La infección por coronavirus COVID-19 que está causando una pandemia mundial todavía es una incógnita en muchos sentidos. Un virus desconocido sobre el que hay abiertas numerosas investigaciones. Cada día que pasa recibimos información nueva,…
El día 12 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Disfagia, una enfermedad muy frecuente en la población, a la vez que gran desconocida. Afecta especialmente al trabajo de deglución, es decir, a la capacidad de tragar con normalidad. Y la aparición del COVID-19 no ha hecho más que aumentar las estadísticas de personas afectadas.
¿Qué es la disfagia?
La disfagia es la dificultad para tragar alimentos y bebidas. Reconocida por la OMS, puede conllevar dificultades para trasladar de forma segura el bolo alimenticio desde la boca hasta el esófago. A ello le acompañan otras complicaciones como dolor al tragar, problemas respiratorios, neumonías por aspiración e incluso desnutrición y deshidratación, a las que se suman trastornos emocionales por las dificultades en tareas cotidianas del día a día como comer o beber.
A pesar de estar completamente automatizado por la mayoría, la deglución en sí es un proceso complejo. En el transcurso de pasar los alimentos de la boca al estómago a través de la faringe y el esófago intervienen 35 músculos y cinco terminaciones nerviosas. Y su diagnóstico es clave para poder trabajar en la recuperación de cada paciente de forma concreta.
En la Tribu CSC cuentas con el apoyo y asesoramiento de nuestro equipo de expertos, entre los que se encuentran la logopeda infantil, Elena Mesonero, y la pediatra Gloria Colli, que podrán ayudarte con todas tus dudas sobre la disfagia o cualquier otro tema relacionado con la salud materno-infantil y la crianza respetuosa. El primer mes es gratis y no tiene compromiso de permanencia.
Hay tres tipos de disfagia: la oral o alta que sitúa el problema en la boca; la disfagia faringea localizada en la garganta; y la esofágica o baja, que ubica el problema en el esófago. Los motivos pueden ser diversos:
- La acalasia: el esfínter no se relaja, lo que conlleva que los alimentos en lugar de pasar al estómago, vuelvan a la garganta.
- La falta de coordinación del esófago puede provocar que se contraiga varias veces de forma involuntaria.
- Presencia de tumores.
Sin embargo, la edad es un factor fundamental. De hecho, las personas mayores son los que más riesgo tienen de padecer disfagia orofaríngea. Y entre las complicaciones destacan la desnutrición, la pérdida de masa muscular y peso, la sarcopenia, deshidratación e infecciones respiratorias bacterianas.
Además, la disfagia suele acompañar a otras enfermedades como los ictus, enfermedades neurodegenerativas, infecciones graves o una edad avanzada. Y en el último año, también se ha asociado la disfagia al COVID-19.
La disfagia en los niños
Aunque en circunstancias normales la disfagia afecta en gran medida a la población adulta, lo cierto es que también pueden padecerla los niños debido a problemas en el desarrollo, neurológicos y malformaciones. Además, un alto porcentaje de los casos de disfagia entre los niños de 8 a 18 años se debe a problemas en la vía digestiva.
Tal y como explica la pediatra Gloria Colli, las causas más frecuentes de disfagia en los niños están asociadas a complicaciones de la prematuridad, problemas del desarrollo, parálisis cerebral, malformaciones congénitas o como secuelas de accidentes o sepsis. Incluso en niños aparentemente sanos pueden manifestarse problemas de disfagia que requieren una valoración y abordaje interdisciplinar para su tratamiento ya que las consecuencias de la disfagia en niños, además de un retraso del crecimiento, puede acarrear otras complicaciones como neumonías por aspiración, reflujo gastroesofágico o malnutrición.
Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, los niños que sufren disfagia suelen comer más despacio, babear de forma excesiva, tienen dificultades para respirar, tosen mucho o vomitan mientras comen, son más propensos a atragantamientos y pueden tener más disfonías y una rápida pérdida de peso.
Disfagia y COVID-19
Un estudio realizado durante la primera ola del COVID-19 en más de 200 pacientes por el hospital de Mataró y liderado por Pere Clavé, presidente fundador de la Sociedad Europea de Trastornos de Deglución, reveló que es muy frecuente la aparición de disfagia en pacientes con coronavirus, manifestándose en pacientes 1o años más jóvenes que la media de afectados aquejados de otras dolencias como ictus, neumonías bacterianas o cardiopatías.
Los resultados del estudio desvelan que un 51,7% de los pacientes ingresados por COVID-19 sufren disfagia, mientras que el 75% de los afectados por coronavirus tienen un alto riesgo de desnutrición en el momento del ingreso. Por tramos de edad, el porcentaje de pacientes sube: el 75% de los pacientes con más de 75 años ingresados por coronavirus sufre disfagia.
Además, los pacientes necesitaron hasta seis meses para recuperar su peso habitual y un 23% de ellos siguieron con disfagia orofaríngea pasado este tiempo, mientras que la desnutrición se mantuvo en el 7,1% de los pacientes.
El principal motivo es que muchos de los ingresados por Covid-19 permanecen intubados en la UCI inmovilizados, lo que conlleva ya por sí mismo un riesgo elevado de padecer disfagia orofaríngea. A ello se suma el factor psicológico: desde el primer momento, se sabe que una de las principales consecuencias del coronavirus es la pérdida del gusto (disgeusia) y el olfato (anosmia). Y al perder ambas, podemos llegar a pensar que hemos perdido la capacidad de tragar con normalidad.
Entre los factores asociados al COVID-19 que pueden afectar a la deglución destacan las lesiones por intubación, las traqueotomías, sondas nasogástricas, el reflujo gastroesofágico, debilidad en los músculos y pérdida de la fuerza, sensibilidad reducida del tracto respiratorio superior o problemas en la coordinación de funciones como deglutir y respirar.
Precisamente, la insuficiencia respiratoria provoca la pérdida del ciclo deglutorio-respiratorio (tragar y respirar), lo que lleva a una bajada de peso por desnutrición, además de falta de masa muscular que afecta también a la lengua y a la laringe, lo que provoca que el paciente no pueda tragar bien.
¿Cómo tratar la disfagia asociada al COVID-19?
La clave para tratar la disfagia asociada al COVID-19 es mejorar el estado nutricional de los pacientes, algo que se debe hacer desde el mismo momento del ingreso, según explica el doctor Pere Clave en el estudio. De esta forma, aunque depende de cada caso, habría que incluir suplementos nutricionales, espesantes y dietas de textura modificada. De hecho, según Clavé, la optimización del manejo de la desnutrición acortaría el período de hospitalización y el estado nutricional de los pacientes, además de mejorar sus resultados clínicos y su supervivencia después del alta.
Estos cuidados deben continuar en casa para recuperar la movilidad y la masa muscular, con una dieta mediterránea texturizada y suplementada con proteínas y calorías pautada por el equipo médico competente. A ello se suman los ejercicios de rehabilitación para recuperar la masa muscular y el control del peso.
En cualquier caso, lo principal es cambiar la forma de actuar. Tal y como explica Clavé en las conclusiones del estudio, la idea es pasar de la actitud actual reactiva para tratar la malnutrición, deshidratación o infección respiratoria a una actitud proactiva para intervenir precozmente y evitar llegar a estas situaciones.
Pero ante todo es fundamental atender a las características específicas de cada paciente. De hecho, en una disfagia producida tras una intubación (frecuente en los pacientes ingresados con COVID-19) hay que evaluar la función pulmonar ya que probablemente se haya visto reducida, lo que limitará la actividad física y la rehabilitación para recuperar la masa muscular y la fuerza. Por ello, su tratamiento requerirá un abordaje multidisciplinar, en el que el logopeda tendrá un papel fundamental.
La clave de todo está en detectar la causa subyacente del problema y el objetivo debe ser conseguir una deglución eficaz y segura. El equipo encargado del tratamiento en el caso de los niños incluirá pediatras, otorrinolaringólogos, gastroenterólogos infantiles, neurólogos, logopedas y nutricionistas.
En el caso de los niños, es clave crear un entorno cómodo a la hora de la comida y sin distracciones que puedan dificultar la alimentación. Además, lo más probable es que sea necesario realizar ejercicios para cambiar la fisiología de la deglución y mejorar la protección de las vías respiratorias durante la misma.
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