Cuando tenemos que volver al trabajo y decidimos llevar a nuestro/a peque a la escuela infantil, lo hacemos porque consideramos que es nuestra mejor opción, y la que mejor se adapta a nuestras necesidades y…
Hace décadas que se utilizan las tablas de puntos para fomentar el «buen comportamiento» de los peques, pero ¿son realmente beneficiosas?
Aún recuerdo aquel programa de televisión en el que, al más puro estilo reality show, una psicóloga llegaba a una casa donde unos padres desesperados no sabían qué hacer con su hijo. La criatura en cuestión era presentada ante la audiencia como un pequeño monstruito al que había que domar para que aprendiera las normas elementales de la civilización.
Ya por aquel entonces me llamaba poderosamente la atención que tuvieran que ayudar a dos personas adultas que necesitaban de la presencia de una profesional en su propia casa para evaluar la situación y, sin embargo, pareciera que toda la responsabilidad era del niño que “les había salido difícil”.
Y ahí llegaba la profesional en cuestión y sacaba su varita conductista. Ignóralo/a cuando llore, no le muestres afecto hasta que no se calme… Y, después, cuando ya haya entendido que sus emociones no importan y que tiene que someterse para ser digno de mendigar unas migas de atención, entonces le plantamos una tabla de puntos delante y a cumplir con lo que se le pida para conseguir llenarla de estrellitas y tener su premio de fin de semana.
Lo de las tablas de puntos para niños tuvo su boom hace un par de décadas pero, por mucho que nos pese a quienes huimos del conductismo sistemático, siguen usándose y mucho como herramienta educativa.
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Pero, ¿qué tiene de malo usar una tabla de puntos para ofrecer un incentivo o un premio a los niños y las niñas por su buen comportamiento? En primer lugar, el “buen” comportamiento es una trampa. La mayoría de las veces, cuando se les pide que se porten bien lo que se les está pidiendo en realidad es que obedezcan y cumplan órdenes para encajar con nuestras necesidades adultas de ritmo de vida frenético en el que no tenemos tiempo casi ni de respirar. Y eso ni es portarse bien, ni es sano, ni es respetuoso.
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Se basan en el control
Estas tablas son herramientas que tratan de controlar la conducta infantil. Uno de los problemas que presentan es que como el agente de control es externo, necesitaremos utilizar este tipo de refuerzos de manera constante, ya que no estamos fomentando la autorregulación.
No se produce aprendizaje
Un niño que recoge la ropa para conseguir una carita sonriente o una niña que pone la mesa para conseguir completar otra estrellita en su tabla, se está perdiendo la oportunidad de aprender por qué es importante recoger la ropa o poner la mesa.
No hay conexión
Cuando intentamos establecer este control sobre nuestros/as hijos/as nos perdemos la posibilidad de conectar con ellos/as y buscar soluciones de manera conjunta. Desde la necesidad de controlar y dirigir su conducta no podemos trabajar en esa conexión tan necesaria en la educación.
No se respetan sus necesidades
No importa si preferiría realizar una tarea u otra. Tampoco cómo se siente con respecto a los objetivos marcados. Estas tablas de puntos se llevan a cabo con el único objetivo de satisfacer las necesidades adultas a través del control de la conducta infantil.
No se fomenta la cooperación
No desarrollan el espíritu de equipo. No están colaborando para contribuir al bienestar de toda la familia, sino para conseguir un objetivo final marcado por la persona adulta.
No transmiten valores
Teniendo en cuenta lo anterior, con estas tablas estamos dando pie a que niños y niñas entiendan que merecen recibir algún tipo de obsequio a cambio de realizar tareas necesarias para el bienestar de la familia o incluso a cambio de realizar tareas básicas de su día a día. No debemos extrañarnos si después se muestran interesados/as y no hacen nada sin obtener algo a cambio.
Pueden dañar la autoestima
En el fondo, el mensaje que les estamos dando es “solo mereces ser tenido en cuenta (recompensado/a, visto/a) cuando haces lo que yo te digo”. Esto, de por sí, ya puede ser devastador. Pero si además no consiguen completar los puntos necesarios, estaremos dándoles un día tras otro el mensaje de que no son suficientemente buenos/as.
Crean confusión emocional
Mamá/papá me quiere mucho, pero solo hace planes chulos conmigo el fin de semana si antes yo cumplo con todo lo que me piden. Me quieren mucho pero… solo si obedezco sin cuestionar nada.
No fomentan la responsabilidad
Cuando usamos una tabla de puntos estamos poniendo el foco de atención en un estímulo externo por lo que no estamos fomentando la responsabilidad. Vamos a depender siempre de estar ofreciendo este tipo de estímulos.
No funcionan a largo plazo
Así que, a largo plazo, veremos que en cuanto dejemos de utilizar la tabla de puntos las conductas que nos resultaban incómodas vuelven a aparecer. Eliminado el refuerzo externo, eliminada la motivación. Y como no se ha producido aprendizaje ni se ha fomentado la cooperación ni la responsabilidad, pues vuelta a la casilla de salida.
Dejar de utilizar las herramientas conductistas no es fácil porque han sido muchos años de entender la educación como un mero adiestramiento, pero la Disciplina Positiva puede ayudarnos a cambiar la mirada hacia la infancia y a ir sustituyendo este tipo de herramientas por otras más respetuosas. En la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de profesionales durante todo un mes gratis.
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