Guía de uso de lenguaje igualitario para familias

El lenguaje refleja y construye la realidad que viven nuestras hijas y nuestros hijos; por eso es importante intentar hacer un uso no sexista

Desde el blog de Criar con Sentido Común, ya hemos hablado en otras ocasiones de la importancia de hacer un uso igualitario del lenguaje. Hoy vamos a elaborar una guía de uso de lenguaje igualitario para familias. Es cierto que, en un intento de evitar el sexismo en el lenguaje, se han cometido errores garrafales que han dado lugar a mofas que han sido utilizadas por quienes defienden que esto del lenguaje igualitario es una tontería innecesaria. 

Guía de uso de lenguaje igualitario para familias

Lo cierto es que ya hemos visto en otras publicaciones que la mayoría de la población, cuando escucha o lee un enunciado en el que se usa el masculino genérico, tiende a hacer una representación mental en la que solo se incluyen personas de sexo masculino; es decir, que sí, el masculino genérico, diga lo que diga la RAE a nivel lingüístico, invisibiliza a las mujeres en nuestro imaginario social. 

Hay otros aspectos, además del uso del plural masculino como genérico, que constituyen un uso sexista del lenguaje. Si entendemos por sexismo la discriminación por razón de sexo, cualquier uso del lenguaje que implique un trato diferenciado para hombres y mujeres, implica sexismo. 

 

Guía de uso de lenguaje igualitario y no sexista para familias

 

La teoría la tenemos clara pero, en la práctica, se nos atragantan las arrobas, las equis, las barras, los desdoblamientos… y nos cuesta conjugar un uso no sexista del lenguaje con la operatividad necesaria del mismo. 

¿Cómo podemos, entonces, evitar el sexismo en el lenguaje? Os dejamos una guía de uso de lenguaje igualitario para familias ya que, quienes tenemos niñas y niños a nuestro cargo, debemos tomar conciencia de la necesidad de ofrecerles un trato igualitario en todos los sentidos. El lenguaje refleja las características de la sociedad que lo habla, pero también construye la realidad que vivimos. 

Guía de uso de lenguaje no sexista para familias

Si queremos evitar hacer un uso sexista del lenguaje, debemos tener en cuenta varias cuestiones a la hora de plantearnos una guía de uso de lenguaje igualitario para familias:

Ojo con los duales aparentes

Se trata de aquellas palabras que constan de masculino y femenino, pero cambian de forma significativa su significado según a qué género se refieran. Un claro ejemplo es el caso de zorro y zorra, que en masculino significa “persona muy taimada, astuta y solapada”, mientras que en femenino significa “prostituta”. Pasa lo mismo con “hombre público” que es “hombre que tiene presencia e influjo en la vida social”; frente a “mujer pública”, que significa, una vez más, “prostituta”. O con “sargento”: “Suboficial de graduación inmediatamente superior al cabo mayor e inferior al sargento primero”; frente a “sargenta”: “mujer corpulenta, hombruna y de dura condición” o, directamente “mujer del sargento”. Todas estas acepciones implican una clara discriminación de la mujer en el lenguaje y, por lo tanto, debemos evitarlas. 

 

Guía de uso de lenguaje igualitario y no sexista para familias

 

Destierra los estereotipos

El uso igualitario del lenguaje no abarca solo el significado que tienen las palabras, también implica revisar nuestros prejuicios a la hora de elegir las palabras que utilizamos para referirnos a unas y a otros. Llamar a las niñas “princesas” y a los niños “machotes” también es hacer un uso sexista del lenguaje que debemos evitar especialmente, porque estamos transmitiendo, de manera inconsciente, tanto a niños como a niñas qué es lo que esperamos de su conducta y cuáles son las cualidades que se les presuponen: a ellas dulzura, delicadeza y belleza; a ellos fuerza, valentía y rudeza. 

No subordines a las mujeres

Por desgracia, aún es frecuente leer titulares en los que se usan fórmulas tales como “los diplomáticos y sus mujeres” o “los deportistas y sus novias”. En algunos casos se está dando por hecho que quienes ostentan un cargo importante son los hombres y las mujeres solo acuden al acto en calidad de acompañantes. En su lugar podríamos hablar de “las personas que ejercen la diplomacia y sus acompañantes”. En otros, simplemente, debemos plantearnos qué aspectos de la vida de las mujeres resaltamos.

Habrá quien justifique que si en una fiesta están un grupo de futbolistas con sus novias pues ese debe ser el titular, pero también llaman la atención las noticias en las que, cuando son ellas las deportistas de élite, se las define en base a sus relaciones sentimentales o sus atributos físicos, en lugar de centrarse en sus méritos deportivos. 

 

Guía de uso de lenguaje igualitario y no sexista para familias

 

Igualdad de tratamiento

Otro claro ejemplo de uso discriminatorio del lenguaje es el uso de las fórmulas de cortesía y el trato. Es común encontrar documentos en los cuales aparecen solo las abreviaturas en masculino, por ejemplo, la abreviatura “D.” antes de completar el nombre o expresiones como “el firmante” para cerrar un documento. Especialmente discriminatorio es el uso de la fórmula Srta. para referirse a las mujeres solteras, diferenciándolas así del trato recibido por las mujeres casadas, para quienes se usa Sra., sin existir este tipo de diferenciación en el caso de los hombres. 

Utiliza los femeninos existentes para cargos que, tradicionalmente, han sido masculinos

Durante años palabras como médico, arquitecto, juez, ingeniero o presidente definían profesiones exclusivamente masculinas. El femenino hacía referencia a las esposas de los hombres que ejercían dicha profesión. De hecho, aún hoy en día, aparecen en el diccionario como formas coloquiales en desuso estas acepciones. Con la evolución social, el lenguaje también cambia; si quien nos atiende en consulta es una mujer, no vamos al médico, vamos a la médica. Usar la forma correcta en femenino para estas profesiones ayuda a visibilizar la presencia de las mujeres en estos ámbitos que durante siglos les estuvieron vetados. 

 

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Evitar usar “el hombre” con valor universal

Aunque la RAE recoge como primera acepción de “hombre” la de “ser animado racional, varón o mujer”, el resto de acepciones hacen referencia, lógicamente, a los varones. Este uso, además de resultar confuso, invisibiliza a las mujeres y su presencia en la historia de la Humanidad. Por ello es preferible hacer uso de otros términos como “ser humano” o “personas”. 

Buscar alternativas al uso del masculino genérico

Y la joya de la corona del lenguaje igualitario es esta: evitar el uso abusivo de masculinos genéricos. El uso del masculino plural como genérico para referirse a ambos sexos es correcto desde un punto de vista lingüístico. El problema es que identifica lo masculino con lo universal, por lo que refuerza la presencia del sexo masculino, ya de por sí bastante reforzada socialmente; al mismo tiempo que invisibiliza a las mujeres.

Además, desde un punto de vista estrictamente lingüístico resulta confuso. Si en una reunión donde hay profesionales de distintos ámbitos alguien pide que se acerquen “las profesoras”, todas las mujeres que ejerzan la docencia tendrán claro que se refieren a ellas, al igual que los profesores tendrán claro que ellos no han sido llamados. Sin embargo, si lo que se pide es que se acerquen “los profesores”, los hombres seguirán teniendo claro, en este caso, que se les ha convocado; mientras que las profesoras tendrán que adivinar si el uso que se ha hecho de ese masculino es genérico y las incluye o, por el contrario, es específico y las excluye. 

 

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Nuestro idioma cuenta con fórmulas más igualitarias y menos sexistas que este uso del masculino; sin embargo, suele costarnos encontrarlas por falta de entrenamiento con lo que se tiende a abusar del uso del masculino genérico. Veamos algunas de las formas que nos permiten evitar este uso abusivo:

Sustantivos colectivos

En vez de decir “los alumnos”, “los jóvenes”, “los funcionarios”… podemos usar sustantivos colectivos como “el alumnado”, “la juventud”, “el funcionariado”…

Sustantivos abstractos

En el caso de los cargos, para evitar el desdoblamiento o dar por hecho el masculino, podemos sustituir por sustantivos abstractos. En lugar de hablar de “el director” o “el secretario” podemos hablar de “la dirección” o “la secretaría”.

Sustantivos epicenos

Son aquellos sustantivos que, con independencia de su género gramatical, designan indistintamente a individuos de ambos sexos: persona, víctima, criatura… Son muy útiles para evitar el masculino genérico sin caer en desdoblar cada palabra.

 

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Sustantivos sin marca de género

En este caso hablamos de sustantivos que sí tienen género masculino o femenino, pero se distingue únicamente por el artículo que les acompaña o el contexto de la oración. Así, hablar de estudiantes en lugar de alumnos, siempre que omitamos el artículo, es una buena solución para evitar el uso del masculino genérico. “La beca se dirige a estudiantes de Primaria”.

Determinantes sin marca de género

Si en lugar de decir “los que quieran el folio azul que levanten la mano” usamos un determinante sin marca de género y decimos “quienes quieran el folio azul que levanten la mano”, ya hemos evitado otro uso del masculino como universal. Lo mismo sucede, por ejemplo, en el caso de “si uno quiere conseguir sus metas…” si lo cambiamos por “si alguien quiere conseguir sus metas…”.

Frases impersonales con “se”

Otra forma de evitar usar el masculino genérico o tener que desdoblar es utilizar frases impersonales con “se”. Por ejemplo, en lugar de “los alumnos abonarán la matrícula en el mes de septiembre” podemos decir “las matrículas se abonarán en el mes de septiembre”. O en vez de “los profesores solicitan ayuda para…” se puede usar “se solicita ayuda para…”.

 

Problemas en el aprendizaje de la lectoescritura

 

Otras expresiones

Si le echamos un poco de imaginación, nuestro idioma nos ofrece la oportunidad de usar expresiones diversas que engloban a personas de ambos sexos sin necesidad de recurrir al masculino genérico. En lugar de “los participantes” podemos decir “las personas participantes”. “Personal laboral” puede sustituir a “los trabajadores”. “Prestad atención” nos ayuda a evitar el uso del masculino como universal de la oración “estad atentos”. Lo mismo sucede con “el resto de personas” en sustitución de “los demás”, por ejemplo. 

Omisión del sujeto

La omisión del sujeto es otra de las oportunidades que nos ofrece nuestra lengua y que debemos utilizar para hacer una guía de uso de lenguaje igualitario para familias. Si en lugar de decir “nosotros queremos ir de excursión” decimos “queremos ir de excursión” ya hemos evitado otro masculino genérico.

Barras

El uso de las barras suele recomendarse, sobre todo, para documentos que no se sabe a quién irán dirigidos. Con encabezamientos como D./Dña. o cierres como El/la firmante.

 

Problemas en el aprendizaje de la lectoescritura

 

Desdoblamientos

Los desdoblamientos tienen ventajas e inconvenientes. El principal inconveniente es que, si abusamos de ellos, perdemos la fluidez del lenguaje. “Los niños y las niñas dijeron a sus madres y sus padres que tenían que hacer un dibujo para sus abuelos y abuelas”, se hace engorroso y resulta pesado. Sin embargo, también tienen una ventaja: visibilizan de manera explícita al sexo femenino, que tan oculto ha estado durante siglos, no solo en el lenguaje.

Por eso, aunque deba evitarse abusar de ellos y sea más operativo recurrir a alguna de las fórmulas anteriores, en los casos en los que no sea posible sustituir el masculino genérico por otra opción, podemos usar el desdoblamiento, ocupándonos también de alternar el orden para no dar siempre prioridad al masculino.

La oración anterior podría reescribirse, por ejemplo, de la siguiente manera: “Las niñas y los niños dijeron a sus familias que tenían que hacer un dibujo para las personas mayores de su familia”. En el caso del lenguaje oral, cuando nos dirigimos a niños y niñas, es especialmente importante visibilizar el femenino. No cuesta nada desdoblar en “Chicas, chicos…” cuando vamos a llamar la atención de un grupo o sustituir el vocativo por “¡atención!”. 

 

Guía de uso de lenguaje igualitario y no sexista para familias

 

Para quienes queremos usar un lenguaje igualitario, como un ingrediente más de avance social hacia una igualdad real, se hace especialmente difícil hacer referencia a la infancia, ya que no existe una palabra que englobe a niños y niñas o a hijas e hijos. Personalmente, en este caso, creo que merece la pena desdoblar y decir que tengo una hija y un hijo. Igualmente, si en casa necesito llamar su atención, prefiero usar una palabra cariñosa sin marca de género a decir “chicos”. 

Es cierto que aplicar una guía de uso de lenguaje igualitario para familias y realizar todos estos cambios supone un esfuerzo porque tenemos costumbre de usar el masculino genérico como norma. Y también lo es que hay muchos otros campos en los que son necesarios avances en materia de igualdad. Pero, como decía al principio del post, el lenguaje refleja y construye la realidad que vivimos; por eso creo que vale la pena hacer el esfuerzo para intentar hacer un uso del lenguaje no sexista.

 

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