Siempre nos han enseñado que los sentidos son cinco: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Y no nos cabe la menor duda de la importancia que juegan en el crecimiento y desarrollo de nuestros bebés.…
Durante el embarazo, es importante cuidar nuestra alimentación y huir de viejas creencias como que «hay que comer por dos» ya que no es necesario. Pero, ¿qué pasa si lo hacemos? ¿El bebé engordará más rápido y será por tanto más grande?
¿Si como más estando embarazada, mi bebé será más grande?
En las diferentes ecografías y controles que se realizan a lo largo del embarazo, es habitual que midan y te den un peso estimado del feto. Y a pesar del gran margen de error en la estimación del peso fetal a través una ecografía y de que es prácticamente imposible saber cuánto pesará y medirá el bebé al nacer, lo cierto es que, en muchas ocasiones, saltan las alarmas porque el bebé pesa menos o más de lo que debería para su edad gestacional.
¿Podemos hacer algo? La realidad es que no. No por comer más, mi bebé será más grande, aunque sí depende en parte de lo que comas. De hecho, según explica la matrona del equipo de Criar con Sentido Común, Sara Caamaño, el consumo de alimentos ricos en azúcar puede aumentar los picos de glucemia y la exposición a altos niveles de insulina mantenidos, con el consiguiente crecimiento excesivo del bebé. ¿El motivo? La resistencia fisiológica que se produce a la insulina durante el embarazo (aunque en caso de hiperglucemia, ya hablaríamos de diabetes gestacional, no de algo fisiológico).
Pero esto no significa que nos pongamos a comer dulces sin límite para conseguir que nuestro bebé engorde antes de nacer. De hecho, tener picos de insulina y glucemia y la diabetes gestacional tienen mucho más riesgo por la posibilidad de provocar enfermedades vasculares y metabólicas o riesgos de diabetes postgestacionales. También para el bebé que, formado en un entorno con grandes cantidades de insulina y glucosa y expuesto durante largo tiempo a ellas, podría tener tendencia a desarrollar diabetes en el futuro y a heredar ese estrés metabólico o cardiopatías.
La alimentación y el peso de la mujer embarazada y el feto
¿Qué hace aumentar de peso al feto? Básicamente, el feto crece gracias a los nutrientes que le llegan de la sangre materna. Así, cuanto mejor nutrida está la madre, mejor calidad de nutrientes le llega al bebé. Por ello, Sara Caamaño, con la que puedes contactar gratis durante un mes si eres miembro de la Tribu CSC, incide en la importancia de una alimentación sana y equilibrada ya que con ella, lo más probable es que el bebé no suba de peso de forma exagerada o sea más grande al nacer, salvo por motivos genéticos.
Por tanto, y como es lógico, la alimentación de la mujer embarazada, influye en el desarrollo del feto. Pero lo fundamental, antes de iniciar una alimentación enfocada a que el bebé coja peso es analizar si es realmente necesario. Tal y como explica la matrona de CSC, lejos de pautas generales, «es necesario analizar cada caso concreto para abordarlo correctamente».
Así, en caso de un bebé pequeño para la edad gestacional (PEG) sí se pueden seguir unas pautas de alimentación destinadas «no a que el bebé coja peso como tal, sino a conseguir un mayor aporte sanguíneo y de nutrientes al bebé a través de la placenta», insiste Caamaño. Entre ellas, se encuentran:
- Ingerir una cantidad de proteínas adecuada para cada mujer.
- No restringir la sal añadida en las comidas.
- Incluir grasas saludables.
- Eliminar los ultraprocesados y precocinados de la alimentación.
- Suplementar con vitamina D en caso de ser necesario.
- Hacer ejercicio moderado.
- Un buen descanso y mantener a raya el estrés.
Pero la realidad es que lo único que está en nuestra mano para un correcto desarrollo del bebé es tener una vida saludable con un buen descanso, gestión del estrés, alimentación adecuada, ejercicio físico regular y adecuado al embarazo y suplementación de vitamina D pautada por un profesional si es necesario. No hay fórmulas mágicas, pero tampoco hay responsables.
«Estas cosas pasan y no hay que culpabilizarse o pensar que el bebé no coge peso por culpa del estrés que sufrimos en nuestro día a día. De hecho, hay mujeres embarazadas con mucho estrés y los bebés tienen un peso bueno», asegura nuestra matrona.
En caso de que el bebé sea pequeño no sirve reposar después de comer para que el bebé coja peso (a menos que nos apetezca) ni dejar de hacer ejercicio. De hecho, realizar unos 20-30 minutos de ejercicio físico diario y regular sin llegar a perder el aliento, enfocado a cardio y fuerza, ayuda a que el corazón bombee más flujo sanguíneo a la placenta y, por tanto, más nutrientes.
Es decir, no es recomendable dejar de hacer ejercicio durante el embarazo aunque el feto tenga menos peso del que debería para su edad gestacional, a menos que haya patología placentaria o que se trate de un bebé con crecimiento intrauterino restringido (CIR). Y Sara Caamaño insiste en la importancia de la prevención:
«Todo el ejercicio que hagamos y cómo cuidemos la alimentación antes de que el bebé se implante y la placenta se empiece a formar, es clave para que se desarrolle mucho mejor a lo largo del embarazo, reduciéndose el riesgo de que haya alguna patología».
La genética y la diabetes, «responsables» de que el bebé sea grande
La diabetes materna es la causa más habitual de que los bebés sean grandes, tanto si se padecía antes del embarazo como si se trata de diabetes gestacional. El motivo es que cuando la mujer tiene el azúcar en sangre en niveles elevados, puede transmitirlo a su bebé y este producirá más insulina. Y el exceso de azúcar e insulina provocará un crecimiento rápido con mayores depósitos de grasas en el bebé. O lo que es lo mismo, un bebé más grande.
Y en caso de ser macrosómico, con mayor acumulación de grasa. A largo plazo, el menor puede ser obeso, tener intolerancia a la glucosa o síndrome metabólico. La diabetes también entraña riesgos para la madre como la preeclampsia o la diabetes mellitus tipo 2.
Para detectar la diabetes gestacional, entre las semanas 24 y 28 de gestación (en ocasiones también en el primer trimestre) se realiza el test de O´Sullivan y en caso de dar positivo, se somete a una sobrecarga oral de glucosa.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que no siempre un bebé es grande por la diabetes o por los alimentos que ingiere la madre. En ocasiones, se debe simplemente a la genética.
¿Cuándo se considera que un bebé es grande?
¿Un bebé más grande equivale a un bebé más sano? A pesar de que muchas veces se cree que sí, lo cierto es que habría que huir del viejo mito de que un bebé que pesa más, es mejor y está más sano.
Pero, ¿cuándo se considera que un bebé es grande? Aunque es muy complicado generalizar ya que cada bebé es diferente y su peso depende de multitud de parámetros diferentes, se puede considerar que un bebé en la semana 40 de gestación suele medir unos 52 centímetros y pesa unos 3,400 kilos de media.
Así, se considera que un bebé es grande cuando al nacer tiene un percentil mayor a 90 o pesa más de cuatro kilos, mientras que se considera macrosómico si el percentil se sitúa por encima de 95. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los bebés con un percentil superior a 95 se consideran macrosómicos.
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