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De manera general, podemos afirmar que cuando se detecta una conducta agresiva en niños debemos estar alerta porque estamos casi con total seguridad ante un niño o una niña que está pasándolo mal y necesita ayuda.
Es importante tener en cuenta que las causas de este tipo de conductas pueden ser diversas y habrá que tenerlo en cuenta a la hora de abordar la situación ya que la intervención deberá ajustarse a las características de cada caso y a las necesidades de cada niño o niña.
Cómo detectar una conducta agresiva en niños
Debemos tener claro qué es una conducta agresiva. Que una niña o un niño se enfade de vez en cuando y que exprese su rabia es absolutamente normal. Ahora bien, si de manera frecuente, utiliza insultos y agresiones físicas para gestionar situaciones de frustración o enfado tendremos que abordar la situación para enseñarle a gestionar sus emociones de forma respetuosa, teniendo en cuenta cuál puede ser la causa que le lleva a tener esa conducta.
Otra cuestión que debemos tener en cuenta es que no debemos etiquetar nunca a una niña o a un niño como agresiva o violento. Hablamos de conductas agresivas que pueden reconducirse con el acompañamiento y la intervención educativa adecuada.
Sin embargo, si pensamos que estamos tratando con un niño agresivo, la etiqueta le marca, ya que estamos dando por hecho que es así, y eso va a complicar mucho el aprendizaje de nuevas estrategias, ya que entenderá que esas son sus estrategias, las que le corresponden por definición.
Causas de la conducta agresiva en niños
La conducta agresiva en niños puede tener diversas causas. Es importante tener en cuenta todas las circunstancias. Si nos encontramos por ejemplo con una conducta agresiva en niños autistas, debemos tener en cuenta esta condición y las características específicas de este trastorno a la ahora de abordar la intervención siempre con el apoyo de profesionales con experiencia en este espectro.
Debemos distinguir también entre una conducta agresiva en niños pequeños y una conducta agresiva en niños de primaria. Durante la primera infancia, el control de impulsos está limitado por la maduración cerebral propia de esta edad. Una conducta agresiva en niños de tres años, por ejemplo, puede entrar dentro de lo esperable puesto que controlar los impulsos que nacen de ciertas emociones no está aún entre las habilidades adquiridas ya que su cerebro aún no está preparado para ello.
Sin embargo, en la etapa de Educación Primaria, a partir de los siete años, el control de impulsos debería estar presente si ha existido una educación emocional apropiada. Por lo tanto, la edad, va a ser un factor fundamental a tener en cuenta a la hora de abordar este tipo de situaciones.
Otra de las causas que puede estar detrás de una conducta agresiva infantil es el ejemplo. Las niñas y los niños que crecen en familias y entornos donde las personas adultas de referencia resuelven los conflictos utilizando la agresividad, suelen reproducir este tipo de conductas por imitación. Es muy probable, incluso, que ejerzan sobre otras personas la violencia que ellos/as mismos/as padecen en el que debería ser su entorno seguro. Si este es el caso es fundamental que se trabaje directamente con las personas adultas para reconducir la situación y proteger a los/as menores.
En cualquier caso, cuando una niña o niño tiene conductas agresivas es una señal clara de que necesita ayuda para aprender a gestionar sus emociones.
Cómo tratar la conducta agresiva en niños
Algunas recomendaciones para modelar conductas respetuosas y enseñar a niños y niñas autorregulación emocional pueden incluir ideas como:
Tiempo fuera positivo
Es fundamental dar ejemplo. Si cuando nos enfadamos estallamos y nos dejamos llevar por ese secuestro emocional perdiendo el control de la situación estaremos modelando un ejemplo pésimo. Si, por el contrario, ofrecemos ejemplo de cómo frenar a tiempo y retirarnos antes de perder el control de la situación, para recomponernos y recobrar la calma antes de abordar la resolución de un conflicto para poder hacerlo de manera pacífica, estaremos ofreciendo un modelo de autocontrol del que podrán nutrirse nuestras hijas e hijos.
Educación emocional
También va a ser positivo que nos acostumbremos a hablar sobre nuestras emociones. No podemos olvidar que la agresividad surge de una mala gestión emocional, y para aprender a gestionar de manera adecuada las emociones, el primer paso es conocerlas. Los cuentos pueden ser una gran herramienta para introducirnos en la educación emocional.
Herramientas para la gestión de la ira
La ira es una de las emociones más explosivas que puede dar origen a esos impulsos de agresividad. Si queremos que aprendan a evitar esos impulsos, será útil que les enseñemos estrategias para gestionar esa rabia sin dañar a nadie. Podemos darles ideas como golpear un cojín o un saco de boxeo, patalear en la cama, salir a correr… cualquier tipo de actividad física que les permita expresar esa ira sin dañar a nadie ni a nada.
Asegurar un entorno seguro y que cubra las necesidades infantiles
Pasar tiempo al aire libre, hacer un uso limitado y controlado de tecnologías y pantallas, garantizar que tengan las horas de descanso necesarias… todo esto va a favorecer que estén en condiciones óptimas y a reducir los niveles de agresividad.
Buscar ayuda profesional
Si a pesar de ofrecer un buen ejemplo de gestión emocional y aplicar las estrategias básicas que podemos ofrecer como familias, vemos que la situación no mejora y las conductas agresivas persisten, parece razonable pedir ayuda profesional para gestionar la situación. En la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de profesionales en psicología infantil, educación positiva y crianza respetuosa.
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