Claves para afrontar de forma respetuosa las faltas de respeto de nuestros hijos e hijas

Si hay algo que suele preocupar a las familias con respecto a la educación de sus hijas e hijos son las faltas de respeto. Por lo general, podemos asumir con mayor o menor grado de tolerancia que hagan más o menos en casa, que saquen mejores o peores notas, que sean más o menos ordenados/as o responsables… pero un niño irrespetuoso o maleducado, eso sí que no.

Las faltas de respeto nos hacen saltar todas las alarmas porque las asociamos a todas esas ideas que hemos escuchado durante años de niños tiranos que se te suben a las barbas. Nos asusta perder el control. Entonces, es normal que nos preguntemos cómo corregir a un niño irrespetuoso, pero ¿cuándo un niño es irrespetuoso? ¿Qué es un niño irrespetuoso?

Qué es el respeto

La primera definición que encontramos en la RAE es “Veneración, acatamiento que se hace a alguien”. No es de extrañar ya que, durante muchos años, el respeto se ha entendido de manera jerárquica, como respeto a las personas mayores, al rey, al jefe, al padre, al marido… a todas las figuras que a lo largo de la historia, se ha entendido que estaban por encima de otras personas que por tanto debían venerarlas y acatar sus órdenes y mandatos de manera sumisa.

Hoy en día, sin embargo, quienes apostamos por una educación respetuosa entendemos el respeto de otra manera. De hecho, en Disciplina Positiva hablamos de respeto mutuo. Respeto a las personas adultas, a los niños, a las niñas y a las situaciones que se puedan dar en nuestro día a día. Este concepto se acercaría más a la segunda acepción que encontramos en el diccionario: “Miramiento, consideración, deferencia”. Tener en consideración a todas las personas y sus necesidades tiene más que ver con el respeto tal y como lo entendemos en Criar con Sentido Común.

Desde esta perspectiva, teniendo claro que el respeto debe ser bidireccional en todas las relaciones personales y que también es fundamental entender las circunstancias que acontecen en cada situación, podremos plantearnos cómo abordar las faltas de respeto de nuestras hijas e hijos y cómo mejorar el comportamiento de un niño irrespetuoso.

¿Cómo corregir a un niño irrespetuoso?

En primer lugar, debemos tener en cuenta que, como ya hemos visto incluso en las definiciones oficiales, el respeto es un concepto un tanto ambiguo y susceptible de subjetividad por lo que cada persona puede hacer una interpretación distinta de lo que es una falta de respeto. De hecho, cuando hablamos de límites esenciales asociados a la seguridad, la salud y el respeto, son precisamente estos últimos los que suele costarnos más trabajo delimitar.

En cualquier caso, queremos compartir algunos consejos para corregir a un niño irrespetuoso:

El ejemplo siempre es la mejor herramienta

Siempre. Esto es algo que debemos tener en cuenta en cualquier aspecto de la educación. Lo de “haz lo que yo te digo pero no lo que yo hago” no funciona. Aprenden más de nuestros actos que de nuestras palabras. Así que si queremos que sean personas respetuosas, empecemos por serlo.

Modela conductas respetuosas

No solo es importante que tratemos con respeto a nuestros hijos y nuestras hijas. También es importante cómo tratamos a otras personas y cómo les acompañamos en sus conflictos con otras personas. Si cuando se enfadan con alguna compañera del cole o nos cuentan que el maestro le ha puesto muchos deberes nos limitamos a decirles que esa niña es tonta o que el maestro está loco no estaremos modelando en ellos/as precisamente actitudes respetuosas.

Elige bien las batallas

Si tu hija resopla o pone los ojos en blanco cada vez que le pides que recoja su habitación tampoco es el fin del mundo. Es normal que sientan frustración, hartazgo, rabia… y que la expresen con gestos. Si interpretamos como una falta de respeto cualquier pequeña muestra de desacuerdo o malestar vamos a vivir en una lucha constante.

No lo tomes como algo personal

Cuando tu hijo te insulta, por ejemplo, no lo está haciendo porque quiera ponerte al límite o porque te esté retando. Está enfadado y no tiene capacidad para manejar ese enojo. Tendrás que enseñarle a regular sus emociones sin perder el control y sin faltar el respeto a nadie, pero será más fácil si lo entiendes como parte de su educación emocional que si lo vives como un conflicto personal o un ataque hacia ti.

No le rías las gracias

Todo lo que hacemos educa. Si cuando es pequeño te hace gracia que diga palabrotas o que insulte o pegue a la mesa cuando se tropieza con ella, después tendrás que desandar el camino para empezar a educar en el sentido del respeto. No se trata de castigar ni de imponer sanciones ante estas conductas, pero tomarlas como algo divertido no es la mejor de las opciones.

Acepta la frustración

Es normal que se frustren cuando las cosas no salen como esperaban y eso incluye no poder ir a donde les apetece o que la comida que hay hoy no les guste. Aprender que el mundo no es como nos gustaría no es fácil y aceptar que no todo sucede tal y como nos gustaría requiere entrenamiento. La frustración es válida y expresarla es positivo.

Conecta antes de corregir

Aunque sea necesario corregir esa conducta será mucho más fácil si lo hacemos desde la conexión. Explicarles que es normal sentirse así y que tienen derecho a expresar esa emoción. Y también que no pueden expresarla de forma que hiera a las demás personas.

Enséñale a manejar sus emociones

Ahora bien, que las emociones sean válidas y que podamos expresarlas no quiere decir que podamos lastimar a las demás personas bajo el pretexto de esas emociones. Por eso la educación emocional es fundamental y enseñarles a utilizar herramientas para gestionar su enfado sin faltas de respeto es fundamental.

Establece un límite claro en cuanto a las faltas de respeto

Como decíamos antes, no todo es una falta de respeto, tienen derecho a expresar su disconformidad. Pero en aquellos casos en los que realmente estemos viendo faltas de respeto claras, sí deberemos dejar claro que esta no es una conducta aceptable.

Entrena la asertividad

En muchos casos, las faltas de respeto aparecen porque acumulamos muchas situaciones incómodas sin hacer nada y llega un momento en el que estallamos por ese cúmulo de situaciones incómodas que hemos vivido. Aprender a expresar con respeto sus necesidades y a poner límites a las demás personas cuando se sienten mal es fundamental para gestionar los conflictos en el día a día sin llegar a explotar y acabar faltando el respeto.

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