Favorecer la responsabilidad y autonomía en los niños es una de las prioridades de los padres. Criar niños responsables es una forma de educar niños felices que sabrán enfrentarse al día a día con seguridad…
Si quieres, puedes. Pero… Querer es poder… ¿Siempre? Detrás de este tipo de mensajes está la buena intención de alentar a las personas, en general, y a los niños y las niñas, en particular, a confiar en sus capacidades y conseguir sus metas pero, ¿tienen una cara b este tipo de mensajes?
La respuesta es sí. Porque la realidad es que querer no siempre es poder. Querer es querer. Y poder es poder. Y, en ocasiones, para poder conseguir algo será suficiente querer hacerlo y ponerle energía. Pero, en otras ocasiones, querer y echarle ganas no será suficiente.
¿Qué sucede, entonces, en esas ocasiones? Si querer es poder y, por el motivo que sea, no lo consigo, ¿es culpa mía? ¿Será que no lo he deseado o no me he esforzado lo suficiente? ¿Se tienen en cuenta las características personales, las posibles dificultades, las diversas capacidades… o vamos por ahí lanzando el mensaje de “querer es poder” de manera indiscriminada?
¿Si quieres, puedes?
Pues depende. Y depende de muchísimos factores. Si lo que quiero es aprender a montar en bici y no tengo ninguna dificultad física y tengo la edad adecuada y las capacidades necesarias y una bici del tamaño apropiado, probablemente sea cuestión de práctica y de que alguien me enseñe, poco más. Pero si lo que quiero es aprender a volar como los pájaros, pues no. Ya puedo echarle todas las ganas que quiera que no me van a crecer alas. Podré inventar aparatos que vuelen o que me ayuden a vivir la experiencia lo más cercana posible. Pero no me voy a convertir en un pájaro.
Expuesto así, puede parecer algo muy evidente. Pero es que es una frase que suele usarse de manera indiscriminada, sin especificar situaciones ni circunstancias. Si quieres, puedes. O querer es poder. La he escuchado incluso para referirse a la curación de enfermedades graves y, sinceramente, lo último que necesita una persona enferma es que se la culpabilice de su propia enfermedad o de su no curación. Porque si querer es poder, entonces, ¿si no me curo de un cáncer, por ejemplo, es porque no quiero curarme? Creo que en estos casos este tipo de mensaje puede llegar a ser terriblemente cruel.
Pero sin hablar de situaciones de enfermedad o salud, hablando de infancia y de aprendizajes. ¿De verdad pensamos que querer es poder? ¿No puede este tipo de mensajes llegar a culpabilizar a los niños y a las niñas también?
Entiendo que cuando alguien le dice a un niño o a una niña que si quiere, puede; lo hace con la mejor de las intenciones y con el convencimiento de que es así. Pero debemos tener en cuenta varias cuestiones. En primer lugar, no somos infalibles y, aunque pensemos que pueden conseguir algún objetivo concreto puede haber dificultades cognitivas, físicas o emocionales que se nos escapen e interfieran en el proceso.
En segundo lugar, las niñas y los niños van a universalizar el mensaje. Si querer es poder, en este caso puede que lo consiga pero, ¿y en todas esas cosas que no pueda conseguir? ¿Si no saco un 10 en el examen es porque no me da la gana? Y, en último lugar, aunque no por eso menos importante, ¿qué pasa si no quieren? Porque habrá ocasiones en las que no les apetezca y también tendrán derecho a expresarlo, con independencia de que haya asuntos que sean negociables y otros que no lo sean.
Y, entonces, ¿cómo les animamos a conseguir sus objetivos?
Porque partimos de la base de que la intención es buena. Así que si lo que queremos es alentar a nuestros hijos e hijas a conseguir sus objetivos podemos tener en cuenta varios aspectos, como siempre recalcamos en la Tribu CSC.
En primer lugar, que exista una motivación para alcanzar ese objetivo, que sea de su interés. También es importante asegurarnos de que el objetivo se adecúa a su edad y a sus capacidades. Es fundamental escucharles en este sentido y respetar sus ritmos.
Forzar un aprendizaje para el que aún no están preparados/as o iniciarlo sin tener en cuenta las características personales puede resultar nefasto ya que podemos conseguir que sientan rechazo ante aprendizajes básicos y esenciales por no haber tenido en cuenta estos aspectos.
Si lo que queremos es alentar y fomentar el esfuerzo personal y el desarrollo de su autoestima será más beneficioso ofrecerles mensajes de confianza y apoyo que no vuelquen en sus espaldas toda la responsabilidad del éxito o el fracaso.
Explicar que no siempre lo conseguimos todo a la primera ni podemos conseguir todo lo que queremos, pero que el esfuerzo suele venir acompañado de avances y logros y poner el foco en el proceso más que en el objetivo o el resultado final, va a resultar más enriquecedor en este sentido.
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