Diversos estudios llevan años avisando de la presencia de casi 130 sustancias nocivas en los plásticos de los juguetes de los niños que podrían dañar su salud. Aprende a detectar y evitar juguetes tóxicos. Juguetes…
El ser humano está expuesto a diario a sustancias nocivas que tienen un impacto en nuestra salud. Se encuentran en objetos y productos que usamos a diario tanto dentro como fuera de casa. Los niños y las embarazadas son especialmente sensibles a ellos. Hoy os explicamos cuáles son y como evitar el binomio productos tóxicos y niños (en la medida de lo posible). No es la primera vez que abordamos este asunto en nuestro blog. Recientemente os enumeramos algunos productos químicos a los que exponemos a nuestros hijos sin saberlo. Pero vamos a profundizar un poco más en el asunto y damos algunos consejos. En cualquier caso y ante la duda, siempre tenéis a nuestras expertas a mano a través de la Tribu CSC.
¿Qué compuestos contaminantes se encuentran en la vida cotidiana?
Las sustancias químicas, según el Ministerio de Transición Ecológica, «desempeñan un papel fundamental en nuestras actividades cotidianas». Sin embargo, existen sustancias químicas con «propiedades peligrosas» que pueden dañar la salud y el medio ambiente.
«Algunas de ellas provocan cáncer, afectan a los sistemas inmunitario, respiratorio, reproductor y cardiovascular, son alteradores endocrinos o aumentan nuestra vulnerabilidad frente a las enfermedades. Además, la contaminación química incide en crisis como el cambio climático, la degradación de los ecosistemas o la pérdida de biodiversidad.»
En 2001 se firmó el Convenio de Estocolmo sobre los contaminantes orgánicos persistentes (COP). Se trata de un acuerdo internacional que regula el tratamiento de las sustancias tóxicas. Entró en vigor en mayo de 2004. Pero, ¿qué son los COP?
Se trata de sustancias químicas que se encuentran en productos de desinfección, insecticidas, de limpieza, cosméticos, plásticos de envoltorios, etc. Son nocivos y se pueden comportar como disruptores endocrinos. Los contaminantes orgánicos persistentes tienen una características concretas:
- Persistencia. Pueden permanecer inalterados durante años o décadas en el medio y en los tejidos de los organismos.
- Bioacumulación. Se disuelven mejor en grasas que en agua y por ello se acumulan en los organismos.
- Transportables a gran distancia en el medio. Son volátiles y persistentes lo que hace posible su transporte atmosférico y marino a grandes distancias.
- Toxicidad. Pueden provocar graves efectos sobre la salud humana y el medio ambiente.
¿Qué son los disruptores endocrinos?
Por su parte, los disruptores endocrinos son aquellas sustancias químicas capaces de alterar el equilibrio hormonal. Esto puede derivar en consecuencias negativas para el metabolismo, el crecimiento, el sueño infantil e incluso el estado de ánimo.
La Unión Europea considera «extremadamente preocupantes» (SEP), debido a sus propiedades de alteración endocrina, dos tipos de sustancias:
- Bisfenol A (BPA): Es una sustancia química que se utiliza principalmente en combinación con otros materiales para fabricar plásticos y resinas. Por ejemplo, el BPA se utiliza en plásticos de policarbonato, un plástico rígido y transparente de alto rendimiento. El policarbonato se utiliza para fabricar recipientes alimentarios, como botellas reutilizables para bebidas, vajillas (platos y tazas) y recipientes de almacenamiento. En 2011 se prohibió su uso para los biberones.
- Ftalatos: Es un producto químico manufacturado que se utiliza para hacer los plásticos más flexibles. Es un líquido viscoso, de incoloro a ligeramente coloreado, y prácticamente inodoro. Puede entrar en el medio ambiente mediante emisiones desde industrias que elaboran o usan esta sustancia. En casa se pueden encontrar en manteles, baldosas, cortinas de baño, mangueras, ciertos juguetes, cables, etc.
¿En qué objetos se encuentran estas sustancias nocivas?
Lo cierto es que se trata de productos tan cotidianos que estas sustancias nocivas son invisibles a nuestros ojos. ¿Dónde están?
- Productos de plástico de todo tipo, incluidos juguetes (contacto directo, pues, entre productos tóxicos y niños) y botellas de agua.
- Vajillas y tuppers.
- Latas de conserva.
- Aparatos electrónicos.
- Superficie de los muebles.
- Manteles.
- Baldosas.
- Cortinas de baño.
- Cables.
- Alfombras.
- Alimentos (los pescados de tamaño grande, por ejemplo, contienen mercurio y por eso están prohibidos para los niños o el arroz ante el que hay que tomar precauciones por el arsénico).
- Cosméticos.
- Productos de limpieza.
- Plaguicidas.
- Móviles y tablets.
- Pilas, etc.
El pediatra Leonardo Trasande, reputado investigador en la materia y autor del libro «Sicker, fatter, poorer» (donde recoge consejos para explicar cómo evitar esas sustancias), explica en esta entrevista en El País, que «hay más de 1.000 o más químicos sintéticos que pueden interaccionar con nuestras hormonas».
Según él, la evidencia más fuerte está en los plaguicidas, los bisfenoles (que se usan en los tickets de compra) y enlatados, los ftalatos (cosméticos y envases de comida), y en los retardantes llamados bromados. «Se pensaba que solo eran dañinos en dosis altas, pero no es así».
Trasande advierte de que los niños y las mujeres embarazadas son especialmente sensibles ante estos contaminantes. Según el pediatra estadounidense, los menores consumen más alimentos y líquido por kilo de peso, sus órganos (y los del feto en el caso de embarazo) están en formación y su exposición será más mantenida en el tiempo.
«Hay tres estudios que han documentado que existe relación entre la exposición a pesticidas organofosforados durante la gestación y la disminución en el coeficiente intelectual en los niños”, sostiene el experto.
Productos tóxicos y niños: ¿Existe un marco legislativo para evitarlo?
Además del Convenio de Estocolmo, lo cierto es que sí existe preocupación a nivel internacional sobre este problema. Muchos contaminantes peligrosos que antes se usaban ahora están prohibidos. En la web del Ministerio podéis encontrar los enlaces con las administraciones europeas que controlan esos elementos nocivos, como la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas, los convenios internacionales y la legislación española o la Estrategia de Químicos de la Unión Europea.
En Estados Unidos se puso en marcha otra iniciativa similar llamada Targeting Environmental Neuro-Developmental Risks (TENDR). Está formada por un nutrido grupo de expertos en la materia que aseguran que la exposición continuada a químicos tóxicos presenten en el aire, el agua, la comida, el suelo y los productos de consumo:
«Pueden aumentar el riesgo de discapacidades cognitivas, sociales o de comportamiento, así como desórdenes específicos en el desarrollo neurológico, como el autismo y el síndrome de déficit de atención con hiperactividad«.
En 2021 el Centro Regional para el Consumo y la Producción Sostenible de España lanzó un vídeo precisamente con el objetivo de concienciar sobre este problema:
Productos tóxicos y niños: ¿Qué podemos hacer para evitarlos?
Si queremos evitar que los productos tóxicos y los niños estén cerca debemos tomar precauciones. La más fácil y rápida es leer correctamente las etiquetas de los productos. Interpretar la información correctamente nos ayudará a conocer la peligrosidad de lo que compramos.
Al margen de ello, podemos seguir otros consejos como los que ofrece el Gobierno de Aragón en su página web. En el caso de los productos de limpieza, por ejemplo, se recomienda usar detergentes respetuosos con el medio ambiente y seguir las instrucciones de productos como los desatascadores, los limpiadores del WC o los lavavajillas. Y, por supuesto, mantenerlos fuera del alcance de los niños para evitar accidentes.
En el caso de la ropa, lavarla antes de usarla por primera vez y elegir textiles con etiquetas ecológicas oficiales que certifiquen que el uso de sustancias químicas nocivas es limitado. En cuanto a los productos cosméticos, leer bien la composición. Y para los materiales electrónicos, además de buscar la etiqueta ecológica y elegir productos con identificativo de la CE, también hay que vigilar que los niños no muerdan o desatornillen los dispositivos.
Y recordad que, como consumidores, estamos en nuestro derecho de exigir información sobre si lo que estamos comprando contiene sustancias tóxicas que puedan afectar a nuestra salud.
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