Lamentablemente cada vez son más frecuentes las noticias sobre agresiones a niños por tener trastorno del espectro autista, en este post analizamos cómo podemos evitarlo.
Este post se publicó originalmente el 30/01/2022 y ha sido actualizado en fecha 01/10/2024
La Semana de Acción Mundial por la Educación se celebra cada año con el objetivo de reclamar el derecho a una educación de calidad, equitativa, gratuita y universal para todos los niños y niñas del mundo. La Campaña Mundial por la Educación (CME) insta a los gobiernos y la comunidad internacional a que garanticen la educación en la primera infancia. Desde Criar con Sentido Común queremos aprovechar la ocasión para hablar además de la importancia de los referentes en la infancia.
La educación es un derecho humano fundamental y contribuye a mejorar las condiciones de vida y erradicar el círculo de pobreza que sufren los menores en el mundo en desarrollo. No obstante, 67 millones de niños y niñas no pueden ir a la escuela primaria, la mayoría en África subsahariana y Asia meridional.
Cuando hablamos de coeducación o educación igualitaria hacemos referencia a la necesidad de ofrecer una educación a niñas y niños en las mismas condiciones y que ofrezca las mismas oportunidades. Ya hemos hablado en otras ocasiones de lo importante que es hacer un uso del lenguaje no sexista o de la conveniencia de huir de los estereotipos. Hoy vamos a centrarnos en la importancia de los referentes.
Educación igualitaria en la sociedad de la información
El problema de los estereotipos es que nos condicionan y nos limitan. No hay nada de malo en ser una chica y que te guste el color rosa; o en ser un chico y que te guste el fútbol. El problema es que, en la mayoría de las ocasiones lo que nos gusta o no está condicionado por las opciones entre las que nos hemos sentido libres para elegir.
Si yo soy una niña y todas las niñas que veo a mi alrededor o, incluso, en la televisión o videojuegos, por ejemplo, visten de rosa, llevan lazos y son dulces y delicadas; difícilmente podré elegir otro modelo de feminidad. Entenderé que ser niña es eso y suprimiré de mi carácter y de mis aficiones todo lo que no encaje con ese molde preestablecido. Lo mismo sucede con los niños si solo tienen a su alcance modelos de masculinidad estereotipados como fuertes, valientes y competitivos. Por eso es tan importante la educación igualitaria desde la primera infancia.
Un claro ejemplo de estos modelos estereotipados son las clásicas princesas de las películas Disney: bellas y desvalidas, víctimas de hechizos, encantamientos o madrastras malvadas, esperando a que llegue un príncipe que las salve de todas sus desdichas y les resuelva la vida.
Lo siento, princesas, pero ese modelo de mujer ya no existe. No se trata de quemar en la hoguera a Walt Disney. El cine refleja la sociedad de la época en la que se crea y, hoy en día, por suerte, se crean películas en las que se ofrecen más referentes femeninos a las niñas de hoy en día.
Si mis conocimientos cinéfilos no me fallan, Elsa, de la película Frozen, es la primera princesa que protagoniza su propia historia sin necesidad de que exista una historia de amor que le dé sentido a su existencia. Porque en el cine, tanto infantil como general, aún sigue siendo difícil encontrar personajes femeninos que protagonicen historias interesantes sin que haya una historia de amor con un hombre de por medio.
Las personas, especialmente durante la infancia, necesitamos referentes en los que mirarnos para proyectar todo nuestro potencial. Otro claro ejemplo de déficit de referentes son las referencias que se hacen en las escuelas de personalidades importantes. Si preguntamos por personas que fueron artífices de grandes inventos, o que hicieron grandes descubrimientos, o que fueron grandes figuras literarias, o que compusieron grandes obras musicales… se nos vienen a la cabeza rápidamente decenas de nombres. Con un denominador común. Todos (o casi) son hombres. Con suerte se te cuela alguna mujer en la lista o ya tienes suficiente conciencia sobre este tema como para hacer el esfuerzo de incluirla.
Si cuando hablamos de personajes importantes en la Historia solo hablamos de hombres (o casi), estamos dejando a las niñas huérfanas de referentes en los que mirarse. De manera implícita les estamos diciendo que ellas no pueden llegar a hacer grandes cosas porque eso es cosa de hombres. No se trata de falsear la Historia. Las mujeres han estado discriminadas durante siglos y han tenido vetado el acceso a muchos campos de conocimiento y expresión o, como mínimo, se les ha dificultado mucho ese acceso.
Pero, aun así, siempre ha habido mujeres que han desafiado las reglas y que han jugado un papel decisivo en nuestra Historia. Sin embargo, como fruto de una sociedad heteropatriarcal, los logros conseguidos por las mujeres han sido silenciados en los libros. De ahí que hoy en día encontremos fácilmente libros dedicados a narrar la vida de mujeres interesantes. Para devolverles el sitio que les correspondía y no se les dio.
Pero no nos engañemos, no basta con hacer un listado de mujeres importantes y recordarlas el 8 de marzo. Es necesario que los referentes femeninos estén presentes en nuestro día a día del mismo modo que lo están los masculinos. Que si en la escuela se va a trabajar el Día de la Paz y vamos a hablar de Gandhi, hablemos también de Rigoberta Menchú. Que si vamos a hablar de avances científicos hablemos de Einstein y también de Marie Curie. Que si el Día de Andalucía hablamos de Lorca, también hablemos de María Zambrano.
Los cuentos clásicos son otra fuente inagotable de referentes estereotipados. Una vez más, reflejaban la sociedad de aquellos años. Por suerte, también, hoy en día contamos con multitud de títulos donde los referentes se amplían. Encarguémonos, pues, de abrir el abanico para que nuestras hijas se sientan libres de ser quienes son sin sentir que no encajan en lo que se espera de ellas. Porque ser niña no es vestir de rosa, pintarse las uñas y jugar con muñecas. Hay tantas formas válidas de ser una niña como niñas en el mundo. Y no, no hay una predisposición genética que nos haga inclinarnos por unos colores y unas aficiones concretas. Somos seres sociales y bebemos de los referentes que tenemos a nuestro alcance.
Beneficios de una educación igualitaria
La educación en igualdad no busca demonizar los estereotipos asociados a lo femenino. No se trata de que tengamos que odiar el rosa o el brilli-brilli. Pensar que cualquier estereotipo que tradicionalmente se ha asociado a lo femenino es negativo es otra forma de perpetuar el machismo.
Se trata de desdibujar esos estereotipos, de entender que no existe una forma correcta de ser niña o de ser niño. Como tampoco existe una forma correcta de ser mujer o de ser hombre. Se trata de ofrecer referentes diversos para que todas las personas podamos crecer y desarrollarnos libremente sin limitaciones ni condicionantes.
Educar en igualdad es educar para la libertad.
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