La llegada de la alimentación complementaria supone para los más pequeños probar todo tipo de nuevos alimentos. Y, muchas veces, ya sea con purés y triturados o con BLW, conseguir que coman frutas y verduras…
Este post se publicó originalmente el 05/11/2021 y ha sido actualizado en fecha 11/09/2024
Al cumplir los 12 primeros meses, la alimentación de nuestros pequeños sufre cambios importantes. Uno de los más relevantes es que varía su consumo de leche ya que deja de ser la principal protagonista para dejar paso a otros alimentos. Y entonces surge la gran duda: Si ya no es antes de cada comida, ¿cuándo le tenemos que dar la leche?
La leche: de ser exclusiva a pasar a un segundo plano
Durante los seis primeros meses de vida, la leche, ya sea materna o de fórmula, es el principal (y debería ser el único) alimento del bebé. Pasada esa etapa, y siempre que se cumplan una serie de requisitos como que el bebé se mantenga sentado solo, muestre interés por la comida o pierda el reflejo de extrusión, da comienzo la alimentación complementaria.
En ella, y como su propio nombre indica, los alimentos no son más que un complemento, y la leche sigue siendo la base principal de la alimentación de nuestro pequeño. Pero es momento de introducir la gran mayoría de alimentos, sin necesidad de retrasarlos para evitar alergias alimentarias, ya que, de hecho, se ha demostrado que tiene el efecto contrario. Pero, ¿qué pasa a partir de los 12 meses?
Cuando nuestro bebé cumple su primer año de vida, su alimentación «sufre» un cambio importante. La leche deja de ser el sustento principal y va cediendo paso a otros alimentos. Esto no significa que desaparezca por completo, ni mucho menos. Solo que pasa a ser un alimento más.
De hecho, los bebés (y los adultos) siguen necesitando un aporte de calcio diario que va variando con la edad, por lo que la leche o los derivados lácteos (y otros alimentos con alto contenido en calcio) deben seguir presentes en la dieta. ¿Entonces?
Consumo de leche: ¿Cuándo le damos la leche al bebé cuando cumple un año?
Hasta ahora, la pauta era clara: desde el nacimiento ofrecemos la leche (materna o de fórmula) de forma exclusiva y, a partir de los seis meses, siempre ofrecemos el pecho o el biberón antes de los alimentos. Pero al cumplir los 12 meses, la idea es ofrecer a los pequeños los alimentos en el horario habitual de los adultos. Es decir, en el desayuno, comida, merienda y cena. Y entre todos ellos, debemos asegurarnos de ofrecer al aporte de calcio diario que necesitan.
Si optamos por lactancia artificial, podemos ofrecer leche entera de vaca a nuestro bebé cuando cumple 12 meses. En este caso, la idea es que poco a poco vayamos disminuyendo la cantidad de leche y además, pasaremos de biberón a vaso. Con ello, no solo conseguiremos reducir la ingesta, sino también el riesgo de caries del biberón.Además, pasamos a ofrecer primero la comida y después la leche o cualquier lácteo como el yogur natural sin azúcar o queso fresco sin sal. Así, podríamos ofrecer la leche en vasito en el desayuno o después de la cena y completar con algún derivado lácteo a lo largo del día para alcanzar el calcio diario recomendado. Eso sí, el cambio no puede darse de un día para otro, sino de forma progresiva dependiendo de los ritmos de cada niño.
Pero, ¿y en el caso de lactancia materna? Si la lactancia es siempre a demanda y debemos ofrecer el pecho cada vez que nos lo pidan, ¿qué hacemos? Pues la realidad es que tampoco tiene mucha más complicación ya que la lactancia materna sigue teniendo mucho peso en este momento y sigue siendo a demanda.
Sin embargo, según explica la consultora de lactancia e IBCLC del equipo de Criar con Sentido Común, Inma Mellado, es una duda muy común entre las mamás lactantes:
«En este punto, debemos ofrecer los alimentos a la misma hora de los adultos, pero la idea es que los bebés mamen básicamente cuando les apetezca».
El motivo es sencillo:
«La leche materna sigue siendo un alimento muy nutritivo, pero no solo es alimento. Madre e hijo establecen una relación mucho más allá de la leche a través del pecho y pueden (y deben) seguir manteniéndola hasta que ambos quieran».
De igual forma opina la dietista-nutricionista de Criar con Sentido Común, Rebeca Pastor, quien asegura que lo más probable es que estos niños tomen el pecho antes y después de las comidas hasta que «poco a poco inviertan el proceso ellos mismos y los alimentos tengan cada vez más protagonismo». Por ello, es fundamental observarlos y ver qué necesitan en cada momento para poder responder siempre a sus necesidades.
En el caso de los niños con lactancia materna, no es necesario ofrecer ningún derivado lácteo porque su consumo de leche está asegurado. Aunque, según Rebeca Pastor, se les puede ofrecer yogur natural sin azúcar y queso fresco sin sal si les apetece.
La leche, un alimento muy completo
Un bebé de 12 meses (y hasta que cumpla los tres años) necesita unos 700 mg de calcio al día. Por supuesto, no es más que una cantidad orientativa, aunque no es aconsejable rebasarla ni tampoco quedar lejos de ella. ¿El motivo? En primer lugar, un aporte excesivo de calcio estaría obstaculizando la correcta absorción de hierro, fundamental para evitar la anemia. Pero además, desplazaría también otros alimentos fundamentales en la dieta del pequeño.
¿Y cuánto son 700 mg de calcio? En un vaso de leche de 250 ml hay unos 400 mg de calcio. Y este vaso de leche equivale a un yogur y medio natural sin azúcar, a unos 80 gramos de queso fresco o a un puñado de frutos secos. Y puedes ofrecer todos estos alimentos a cualquier hora del día ya que, como explica Rebeca Pastor «no hay alimentos por o para horas sino alimentos saludables para nuestro horario que se pueden presentar a lo largo del día».
De hecho, la leche es un alimento muy completo. Es rica en calcio, fósforo, magnesio, zinc, vitaminas A, D y algunas del grupo B. A todo ello se suman proteínas como la caseína, azúcares como la lactosa y grasas.Además de ser una buena fuente de calcio, sus nutrientes favorecen su absorción. Y es que el calcio es fundamental en nuestra dieta ya que constituye el principal componente del hueso. El consumo de leche favorece también la coagulación de la sangre, la contracción y relajación de los músculos, la función cardíaca, la secreción de hormonas y el envío y recepción de señales nerviosas.
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