¿Dónde está nuestra responsabilidad a la hora de seleccionar los contenidos a los que acceden nuestros hijos y su exposición a ellos?

A menudo es imposible controlar al 100% el acceso por parte de menores a contenidos no adecuados

Hoy paso por aquí para hablar del acceso de los menores a contenido inapropiado, como madre de tres niños que rozan la preadolescencia y que no se siente preparada para lo que viene.

Todo ha empezado una tarde cualquiera, a la salida del colegio, en la que, por cuestiones que ahora no vienen al caso, mi hijo pequeño, de ocho años, me cuenta que muchos de sus compañeros conocen canciones “pervertidas”. Me llama la atención el término que utiliza y le pregunto para que me cuente.

Es cierto que siempre me ha gustado hacerles saber que tienen en mí un lugar de confianza al que volver cuando algo no encaja y no les cuesta contarme las cosas, sean las que sean.

Me dice que recuerda algunas palabras de la letra de la canción y… ¡bingo! ¡Reggaeton! No es un género que escuche y no entro a juzgar los gustos musicales de nadie, pero al escuchar esas dos canciones concretas, mi veredicto es claro: no las considero apropiadas para niños.

 

 

Contenido inapropiado para menores

Reúno a los tres y les explico por qué no deben escucharlas. Aunque empiezo a asumir que va a ser difícil que no las escuchen: las ponen en la radio, las cantan en los recreos…

Y, cuando pensaba que estaba todo controlado… llega “El juego del calamar”.

Quizá ya hayáis oído hablar de esta serie de televisión surcoreana. Para los que no sepáis de qué hablo os la resumo: más de 400 participantes en riesgo de exclusión aceptan desesperados la invitación a participar en un concurso con un gran premio. Al principio parecen inocentes juegos infantiles. Nada más lejos. Si pierdes, mueres. Violencia explícita y valores que brillan por su ausencia. Antes de continuar, apunto que la serie esta clasificada en el grupo de mayores de 16 años.

 

Ser padres: ¿Cómo prevenir el acceso a contenido inapropiado?

 

Pues bien, mis hijos (11 y 8 años) me cuentan que muchos de sus compañeros la han visto.

No salgo de mi asombro. Y, de repente, las redes sociales están repletas de maestros y familias viviendo exactamente lo mismo (algunos docentes cuentan que ven cómo es el juego de moda en el patio) y apelando a la sensatez.

Para mi sorpresa, tanto en redes sociales como en mi entorno, encuentro padres y madres que no le dan la menor importancia a que sus hijos escuchen letras de reggaeton con alusiones sexuales explícitas o a que consuman series como “El juego del calamar”.

En este punto, intento poner orden y tomar distancia para encontrar respuestas. En primer lugar, ¿cuándo y cómo consumen nuestros hijos estos contenidos? La respuesta se me antoja sencilla: en cualquier momento. Desde el día en el que disponen de un dispositivo con conexión a internet, les estamos dando vía libre al acceso a cualquier tipo de contenido. Si a esto le sumamos el poder que comienza a tener en determinadas edades el grupo social… el trabajo está hecho.

¿Cuáles son los riesgos de que nuestros hijos consuman contenido inapropiado para su edad?

El consumo de contenidos no apropiados para la edad tiene consecuencias porque sus cerebros no son lo suficientemente maduros como para entender e integrar la información que reciben ni tienen el bagaje vital necesario para interpretarla.

Si volvemos a la famosa serie, algunos expertos de los medios audiovisuales plantean que se trata de una feroz crítica a las injusticias derivadas de las desigualdades económicas.

 

 

Veréis, a esa conclusión puede llegar un adulto (y me permitís pensar que no necesito ver violencia explícita para saber que las desigualdades económicas derivan en injusticias). Pero un niño… un niño lo que ve es que hay una persona que no tiene nada y se juega la vida por dinero y, si pierde, tiene que morir y, de paso, ver cómo muere asesinada. Que un niño de 8, 10, 14 años vea este tipo de contenidos no puede traernos nada bueno. En todo caso, el niño puede normalizar la violencia, el hecho de jugar para ganar dinero rápido, la superioridad del que tiene más

No encuentro ni un solo motivo para que un niño vea algo así.

En muchos casos, los padres no saben que sus hijos lo están viendo y se asombran al enterarse de que sus pequeños conocen hasta el último detalle.

Entonces, ¿qué podemos hacer?

La respuesta se me vuelve a antojar sencilla: responsabilidad.

De la misma manera que les procuramos una alimentación saludable, que nos encargamos de llevarles a las revisiones del pediatra, que revisamos sus deberes, debemos supervisar lo que hacen cuando están con los dispositivos digitales

 

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Pero además, hay varias acciones que podemos llevar a cabo e integrar en nuestro día a día en familia:

  • No subestiméis la edad del niño: en el momento en el que dispone de un dispositivo con conexión a internet se convierte inmediatamente en posible usuario de contenido no apropiado. Yo pensaba que mis hijos eran pequeños para conocer siquiera esos contenidos y nada más lejos. Os sorprendería la cantidad de niños de cinco años que han accedido a contenido no adecuado. Tened en cuenta que los vídeos se van enlazando y unos llevan a otros.
  • Preguntad, asesoraos acerca de medidas de control parental: es fundamental que los dispositivos de los niños tengan vetados los contenidos por edad. Aún así, no os fieis al 100%. El control parental a veces nos aporta una falsa seguridad que nos lleva a pensar que no accederán a los contenidos que hemos vetado. ¡Cuidado! Muchos chavales de 12 años son expertos en desactivar algunos de los controles.
  • No perderles de vista: a menudo se recomienda que, por ejemplo, el ordenador esté en el salón o en alguna zona común de la casa. En teoría, la idea parece buena. En la práctica, en ocasiones el salón está ocupado por otros miembros de la familia haciendo otras actividades, el peque que ya no es tan peque quiere tener su intimidad… ¿Cómo lo solucionamos? En mi caso, mi hijo mayor (11 años) sabe que puede estar en su habitación, pero también sabe que yo puedo entrar las veces que quiera, asomarme a ver lo que está viendo e incluso quedarme a verlo con él. Sí, lo reconozco, entro frecuentemente a colocar los jerséis en el armario, a llevarle un lápiz que he encontrado en el salón, a preguntarle si le pongo ensalada con la cena…
  • Comunicación, comunicación y comunicación: esto solo acaba de empezar y ya me he dado cuenta de que es imposible controlar al 100% el acceso a contenido inapropiado así que, la única forma de que sean ellos mismos los que valoren si el contenido es apropiado es a través de la comunicación.

 

Ser padres: ¿Cómo prevenir el acceso a contenido inapropiado?

 

Hablar sobre el contenido de lo que ven, sobre si el interés es propio o es porque los amigos lo han visto, sobre la curiosidad y sobre querer hacer cosas de mayores es un buen comienzo. Si ellos ven que entendemos su curiosidad, que tenemos razones para que no lo vean, que podemos ofrecerles otras alternativas más adecuadas, que les explicamos por qué puede ser perjudicial y que hay unos valores que deben tener siempre como hoja de ruta, es más probable que ellos puedan ir estableciendo su propio sistema de valores y tomando decisiones sobre lo que ven.

Ahora, mientras le digo al mayor “si vas a ver algo que te daría vergüenza que yo viera, no lo veas”, solo puedo recordar con nostalgia cuando eran bebés y me parecía todo complicadísimo… ¡Bienvenidos a la fiesta, que no ha hecho más que empezar!

 

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