El organismo puede responder de forma defensiva ante situaciones que percibe como amenazas a cualquier edad. Así que sí: los bebés y niños pequeños pueden tener estrés y ansiedad. Según la edad encontraremos unos síntomas…
Ansiedad y aprendizaje
En la actualidad, todos conocemos adultos que padecen problemas de ansiedad o incluso los padecemos nosotros mismos. La competitividad en el trabajo, el estrés que nos generan las prisas del día a día, la gestión familiar o los acontecimientos sociales nos dejan en una situación de vulnerabilidad ante los síntomas y enfermedades relacionadas con la tensión emocional.
Pero, ¿qué ocurre con los niños? Parece lógico pensar que, igual que los adultos pueden sufrir ansiedad en el entorno laboral, los niños pueden presentar sintomatología ansiosa en el entorno escolar, ¿verdad?
Hoy reflexionamos sobre la relación entre ansiedad y aprendizaje. Pero, empecemos por el principio, ¿qué es la ansiedad escolar?
Ansiedad en la escuela
Cuando hablamos de ansiedad escolar nos referimos al conjunto de reacciones cognitivas, motoras y psicofisiológicas emitidas por una persona ante situaciones del ámbito escolar que son percibidas como una amenaza.
Por supuesto, no todos los niños presentan ansiedad escolar, aunque algunos estudios sugieren que hasta un 10% del alumnado podría presentar sintomatología ansiosa. Solo por esto, ya merece nuestra atención.
Asimismo, no todos los niños con ansiedad escolar experimentan el mismo patrón o intensidad de la sintomatología, por lo que las reacciones pueden variar en cuanto a su duración, persistencia y fluctuación a lo largo del tiempo.
Si la ansiedad es intensa, el niño puede presentar timidez, inseguridad, vergüenza, preocupación excesiva, trastornos del sueño o dolores de estómago.
Y, ¿cómo afecta la ansiedad en el aprendizaje?
¿Cómo afecta la ansiedad en el aprendizaje de los alumnos?
La respuesta no es sencilla porque son muchas las variables implicadas y no son muchos los estudios realizados al respecto. Dos cuestiones de las que se han estudiado son, por un lado, el tipo de tarea y su efecto y, por otro, el rendimiento escolar previo de los alumnos.
Los estudios sugieren que si la tarea es demasiado exigente en cuanto a elaboración intelectual, la ansiedad interfiere negativamente en el aprendizaje. Además, esta interferencia se hace más palpable en los niños que tienen un rendimiento medio puesto que parece que ven más cercana la probabilidad de fracasar.
Sin embargo, un nivel moderado de ansiedad puede resultar una variable facilitadora del aprendizaje ya que produciría en el niño un estado de alerta o atención que mejoraría el rendimiento.
De esta forma, los estudios apuntan a que la ansiedad juega un rol facilitador del rendimiento hasta un determinado punto. Pasado este punto, la ansiedad hace que el rendimiento académico se vea obstaculizado.
Pero, vayamos más allá:
¿Qué ocurre con los niños con dificultades de aprendizaje?
Algunos estudios consultados concluyen que hasta un 70% de los niños con dificultades de aprendizaje presentan problemas de ansiedad.
Así, es frecuente que los alumnos con dislexia manifiesten una menor autoestima, niveles más altos de ansiedad e incluso problemas comportamentales en comparación con sus compañeros sin dificultades. Esta problemática puede incluso extenderse más allá del ámbito de la escuela.
Leer en público, hacer exposiciones orales, escribir en la pizarra o realizar exámenes son tareas que aumentan el nivel de ansiedad en estos escolares y pueden acabar derivando en rechazo a la escuela y conductas de evitación. Parece lógico pensar que la exposición constante al fracaso y la comparación con los compañeros hagan mella en los niños con dificultades e impliquen problemas de ansiedad que se agravan y cronifican por la continúa exposición. Como veis, se convierte en la pescadilla que se muerde la cola.
En este punto resulta crucial que nos hagamos algunas preguntas: ¿cómo podemos detectarlo? ¿Qué podemos hacer?
¿Cómo ayudar a alumnos con ansiedad por la escuela?
Lo primero es ser sensibles a los cambios que pueden experimentar nuestros hijos. Estos pueden ser los primeros indicadores:
- Dolores de tripa.
- Problemas de sueño.
- Descenso en el rendimiento académico.
- Estar más irritables.
- Manifestar que no quieren ir al colegio.
Es importante que nuestros hijos vean en nosotros un “lugar seguro”. Es decir, que sean conscientes de que pueden contarnos lo que sienten y cómo intentan gestionarlo. Para ello, es necesario que establezcamos un canal de comunicación basado en la confianza, en la escucha y en la calma.
Ante la más mínima sospecha debemos hablar con el centro escolar. Pedir una tutoría para que los docentes puedan, por un lado, contarnos cómo se comportan nuestros hijos en clase y, por otro, escuchar nuestra preocupación siempre es una buena idea. Muchas veces no incidimos en esto, pero la relación familia-escuela es absolutamente imprescindible para subsanar de manera temprana cualquier dificultad que pueda aparecer.
¿Cómo trabajar la ansiedad en estudiantes?
Si los docentes corroboran nuestras sospechas, es conveniente que se consulte a los profesionales pertinentes para que puedan realizar una valoración (el equipo de orientación o un psicólogo externo) y establecer pautas que puedan ayudar al bienestar emocional de los niños. En la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de profesionales si necesitas orientación al respecto.
En este sentido, debemos tener en cuenta que las pautas profesionales y el seguimiento son fundamentales para trabajar la ansiedad en el aula, ya que no se trata de evitar a nuestros peques las situaciones que les producen desasosiego sino de acompañarles en su crecimiento y aportarles herramientas que les ayuden a afrontar las situaciones que se les puedan presentar.
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