es importante poner en práctica las técnicas de respiración o relajación para tratar de apaciguar el dolor del parto.
- Hasta los 10 centímetros. Conocida como etapa de transición, las contracciones alcanzan su máxima intensidad, además de ser muy seguidas, dando menos espacio de descanso a la mujer. En este momento suele haber un momento de «estancamiento» en la dilatación y luego seguir dilatando, a veces muy rápido. Ese periodo de latencia es para que el bebé vaya amoldando su cabecita a la pelvis. Así, se dilata muy rápido en muy poco tiempo, llegando en muchos casos a dilatar tres centímetros en apenas 20 minutos. En este momento, la mujer puede sentir una gran presión sobre la parte baja de la espalda y el periné y muchas ganas de empujar, pero la realidad es que aún no ha llegado el momento de hacerlo. De hecho, si empujamos sin tener una dilatación completa, podríamos provocar que el cuello del útero se hinche, alargando así el proceso del parto. Por ello, la matrona puede ayudarte e indicarte cuándo debes hacerlo.
Las fases del parto: El expulsivo
Tras alcanzar la dilatación completa de 10 centímetros, entramos en la fase del expulsivo, en el que tiene lugar el nacimiento del bebé.
En este momento, la presión sobre el periné es plena ya que la cabeza del bebé oprime el recto. Las contracciones duran entre 60 y 90 segundos, son más regulares y también más distanciadas unas de otras. Es el momento de los pujos y, por tanto, donde algunas mujeres pueden tener la percepción de comenzar a participar de forma activa en su parto.
Aunque en España la postura más habitual para el expulsivo suele ser en litotomía (tumbada boca arriba con los pies sobre los estribos), se considera también la más antinatural. De hecho, cada vez más hospitales ofrecen a las mujeres otras opciones a la hora de realizar los pujos. Así, hay diferentes posturas para el expulsivo como el parto vertical, sentada en una silla de partos, en cuclillas, en cuadrupedia o inmersas en el agua, entre otras.
En este momento, la matrona y el personal que acompaña a la mujer durante el parto, indicará la mejor forma de respirar y de realizar los pujos en función de cómo evolucione el proceso. Así, la imagen habitual de empujar aguantando la respiración y ejerciendo presión sobre el abdomen, debería quedar relegada a la última opción por el riesgo de empeorar la diástasis fisiológica que todas las mujeres sufren durante el embarazo, además de ser la más lesiva para el suelo pélvico. Sin embargo, la realidad es que los pujos fisiológicos son más potentes y, por ello, la mujer puede respirar de forma espontánea, acompañada de la matrona que la guiará si fuera necesario.
La duración de esta fase es muy volátil. Tanto que hay mujeres que dan a luz en apenas 10 minutos con tres pujos y otras que pueden estar más de una hora. Lo habitual es que el expulsivo sea más largo en caso de ser un primer parto y se acorte en los sucesivos.
El alumbramiento
Puede parecer que tras el nacimiento del bebé ya ha terminado el parto, pero nada más lejos de la realidad. Aún falta la salida de la placenta, las membranas y los restos del cordón.
Tras nacer el bebé, se debe colocar piel con piel con la madre de forma inmediata. Y mientras el recién nacido y la mamá se conocen por primera vez, vuelven las contracciones con las que la placenta se separa de la pared uterina y sale al exterior.
Es la última fase del parto y se puede producir de forma fisiológica o dirigida. En el primer caso, bastaría con estar en reposo para que la placenta salga por sí sola gracias a las contracciones que, en este momento, apenas son dolorosas. En el segundo, se administra oxitocina sintética para facilitar la salida de la placenta y como medida preventiva de la hemorragia posparto.
El alumbramiento puede tardar entre cinco minutos y una hora, y puede que te pidan que vuelvas a pujar o que te administren medicamentos. Tras expulsar la placenta, la matrona o el ginecólogo procederá a suturar los posibles desgarros o la episiotomía, en caso de haber sido necesaria.
Posparto inmediato, un momento único
Las dos horas inmediatamente posteriores al parto son únicas para el recién nacido y su mamá (y el acompañante, en caso de que lo haya). Lo ideal es colocar el pequeño sobre el pecho de la madre durante el posparto inmediato, la última de las fases del parto. Sólo así recuperará la calma al reconocer el olor, la voz o el latido del corazón que le ha acompañado durante nueve meses, además de ayudarle a regular la temperatura corporal.
Aunque el personal sanitario hará pruebas al recién nacido en el mismo paritorio, lo ideal es que estas se realicen sobre el pecho de la madre ya que, de hecho, hay muy pocos motivos para que ambos sean separados tras el nacimiento. Ni siquiera una parto por cesárea con anestesia epidural implica que la mujer no pueda estar con su hijo recién nacido en las horas posteriores al nacimiento.
Y el motivo es que esas horas son sagradas para ambos. Después de nueve meses de embarazo y el largo esfuerzo físico y emocional que conlleva el momento del parto, la mamá y el recién nacido necesitan estar juntos, favoreciendo así el vínculo afectivo entre ambos y la lactancia materna en caso de que lo deseemos.
En esas dos horas, el equipo médico también controlará que el útero de la mujer empieza a contraerse correctamente.
¿Cuál es el mejor momento para poner la epidural?
Durante mucho tiempo se ha pensado que poner la epidural antes de comenzar el trabajo activo de parto conllevaba que este se ralentizara e incluso aumentaba las probabilidades de acabar en un parto instrumental o un parto por cesárea.
Sin embargo, la última revisión de la guía Cochrane en la que se analizaban nueve estudios al respecto, concluyó que no existía mayor riesgo de cesáreas o de partos instrumentales ni una mayor duración de la fase del expulsivo por administrar la epidural en una fase temprana del trabajo de parto. Y exactamente lo mismo se asegura en la Guía de asistencia al parto del Ministerio de Sanidad.
Por ello, tal y como explica la matrona del equipo de Criar con Sentido Común, Sara Caamaño en el post ¿Hasta cuándo se puede poner la epidural?, el mejor momento es cuando la mujer quiere y lo necesita.
Así, no hay un momento inicial ideal para poner la epidural, pero tampoco un máximo. De hecho, existe la creencia de que no se puede poner la epidural cuando el parto está avanzado, pero como explicaba Caamaño, no es del todo cierto. Es verdad que sí entraña cierta dificultad porque las contracciones son cada vez más intensas y seguidas y que el procedimiento no es inmediato, ya que se tarda unos 15 minutos en ponerla y otros 20 en que haga efecto. Sin embargo, como explica nuestra matrona, «en un parto avanzado los riesgos de poner la epidural no superan los beneficios, pero hay que valorar cada caso y analizar el desarrollo del parto y los deseos de cada mujer».
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