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La alimentación infantil es fundamental para el desarrollo y crecimiento de un niño. Y es tan importante cuidarla en casa como en otros ámbitos, como en los comedores escolares. Hoy vamos a explicar qué aspectos ha de cumplir un comedor escolar para que sea un espacio de salud en el que nuestros hijos no solo coman, sino que también aprendan sobre alimentación.
Los comedores escolares, espacios de aprendizaje
En España existe un problema de salud pública: la obesidad infantil. Según el último informe Aladino, de 2019, un 23% de los niños entre seis y nueve años tienen exceso de sobrepeso y el 17,3% tiene obesidad. Es decir, que el 41% de los niños de esa edad tienen problemas de sobrepeso u obesidad.
Por eso es tan importante enseñarles a comer de forma saludable desde pequeños. El Baby Led Weaning (BLW) tiene entre sus objetivos el acercamiento del bebé a la comida. Pero no para que se alimente y deje la teta (la recomendación de la OMS es que tomen leche materna hasta los dos años), sino para que prueben nuevos sabores y texturas y se familiaricen con los alimentos que luego formarán parte de su vida.
En este sentido, los comedores escolares deberían ser espacios de aprendizaje. Uno más dentro del cole. No solo un lugar donde los alumnos de este o aquel centro coman, sino un lugar en el que aprenden la diversidad de alimentos que existen, las diferentes formas de cocinarlos y cómo combinarlos saludablemente. Por desgracia, no es la generalidad en España.
«Los comedores escolares tendrían que ser espacios donde también se educa a nuestros hijos. Sin embargo, la mayoría del personal que atiende a nuestros hijos no tiene conocimientos suficientes para ello. Al menos esa es mi experiencia. No quiere decir que ocurra en todos, pero es lo más habitual», explica Rebeca Pastor, dietista nutricionista del equipo de Criar Con Sentido Común.
Personal preparado para atender los comedores escolares
El momento en el comedor escolar, por otro lado, debe ser «agradable». En algunas ocasiones y con el objetivo de que los peques coman (también hay que entender que atender a decenas de niños no es fácil), «se puede llegar a forzar», provocando «rechazo» en el menor.
En vez de eso, nuestra dietista nutricionista (con la que podéis contactar para aclarar dudas sobre alimentación a través de la Tribu CSC, si descargar gratis la app de Criar con Sentido Común tanto para plataformas Apple como para plataformas Android, donde tenéis una semana gratis para probar todas las ventajas y consultar a nuestros/as especialistas), estima que el personal de los comedores escolares debería tener «las herramientas necesarias» y conocimientos suficientes para no obligar a comer sino animar y promover que los niños prueben nuevos alimentos.
Además, deberían ser capaces de aprovechar una de las ventajas de los niños, «su deseo de hacer tribu». Es decir:
«Si uno de los alumnos no quiere probar algo o le cuesta, es muy probable que ver a otros compañeros que sí prueban ese alimento le motive para probarlo él o ella también. Por ello, el monitor/a puede ayudar en la colocación de los niños con juegos».
Sin embargo, en la comunidad educativa esto no se ve como «una necesidad». Se trabaja en clase o incluso se acompaña el momento con decoraciones en el comedor, pero los mensajes que reciben los niños «son diferentes». No es que los monitores sean responsables de esto. Es más bien la consecuencia de que enseñar a los niños sobre la importancia de la alimentación sigue siendo algo secundario en la escuela.
Relación con comida saludable día a día
Ya hemos dicho que los comedores escolares deberían ser un aula de aprendizaje, y deberían serlo en base a la práctica. Es decir, ofreciendo menús variados con verduras, hortalizas, legumbres, pescados y carnes variados. Si los niños se relacionan día a día con comida saludable y lo hacen en un entorno agradable, finalmente irán aprendiendo qué tipo de alimentos deben ingerir.
Rebeca Pastor lamenta que no existe mucha «cultura» de la enseñanza de buenos hábitos alimenticios:
«De todas las charlas que doy en el cole, solo una vez ha sido a los monitores. Pero en esa educación se debería incluir a toda la comunidad educativa, incluidos el personal de cocina, los profesores, los padres y los alumnos».
Paralelamente nuestra dietista nutricionista propone que todos los niños tengan la oportunidad de participar en la preparación de la comida. Es decir, que los colegios promovieran que cada clase pudiera pasar una mañana en la cocina del centro viendo cómo se preparan los alimentos e incluso ayudando. Los niños aprenderían así a:
- Valorar el esfuerzo que supone elaborar el plato que luego les ponen delante de la mesa.
- Reforzaría su autoestima por el hecho de participar en la elaboración del menú.
- Es una forma de sembrar y provocar que esos niños se conviertan en adultos sanos e independientes. «La alimentación sana les dará libertad e independencia en la vida».
Por último, Rebeca Pastor es partidaria de que los niños desde Primaria sean más independientes y puedan incluso servirse y llevar sus propias bandejas. Incluso ofrecer diversas opciones y permitir que ellos elijan qué comer.
«Los adultos nos creemos a veces que si los dejamos elegir cogerían lo menos saludables, pero no lo sabremos realmente si no le damos la oportunidad. Muchos elegirían un plato de pisto, por ejemplo. Pero hay que darles esa opción».
¿Cómo debería ser el menú del comedor escolar?
Existe una guía de comedores escolares, elaborada por varios ministerios como el de Sanidad, la Agencia Española de Alimentación Sanitaria y Nutrición y la Fundación Española de Nutrición, donde se recoge cómo debería ser el menú escolar. En cualquier caso, os dejamos ahora algunas de las características que ha de tener el menú escolar según nuestra dietista nutricionista Rebeca Pastor.
Primer plato: Verduras y hortalizas
«No existe una verdadera conciencia de los importantes que son las verduras y las hortalizas. Debería estar pautado que el primer plato siempre traiga verdura«, indica Rebeca Pastor.
Ella, además, apuesta por la verdura de «temporada», porque con esa variedad se les enseña a los menores a apreciar los aromas que suelen estar potenciados en estas verduras.
Desde su punto de vista, no aumentaría el coste de la compra de los productos, ya que los productos de temporada «suelen ser más económicos». Más verdura y más variedad.
«Lo que se pretende es que haya una buena relación con los alimentos desde el principio. Eso es imprescindible. Y las verduras y las hortalizas son la base de la alimentación«.
El proceso será paulatino, según nuestra experta. Irán comiendo poquito al principio, pero luego aumentarán la ingesta al ofrecérselas todos los días y con variedad.
Segundo plato: Guiso de comida con mucha variedad
Según Rebeca Pastor, lo que más abunda en los comedores escolares son los platos de carne como segundos. Y hay poca variedad de legumbres. «Además, son muy repetidos: pollo, cerdo, pollo, cerdo…». Tampoco abunda la variedad en el caso de los pescados, e incluso en la forma de cocinarlos. «Hay que quitar esa falsa creencia de que a los niños solo les gustan las cosas rebozadas. No tiene por qué».
En esos segundos platos, pueden aparecer con demasiada frecuencia procesados como san jacobos, escalopines o empanadillas.
«Yo esto lo eliminaría, igual que los embutidos; porque al final es lo que terminan comiendo en casa. Y, por supuesto, desterraría las salchichas que además es uno de los productos con más riesgo de atragantamiento«.
Postre: Fruta
Al igual que con la verdura, hay que aumentar la variedad de la fruta y apostar preferentemente por fruta de temporada y en piezas. Los zumos, incluso los naturales, no están recomendados para niños.
Bebida y pan
Para comer los niños solo deben tomar agua. Nada de refrescos u otras bebidas que no le aporta ningún beneficio. En cuanto al pan, Rebeca Pastor subraya que debería ser pan integral porque los cereales integrales deberían incluirse en la dieta infantil desde el principio. «Si se les ofrece pan integral, comerán pan integral». E igual ocurre con la pasta, que también debería ser integral.
«El problema es el desconocimiento y la idea preconcebida de que los niños rechazarán el pan integral», insiste nuestra experta. Otro ejemplo de esos mitos relacionados con la comida lo protagoniza las patatas.
«Existen más posibilidades al margen de hacerlas fritas. Se les puede ofrecer cocidas, asadas, etc. Y si son congeladas, mejor rechazarlas directamente y sustituirlas por arroz, pasta o pan«.
Necesidades especiales en los comedores escolares
Los comedores escolares tienen que adaptarse a las necesidades especiales alimenticias de los alumnos. Los menús deben adaptarse a los niños celíacos, alérgicos e incluso ofrecer platos vegetarianos para aquellos niños cuyas familias lo sean y deseen que estos también. Sin embargo, nuestra experta va más allá:
«Lo primero que hay que hacer es explicar a esos menores exactamente qué les pasa para que lo integren con normalidad y no prueben los alimentos que no deban».
Por otro lado, Rebeca Pastor es partidaria de hacer partícipe a toda la clase. Es otra forma de enseñarles que hay personas que no toleran ciertos alimentos y, además, es un gesto hacia el niño celíaco o alérgico. «De esa forma se sentirá más arropado».
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